Reflexiones del P. Peter Kliegel

Esta ponencia es un testimonio y una interpretación bien personal de experiencia de la vida pastoral en la Diócesis de Osorno.
1. La situación que actualmente estamos viviendo en Osorno es de verdad una historia de la iglesia. No para hacer historia; más bien es como una demostración como la vida de Cristo hace historia en nosotros, los seguidores de Jesús. Todo lo que vivimos actualmente en nuestra provincia eclesiástica -a causa del nombramiento de un obispo que no logramos aceptar- es, en el modo de reaccionar, el resultado maravilloso de como nuestros pastores (obispos y sacerdotes) nos enseñaron proyectar la vida dentro de una comunidad de vida cristiana, guiada por el Espíritu Santo. La respuesta de los laicos no es algo “caído del cielo” por un gusto, es expresión viva de lo que “hemos visto y oído” ( 1Jn1,1). Vivimos una realidad de fe muy intensa y casi no se comprende que un grupo de obispos mira nuestra vivencia von tanto recelo.
2. Tenía en mi vida sacerdotal la suerte poder vivir muy cercano a los diferentes obispos de Osorno y al mismo tiempo poder vivir y trabajar en medio del pueblo de Dios “donde las papas queman”. Conozco la diócesis casi desde sus inicios. Llegué a Osorno en el año 1966, diez años después de la creación de ella. Me tocó vivir, al llegar, intensos años de efervescencia al finalizarse el Concilio Vaticano II. Acéptenme que compare este proceso lento, de mucho dolor y esfuerzo con la metamorfosis de una crisálida en mariposa. Es “penoso” observar en la naturaleza esta lenta metamorfosis sabiendo que, si se interviniera, jamás aparecería una mariposa capaz para volar. Así se vivió -según mi observación- los procesos del cambio dentro de la iglesia desde los proyectos de los Padres del Concilio: un proceso lento y doloroso, pero purificador.
3. Monseñor Francisco Valdés, formado en una teología neo-escolástica y convencido de su ortodoxia en esta visión teológica, vivió este proceso personal junto con su diócesis. Habiendo experimentado vivamente en el aula conciliar -después de las disputas y decisiones en la comisiones de teología -la presencia divina en las decisiones definitivas, no dudó en transformar las novedades en realidad en su diócesis. Me consta su lucha interior en los continuos y largos diálogos con nosotros, seminaristas, sacerdotes y laicos comprometidos. Convertir a una comunidad eclesial acostumbrada a lo meramente sacramental en pueblo de Dios, responsable del mundo. Como el documento Lumen Gentium decía, que Cristo realizó la obra de salvación en pobreza de igual modo está destinada la iglesia a recorrer el mismo camino como pueblo mesiánico, hizo el obispo Francisco aterrizar a las parroquias de Osorno en este camino, formando comunidades de vida, entregó responsabilidades y rompió la hasta entonces férrea estructura de “mando y obediencia”. Es cierto que para Monseñor Valdés en su foro interno la iglesia siguió siendo la “sociedad perfecta” y la jerarquía eclesial reflejo de la jerarquía divina – simbolizado visiblemente aún hoy en la catedral de Osorno, sin embargo empujó con energía los proyectos de comunión y participación del pueblo responsable según Medellín y Puebla. Bajo esta mira se inicia el primer sínodo diocesano, se abre paso a la catequesis familiar, se fomentan las primeras comunidades de autoconstrucción de viviendas populares y la pastoral indígena en la búsqueda de una mayor justicia social. En sus inicios aún bajo el aspecto de Caritas pero ya comprendiendo que la fuerza del Espíritu se revelaba en las vivencias mismas del pueblo. Cabe mencionar que cuando el obispo Valdés celebra sus 25 años de su episcopado y fallece poco meses después, se sorprende el entonces Nuncio Apostólico, Angelo Sodano, en su visita a Osorno, de la activa vida apostólica en la diócesis. (Testimonio en una conversación personal conmigo).
4. Hizo bien a la diócesis el tiempo de la sedis vacancia. Las comunidades se establecen en sus responsabilidades. Se afirma en ellas la conciencia del “Pueblo de Dios, portador del Espíritu”. En sus reuniones reinan una gran alegría de fe y un enorme interés en la palabra de Dios. Las familias toman más conciencia de sus propias decisiones en la fe y la vida sacramental no es ya únicamente cuestión de la tradición. La fe es más y más expresión del compromiso no sólo con Dios sino también con el pueblo de Dios.
5. Llega un pastor nuevo: el obispo Miguel Caviedes. Este obispo, muy “pegado” a los documentos de la iglesia, hombre estructurado y metódico, no posee el carisma entusiasta de su antecesor, pero proyecta a la iglesia sistemáticamente como pueblo elegido en la esperanza del Señor que ha de venir. Participación activa en todas las decisiones de la iglesia, formación sistemática, responsabilidades, consejos parroquiales, asambleas y organización. Lo que antes era entusiasmo espontaneo ahora se convierte en fundamentación de los aprendido. “Es como se construye sobre la piedra angular paso a paso el edificio”. Sí, en estas líneas de formación de una iglesia de comunión hubo que cuidar mucho que el concepto de la “comunio” no se restringiera a los propios grupitos, que al final – como peligro de siempre – no comprenden la universalidad de la misión. El obispo y su equipo cuidaron mucho para que este proyecto de iglesia de comunión no fuera un refugio contra el creciente individualismo en la fe sino que fuese un verdadero camino de crecimiento mutuo y de diálogo entre estructuras dadas y vivencias nuevas laicales. La formación de los laicos es desde entonces una prioridad continua en la diócesis, siempre guiada por las OOPP. Las personas formadas se convierten de esta manera en un puntal de las parroquias y comunidades.
6. Con mucha comprensión acoge después de una década esta vivencia eclesial el obispo Alejandro Goic. Él, en su proyecto pastoral integra todas estas fortalezas, pues sabe por su vasta experiencia de pastor, que toda pastoral tiene la misión de vivir la presencia de Dios ante el mundo que nos rodea; presencia de Dios en los procesos riesgoso que vive la humanidad. ¿De qué hablo? De la inclusión de todo lo que nos motiva en la vida en la voluntad salvadora de Dios. La dignidad de los seres debe ser respetada. Hay derechos inalienables en cada ser: Iglesia debe ser experta en humanidad (Pablo VI). La iglesia no está obligada a asimilarse a formas sociales específicas, más bien debe cuidar que los hombres puedan desde la perspectiva del evangelio encontrar la liberación. Estas fueron – según mi interpretación – las líneas de su proyecto pastoral en todss las áreas de prioridades. ¿Cuál fue el aprendizaje? Que pastoral es confrontación creativa con la existencia en palabra y acción. Estas líneas pastorales trazadas no se abandonaron hasta el día de hoy, con el único peligro en los últimos años de volver a la pastoral meramente desde la sacristía.
7. Resumiendo: ¿Qué se descubrió y qué se vivió en todos estos años? – Que la fe cristiana no es solamente una doctrina y admirable sabiduría – Que la voluntad de Dios no se restringe a un conjunto de normas morales – Que la fe es un encuentro real, una relación con la persona de Jesucristo, en la vida real, con procesos reales y en circunstancias reales – Que Cristo se hace y quiere hacerse presente en la historia de hoy por medio de su pueblo – Que la iglesia es un cuerpo vivo, guiado por el Espíritu de Cristo, donde todos son hermanas y hermanos. – Que en el servicio al otro se hace viva la creación. – Que el amor es fuente liberadora. – Que en la iglesia lo divino siempre será divino y donde lo humano debe ser reconocido como tal. Sesenta años de formación dan sus frutos en la situación actual de la diócesis. El pueblo está consciente de su vocación y siente vivamente la presencia del Espíritu. Los laicos están conscientes de su misión desde el bautismo y que comunión y participación tienen consecuencias prácticas. Como la parroquia es la casa de los fieles así es la diócesis la casa de todos. Los laicos reclaman su derecho de ser escuchados y tomados en cuenta también en las decisiones eclesiales.
8. Y me pregunto: ¿qué más se quiere? En las OOPP 2014-2020 nuestros obispos insisten que se comprenda que hay nuevas actitudes y nuevos modos de enfrentar la vida (Nº 12).
– Los obispos dicen: esto ”nos atemoriza” y nuestros laicos responden: “ a nosotros no”.
– Los obispos dicen: “reconocemos una crisis de fe, de identidad y de sentido. Los rápidos procesos de cambio han puesto en duda los valores que tradicionalmente han dado sentido…” (Nº 11c) Y es penoso que nuestros pastores no aplican esto a los acontecimientos actuales en la propia iglesia, lo que hace falta y por lo que en Osorno en estos momentos se vive. Los laicos, por su amor por la propia iglesia, dan a conocer con insistencia sus dudas ante el sistema que tradicionalmente ha dado sentido.
– Los obispos ven crecer la conciencia del valor a la dignidad de la vida y exactamente esto se está promoviendo en Osorno a causa de la designación de un pastor nuevo.
– Los obispos dicen que “en el corazón del pueblo cristiano anda un hondo anhelo de renovación de iglesia… y eso conduce a revitalizar la identidad de la iglesia” (Nº 11 f) y exactamente esto se reclama con convicción en nuestra diócesis en estos instantes. – Los obispos dicen: “El anhelo de renovación se enraíza también en una percepción de que la iglesia necesita vincular mejor su mensaje y sus prácticas a la cultura actual” (N1 11f) y justamente estos son los propósitos de nuestros laicos, pues la cultura actual es ante todo una dialogante, donde cada uno escucha, es escuchado y respetado con veracidad. La realidad vivida en la diócesis demuestra que estamos lejos, por no decir muy lejos de esta cultura dialogante.
9.- A pesar de todo: hay esperanza. El sentir con la iglesia está a la vista. Nuestros laicos, instruidos y orientados por sus pastores en los últimos 60 años, están animados, y sienten la certeza haber actuado correctamente al interpelar decisiones que no reflejan la voluntad de Dios expresada con claridad en los documentos oficiales por los propios obispos. Y nuestra causa “no está fuera de foco” si el lema de este encuentro canta: “Dios habla desde el Sur de Chile.”
Osorno, 13 de junio de 2015
Leída en el Encuentro Nacional de Laicos – Osorno
Publicado en revista “Reflexión y Liberación” nº 106 / Julio-Agosto de 2015
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