Diciembre 12, 2024

María; pobre entre los pobres

 María; pobre entre los pobres

Gracias, María, por ser como fuiste, pobre entre los pobres.

A María de Nazaret la hemos mitificado y encumbrado tanto que hemos perdido la noción y el contenido de lo que realmente fue su vida y su mensaje. Es necesario recuperarlos porque son plenamente válidos para la realidad de nuestro tiempo.

-Cuando te visitó el Ángel para ser madre de Jesús te definiste a ti misma como esclava, porque lo eras, no como señora romana.

-Cuando fuiste, cruzando montañas a atender a tu prima Isabel, no fuiste de crucero eclesiástico, ni de vacaciones pagadas, fuiste a prestar un servicio.

-Allí pronunciaste uno de los pasajes más hermosos y comprometidos del Evangelio, aun hoy y cada vez más, de plena actualidad, cuando dijiste:

“Él (Dios) hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos”.

¡Qué razón tenías María al hablarle así a Dios! Mira: hoy tenemos la misma necesidad de este mensaje, no solo los humanos, cada vez más ricos y poderosos unos pocos y más empobrecidos y oprimidos todos los demás, sino también la misma Tierra que nos sostiene. ¡Ayúdanos a derribar del trono a los poderosos de toda clase: gobernantes, empresarios, políticos, banqueros, cardenales, obispos, porque todos los que son o se tienen por poderosos de este mundo son contrarios al Dios verdadero al que tu te dirigías.

-A las bodas de Caná no fuiste como invitada, sino como sirvienta y supiste estar en tu sitio para sacar de un apuro a los novios: gracias a ti hubo vino, y del mejor, hasta el final y de sobra para todos. Para todos, y no solo para unos pocos, quiere tu Dios que haya de sobra.

Diste a luz en una cueva, ni siquiera en una posada, como aun hoy la inmensa mayoría de las mujeres del Tercer Mundo, mientras hay tantas Iglesias, Catedrales, Monasterios y Santuarios llenos de riqueza: en estos, ni estás tu, ni está tu Hijo, porque el verdadero templo de Dios, donde El habita, son los seres humanos, no esos lugares.

-Cuando, por cumplir la ley, presentaste a Jesús en el tempo, hiciste la ofrenda de los pobres: con los pobres de la tierra ibas caminando por la vida. Tu no quieres regalos de nada, sino que nos preocupemos de tus hijos empobrecidos que están muriendo de injusticia, de hambre, de enfermedad, de ignorancia, de explotación, de violencia, de guerra, de desesperación y tristeza porque les quitamos la tierra en África o América, y tienen que emigrar…

-Porque emigrante fuiste tu en Egipto, muy lejos de tu tierra: de allí nadie te echó ni te apresó la policía, ni te encerró en un CIE como hacemos hoy con los que huyendo del hambre y la guerra, llegan a España, o los vendemos a otro país (Turquía) como hace Europa con los sirios.

-Perdiste durante tres días a tu hijo al que buscabas angustiada. Seguro que hoy estarías aun mucho más angustiada al ver a millones de madres del Tercer Mundo que pierden a sus niños muertos de hambre entre sus brazos (unos 25.000 cada día), o las que tienen que venderlos para la prostitución como en Honduras, o dar un hijo por una vaca en África y a los cuatro años tener que dar otro para seguir con ella otros cuatro años más, o los que son engordados primero y despiezados después como animales de matadero para negociar con sus órganos para trasplantes en el Primer Mundo, o fabricar cosméticos para las madres y las niñas “bien” del primer mundo¡¡¡!!!

-Acudiste a estar al lado de tu Hijo en un momento dificilísimo para su vida, la condena a muerte, la crucifixión, el asesinato de hombre justo, por orden de Pilatos, instigado por los que se consideraban los sagrados guardianes (fariseos, letrados y sumos sacerdotes: ¡¡¡vaya sumos, vaya letrados y vaya sacerdotes!!!) de la religión “verdadera”. ¡Qué contradicción! Eran unos ritualistas leguleyos, fanáticos, farsantes e hipócritas, muy anclados en el pasado, que vivían bien a costa de exprimir al pueblo: por eso Jesús los criticaba muy duramente y con frecuencia. Toda religión que no tiene como centro de su razón de ser la justicia, la lealtad, la solidaridad, el amor, la misericordia hacia los demás, los derechos humanos, la dignidad de las personas, se convierte en una traidora para el hombre y para Dios,aunque le haga reverencias, celebraciones y cultos a todas horas, mientras millones de sus hijos se le están muriendo de pura miseria: son los crucificados de nuestro tiempo.

-Colgado tu Hijo desde el palo alto de la cruz, abrasado de tormentos horribles, pensó en ti y le dijo a Juan: “ahí tienes a tu madre”, para él cuidase de ti como si fueses su propia madre. En tu tiempo las mujeres no pintabais nada, hasta los hombres israelitas daban gracias a Dios por no haber nacido mujer, pero tu Hijo dio un valor y reconocimiento absoluto a todas las mujeres con las que trató, con particular preferencia a las más desgraciadas y despreciadas porque lo necesitaban más: las defendió, las rehabilitó, las escuchó, las dignificó tanto que, después de su muerte fatídica fueron precisamente para ellas sus primeras manifestaciones después de resucitar: el hecho cumbre de su vida. ¿Por qué hizo todo esto? Sin duda porque tu fuiste para El una madre humana extraordinaria, una educadora maravillosa, un modelo de mujer totalmente ejemplar. Gracias, María, porque nos has dado a un hombre tan extraordinario como Jesús. Desde la admiración que sentimos por El y por ti, ayúdanos a imitaros a los dos, defendiendo especialmente a las mujeres, porque el 70% de los hambrientos del mundo son mujeres y niñas, de las cuales una de cada cuatro es violada en algún momento de su vida, o maltratada físicamente de forma habitual dentro del propio hogar. Que por impulso del Papa Francisco pronto seáis oficialmente más reconocidas en la Iglesia, una Iglesia renovada desde sus raíces.

-Finalmente María, después de la Ascensión de Jesús, te reuniste en una casa de Jerusalén, con los Apóstoles, con algunas mujeres y otros familiares (Hechos 1,14). Así nos enseñas que la fe adquiere su mayor sentido y plenitud vivida en comunidad y comprometida con los demás y por los demás, como tantas Comunidades de Base, sobre todo en América Latina, que se reúnen para compartir y celebrar la fe en comunión con los problemas, necesidades y aspiraciones sobre todo de los pobres de la tierra. Los que formamos parte de alguna de estas Comunidades queremos que nuestra vida sea al menos un poco, manifestación y testimonio de lo que fue la tuya.

P. Faustino Vilabriile Linares

A s t u r i a s

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