“Lutero fue un reformador en un momento difícil”…
Celebraremos el próximo año, los 500 años de la reforma luterana.
El Papa Francisco está protagonizando diversos actos para recordar tan fausto acontecimiento, e incluso el Vaticano ha lanzado un programa de actos encaminados a homenajear, al mismo tiempo que a recordar, el enorme impacto de la Reforma; y, matando varios pájaros al mismo tiempo, aprovechar también para dar notables pasos en el camino del ecumenismo. Nuestro valiente Papa, y amante de la objetividad, ha pronunciado palabras como éstas: “Lutero fue un reformador en un momento difícil, dio un gran paso para poner la Palabra de Dios en manos de los hombres”. Esta actitud sincera, que enfurece a algunos cardenales de Curia, engrandece a un Pastor, que busca la reunificación del rebaño, más que destacar las anécdotas intrascendentes que tanto destacan otros jerarcas de la Iglesia.
Muchas veces he citado al que considero, de lejos, el mejor profesor que he tenido en mi vida, considerando todos los niveles, y todos los centros de estudio por los que he pasado (Pontificia de Salamanca, Instituto de Pastoral Juan XXIII, de la Pontificia de Salamanca en Madrid, Pontificia Universidad Católica -PUC-, de Sâo Paulo, Universidad Mª Medianera, de los jesuitas de Sâo Paulo, Facultad de Filosofía de los salesianos de Sâo Joâo del Monte, de Minas Gerais, etc.), el padre Miguel Pérez del Valle, ss.cc. No pudimos tener un profesor mejor de Historia de la Iglesia que él: de una inmensa cultura literaria, histórica, filosófica, artística, -considerado por los entendidos como uno de los más expertos españoles en el arte barroco-, con enormes conocimientos, teóricos, sí, pero que los sabía comunicar y explicar hasta los más profundo, sin perder nada de claridad, de cine, música, ya hasta ciencia, (jamás olvidaré la clase que nos dio para explicar la figura musical de la sonata, o de la fuga, así como nunca he escuchado nada mejor que la explicación de la Física como la ciencia símbolo del conocimiento de la naturaleza, con la ayuda de otro conocimiento instrumental con grandes parcelas también de simbolismo, como la Matemática, etc., etc.)
Pues bien, nuestro gran y reconocido profesor desmitificó muchas de las grandes figuras que por entonces se exaltaban en España, como los reyes de la casa de Austria, principales responsables, según su parecer, por sus erráticas políticas, para los españoles, en Europa, del inicio y declive, poco después imparable, de la economía y el tejido productivo español, así como enfocó de manera positiva, y sin prejuicios, a personajes, y fenómenos históricos, por aquellos años, década de los sesenta, tan vilipendiados y condenados, como Lutero y la Reforma luterana. Así como nos hizo ver las tremendas sombras de la llamada Contra-Reforma, que pareció, en muchos momentos, no tener otro objetivo y otro rumbo que presentar, punto por punto, los opuestos directamente a la Reforma.
Ésta tuvo, sobre todo, bajo la inspiración de Lutero, el gran acierto de permitir que los laicos, el gran número de fieles alejados de la Biblia por no conocer el latín, en el que ella se presentaba, pudieran tener acceso a su lectura, estudio y reflexión. El contraste con la Iglesia Católica, que prohibía toda traducción bíblica a las lenguas vernáculas, es lamentable, lastimoso, flagrantes y sangrante. La primera traducción permitida por la Iglesia española, con el preceptivo “nihil obstat”, sucedió en el año 1943, ¡ayer, como quien dice! Y desde la Reforma hasta ese años, no solo no se podía leer la Biblia sino por los que eran capaces de hacerlo en latín, sino que la ¿Santa? Inquisición perseguía a los que la traducían. El caso de Fray Luis de León es paradigmático.
Según nuestro siempre recordado profesor, Lutero es, junto a San Agustín y Santo Tomás de Aquino, uno de los mayores genios religiosos de la Historia de la Iglesia. Y, desde luego, de los que más han influido, e influyen, en su desarrollo. Y su traducción de la Biblia al alemán es uno de los más clásicos libros del alemán moderno, permitiendo que todos los fieles pudieran tener en sus manos la Palabra de Dios. Justamente esto es lo que destaca la alabanza del Papa que he citado al comienzo de este artículo, y vuelvo a transcribir: ” Lutero… dio un gran paso para poner la Palabra de Dios en manos de los hombres”. La Iglesia alemana, también la católica, se benefició de esta rica posibilidad.
Jesús María Urío Ruiz de Vergara
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