Navidad para cristianos y moros

(Paul Buchet).-
Este año el Portal de Temuco decidió cambiar el majestuoso pesebre de los años anteriores por una figuración de osos polares recreándose en los témpanos árticos. Además, desde principio de diciembre el invariable Viejito pascuero sigue cumpliendo su horario en su trono para sacarse las fotos con los niños delante un inmenso cono adornado en árbol de Navidad.
Por su parte, en las parroquias y capillas, la corona de las cuatro velas de adviento prendió como novedad litúrgica, una recuperación de una tradición heredada de antiguas germánicas. Se vuelve a ensayar los villancicos con el coro y se prepara la escenografía del pesebre en vivo o en figuras que se lucirán en la misa “del gallo” hasta el domingo de la Epifanía.
De una y otra manera, moros y cristianos se están disponiendo a celebrar otra Navidad, por cierto con sentimientos encontrados: unos con emociones sentimientos civiles o paganos y otros con sentimientos religiosos o cristianos.
Buscando confrontar o mejor dicho compaginar estas emociones, podemos buscar aminorar las contradicciones que nos trae una y otra percepción de las fiestas del año.
Nos molesta tanto el aprovechamiento comercial y el consumismo de las fiestas de fin de año (empezando por nuestro bolsillo) pero nos incomoda también el extrañamiento de las liturgias religiosas que nos parecen mantenerse en dimensiones extra temporales. Mantenemos los pies en la tierra con mucho realismo y por otra parte miramos el cielo. Esta bipolaridad es una afección bien actual, podríamos acomodarnos en ella pero esta situación nos deja muchos interrogantes. Son demasiadas las emociones discordantes que se nos abren en los fines de año, es conveniente abrir algunos temas para armonizar nuestra vida.
La publicidad nos invita a comprar la carne para el asado de nochebuena, prever el regalo para los niños que salen de clases y los otros regalos para dejar al pie del árbol de pascua. Habrá que pensar a las vacaciones para disfrutar del verano. Habrá que sacar las cuentas y calcular las cuotas de los créditos. En la sociedad, las críticas de los políticos anticipan las futuras elecciones, los noticieros se afanan de sumar los asaltos, las catástrofes y guerras del mundo. Menos mal que el internet facilita los deseos para el año nuevo… Y en todo este ajetreo de fin de año, se nos va la vida…
Pero cuando uno va a las iglesias, uno entra en un mundo aparte. De partida, con el Adviento, se nos cambia el calendario, porque empieza el año litúrgico cuando se termina el año en el calendario. Uno deja por un tiempo sus vivencias acostumbradas para entrar en un universo misterioso y sobrenatural. Con las ceremonias de 4 domingos seguidos nos anticipan una de las fiestas más relevantes del cristianismo: la Pascua de Navidad. Siguiendo las lecturas bíblicas tradicionales, las predicas nos hablan de ángeles, de la Virgen María, de Juan Bautista, del niño Jesús. Se nos invitará a la vigilancia, a la esperanza y a la salvación, esas creencias catequísticas no siempre fáciles de entender.
La ilusión del consumo, del festejar la fiesta y las entretenciones puede distraernos y si mantenemos una cierta religiosidad, podemos conformarnos conservando las tradiciones de ir a la misa del gallo y llevando a los niños a ver el pesebre a la Iglesia.
También, hay que reconocerlo, hay quienes no entran en ningún ambiente de fiesta por estar sólo, en la miseria, por estar decepcionado de la vida o sencillamente buscar evadirse en el alcohol y las drogas.
Para escapar de las emociones negativas y de la superficialidad de las fiestas de fin de año, para escapar de la melancolía o quizás para algunos del desencanto, para animarse o entusiasmarse se puede abrir algunas ideas sencillas:
El primer paso puede ser: entrar en “la magia de la Luz”. La Navidad nos impulsa a un derroche (¡no muy ecológico!) de luces. Hay un afán de iluminar la noche, iluminar el árbol de Navidad, las casas, las calles. La Navidad es (en el hemisferio Norte) la fiesta del Sol que vuelve a ganarle a la noche. Este optimismo natural nos invita a colocar luz hasta en los rincones más oscuros de nuestra vida. Si uno no sufre depresión patológica, aun cuando lo ve a menudo todo en “claro oscuro”, no vive en la completa oscuridad, puede siempre descubrir unos rayos de luces unas vivencias positivas en su vida. Quizás hay que apagar un momento todas las luces porque es en la noche más oscura que se ven mejor las estrellas.
Los evangelios se abren con esta “magia de la luz”. Los ángeles iluminaron la noche de los pastores, los reyes magos descubrieron una estrella y la siguieron. Hay que entrar en la poesía de esos cuentos maravillosos para empezar a divisar las motivaciones profundas de nuestra vida, lo esencial que nos guía, nuestra estrella, el tesoro que tenemos escondido.
Por si te queda una pizca de pesimismo, descubra en los relatos de los evangelios que no son ingenuos ni soñadores porque nos hacen ver una claridad que irrumpe en medio de un mundo inhóspito, miserable, cruel y perseguidor (el pesebre, Herodes, la masacre de los inocentes, la huida a Egipto)… Es en medio de todos los problemas de tu vida o del mundo que irrumpe una gran Luz.
En este último mes del año, recordamos a todos los hombres y mujeres de buena voluntad a quienes misteriosamente y a veces anónimamente les llegó el mensaje de los ángeles: los que se manifiestan contra las violencias en el hogar, los profesores que quieren erradicar el bullying en sus escuelas, los que se afanan en el país de aminorar las violencias de la delincuencia, los en la ONU que buscan tregua y fin de hostilidad en los conflictos bélicos, los que emparan los inmigrantes, los que buscan la paz con la naturaleza, los que viven en paz en su corazón a pesar de todos sus problemas… Son muchas luces que nos deben contagiar en estas fiestas.
Otra meditación que podemos hacer es entrar en el ambiente de “novedad” de la Navidad. Si la fiesta de Navidad tendría la fecha del Witripantu el año nuevo indígena (la fiesta del sol invicto), compartiríamos la impresión gozosa de renovación de la naturaleza como en el hemisferio norte. Este deseo de lo nuevo esta tan anclado en las mentalidades que el comercio lo explota profusamente: los juguetes, la moda de la vestimenta, los vehículos, los celulares, las noticias…, todo tiene que ser nuevo.
No es solamente porque el año “nuevo” 2017 se celebra una semana después de la Navidad 2016 que la fiesta religiosa quiere impactar con la novedad del nacimiento de Jesús. Con sus primeros capítulos, los libros de la “Buena Nueva” nos quieren sorprender con una novedad para todos los tiempos. Con este nacimiento de un niño, todas las ideas antiguas de Dios se trastornaron. Los de ayer y de hoy que buscaron un Dios todopoderoso para auxiliarlos, se encuentran con que Dios se hace hombre, recién-nacido indefenso en un pesebre.
Para los cristianos, después de Navidad, Dios no queda igual, cambian todas nuestras perspectivas religiosas. Los afanes de novedades o de innovación a veces tan fútiles los podemos poner en el descubrimiento de la novedad de Dios que nos invita a “nacer de nuevo” nosotros mismos como fue la invitación de Jesús a Nicodemo. Si nos involucramos en una nueva manera de pensar, de sentir y de vivir, podremos ver que es toda la creación está sufriendo dolores de parto esperando la manifestación de los hijos de Dios (Rom 8, 22) porque esperamos cielo nuevo y tierra nueva.
Paul Buchet
Consejo Editorial de revista “Reflexión y Liberación”.
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