Abril 18, 2024

Hermano Francisco, gracias por estar ahí

 Hermano Francisco,  gracias por estar ahí

Si, gracias por estar ahí ante el terremoto huracanado que le ha caído  y aun le sigue cayendo encima a la Iglesia con la plaga horrible de la pederastia, que cada vez asoma por más sitios y que por acción u omisión va pasando por sacerdotes, por obispos y  cardenales, y que está tirando por los suelos la credibilidad de la Iglesia con el consiguiente daño al Evangelio y su mensaje, y por tanto a los seres humanos, que son su razón de ser.

Cómo es posible que conociendo las palabras de Jesús y su comportamiento con los niños, hayamos llegado a semejante depravación. Veamos:

Marcos 9:36-37:Y tomando a un niño, lo puso en medio de ellos; y cogiéndolo en sus brazos les dijo: El que reciba a un niño como éste en mi nombre, a mí me recibe; y el que me recibe a mí, no me recibe solo a mí, sino a aquel que me envió”.

Lucas 9:47-48:Entonces Jesús, sabiendo lo que pensaban en sus corazones, tomó a un niño y lo puso a su lado, y les dijo: El que reciba a este niño en mi nombre, a mí me recibe; y el que me recibe a mí, recibe a aquel que me envió”.

Mateo 18:10:Mirad que no despreciéis a uno de estos pequeños, porque os digo que sus ángeles en los cielos contemplan siempre el rostro de mi Padre que está en los cielos”.

Ver también: Mateo 19:13-14; Marcos 10:13-16; Lucas 18:15-17; Mateo 18:2-5.

Sabemos, hermano Francisco, que esto te está causando mucho dolor y sentirte triste. Seguramente te vinieron a la cabeza aquellas palabras de San Jerónimo que cuando el arrianismo  (que negaba la divinidad de Jesucristo), se extendía por la Iglesia del siglo IV como pólvora, exclamó: “gimió el orbe entero y quedó sorprendido al contemplarse arriano”. Parece que la pederastia actual también tiene dimensiones                                                                                                                                                              internacionales, pues cada vez aparecen  más casos por los más diversos lugares y en instituciones seculares que considerábamos indefectibles.

Gracias por estar ahí y hacerle frente con todas las consecuencias, no solo por abordarla de cara y abiertamente sin contemplaciones, sea de sacerdotes, obispos o cardenales, sino porque tu comportamiento personal, como persona y como creyente, está dando a la Iglesia un rostro nuevo, más fiel y coherente con el Evangelio, por ejemplo:

-Por mostrarte especialmente cercano a los oprimidos, maltratados y necesitados del mundo en la Encíclica Laudato Si, y denunciar abiertamente las estructuras injustas que los oprimen,  a partir del Evangelio, y de tu empatía con ellos desde tu inteligencia emocional y espiritual, con el corazón abierto y sensible, en sintonía con los que hoy luchan por un mundo mejor, y por eso tu quieres una Iglesia pobre y para los pobres, implicándote en sencillas acciones concretas, como facilitando 400 sacos de dormir y 300 paraguas a los pobres de Roma, así como duchas y peluquería para ellos en el mismo Vaticano.

-Por estar muy cerca de la Madre Tierra y tomarla tan en consideración como un pobre más entre los oprimidos del mundo, y vincular la opresión de la tierra a la opresión de los empobrecidos, desde el tratamiento que das a unos y a otros en la Encíclica Laudato Si, una de las más importante de los últimos tiempos.

-Por dar una imagen de la Iglesia más transparente, acogedora, cercana y de puertas abiertas.

-Po devolver la dignidad, por fin, a personas de gran talla evangélica como  Oscar Romero, Ernesto Cardenal, Jose María Castillo, Leonardo Boff, Gustavo Gutiérrez y otros.

-Por tomarte en serio el problema de la mujer y la Iglesia, nombrando una comisión para abrirle mayores cauces de conocimiento y participación. No te sientas con duda e inseguridad ante este problema ni ante el del celibato. Francamente, nos da pena de ti porque te ves y te vemos demasiado solo, sin empatía ni sintonía de gran parte de la jerarquía contigo.

 -Por el acercamiento a otros líderes religiosos en busca de unión  y compromiso con objetivos comunes en busca de la unidad y la colaboración entre todos.

-Por tus palabras sencillas, claras, sinceras y cercanas  a las personas, que te salen del corazón, porque solo llega al corazón lo que sale del corazón.

-Por prestar especial atención a los perseguidos de cualquier confesión religiosa, como en Oriente Medio, así como a los afectados por catástrofes naturales, o el terrorismo, o las sangrantes guerras de Oriente Medio y de Africa.

-Por tu acercamiento especial y directo a los encarcelados, tanto en Roma (La Regina Coeli) como en otros lugares a donde fuiste, tanto de hombres como de mujeres (la de San Joaquín en Chile), “animándolos a comprender  que la pena tiene que tener siempre como horizonte la reinserción, y que estar privado de libertad no es estar privado de dignidad, y la cárceles pasen  de ser lugares de pena y sufrimiento a laboratorios de humanidad y esperanza”.

-Un ruego muy encarecido: hoy la mujer está cada vez más presente en todas las esferas de la vida y todas las instituciones. Son la gran mayoría en las Iglesia. La Iglesia por ir siempre a remolque y a veces hasta condenando, tuvo grandes pérdidas: en los siglos XVIII y XIX, perdió en masa a la clase obrera por ponerse al lado de los poderosos, porque ella misma era uno de ellos. A continuación perdió a los intelectuales, condenando el modernismo y oponiéndose a la evolución del pensamiento y a los avances científicos. Ahora, sobre todo en el ámbito de Occidente, ya tiene casi perdidos a los hombres y más a los jóvenes, y si no se renueva en profundidad y no abre caminos de plena participación  al mundo femenino, también se quedará sin las mujeres. ¿Por quién le vino a la Iglesia el cáncer de la pederastia? No fue por las mujeres.

Hermano Francisco: mal que bien, todos hemos recibido el mensaje de Jesús a través de la Iglesia, el cual da sentido a nuestras vidas. Te pedimos que hagas todo lo que puedas para renovar la Iglesia en el fondo y en las formas para que sea lo antes posible lo más fiel y coherente con el Evangelio. Te consideramos, con Casaldáliga, un regalo de Dios para la Iglesia, pero en los tiempos de hoy, sin contar mucho más con el pueblo de Dios (que está más cerca de ti que muchos eclesiásticos) e incorporar plenamente a la mujer en la Iglesia, eso va a ser imposible. Te pedimos mucho y muy difícil, pero por favor, haz todo lo que puedas: eres la esperanza que nos queda, para que realmente el mensaje de Jesús de Nazaret, con una Iglesia renovada desde sus cimientos, sea un camino de luz, de verdad y de vida para todos los hombres y toda la creación.

Un cordial abrazo, lleno de gratitud y afecto.

P. Faustino Vilabrille Linares   –   Asturias

Editor