Cristianos para la Ecología

Cada una de las religiones tiene un impacto particular respecto a los problemas del medioambiente y del desarrollo de la sociedad humana en general.
La religión católica, por su institucionalidad jerárquica internacional ha tenido una postura significativa en la materia. En la historia, después de su larga hegemonía cultural en el Medioevo, después de haber incentivado la civilización con el “creced, multiplicad, dominad”, en el siglo XVIII, entró en conflicto con las ciencias y defendió su doctrina de la creación contra la teoría de la evolución, se afirmó en su metafísica y su humanismo “integral” cerrándose a cualquier otra filosofía como el racionalismo, el marxismo o el existencialismo… Su confusa ‘sacralización’ de las leyes naturales desequilibró poco a poco la participación de los laicos católicos ilustrados en su iglesia. Reveladora fue la disputa en torno a la encíclica “ Humanae vitae (acerca de la regulación de los nacimientos). Se desmovilizaron muchos militantes y la institución eclesial se replegó con su clero dominante en la esfera estrictamente “religiosa”. A pesar de sus buenas intenciones, el concilio Vaticano II no logró actualizar la fe católica y los discursos de la jerarquía se mantuvieron en una postura autoritaria y conservadora. Las perspectivas del Reino de Dios que se construye “en” el mundo se perdieron mucho. Se está asistiendo a una des-catolicización dramática vaciándose las iglesias en Europa y sufriendo en América un éxodo de muchos católicos hacia las sectas. No se conoce bien lo que está pasando con los católicos laicos en África o en Asia.
Se debe partir de este bosquejo de la situación global de la Institución católica para plantear la preocupación actual para la ecológica. El movimiento “Verde” como se lo llamó inicialmente no tiene 50 años. De hecho, el Concilio Vaticano II mantiene las ideas del uso y dominio de los bienes temporales por el hombre, fue la globalización y la preocupación por la supervivencia de la humanidad que abrió lentamente de la mala relación del hombre con su medioambiente. La misma encíclica del Papa Francisco “Laudato Sí” (2015) abrió otras perspectivas. La contra que le hicieron los conservadores al interior de la Iglesia revela la importancia del cambio notorio de su orientación. A pesar de mantener la antropología y la cosmología tradicional (el creacionismo), este discurso largo pero bien documentado propone una visión que restablece la armonía (perdida) del hombre con la naturaleza. Devuelve la importancia de Dios para restablecer las relaciones de los hombres entre sí y consecuentemente con su medioambiente. Declara que para las exigencias de la ecología, la fe en Dios es necesaria; ella podrá reconstruir la fraternidad humana y la responsabilidad adecuada de las masas para salvaguardar el medioambiente. En este texto, se descubre el Papa más preocupado en movilizar a los cristianos que en establecer convergencias doctrinales. Para él la Verdad se percibe mejor en una realización eficaz (verificación).
Desgraciadamente, el escándalo de los abusos sexuales del clero a todo nivel y en todos los países ha bajado el perfil de este documento.
A pesar de todo, unos Grupos de jóvenes en Chile como en otros países se reúnen interrogando a las religiones sobre el tema de la ecología. Para sus nuevos compromisos buscan encontrar en las instituciones religiosas y en los creyentes un inteligencia, unas motivaciones y unos apoyos para su acción. Recientemente en Santiago y en otras ciudades de Chile unos estudiantes organizan unas mesas de diálogo interreligioso y unas manifestaciones sobre estos temas.
Para imaginar líneas de acción posibles y eficaces. Es necesario profundizar en la situación particular de la Iglesia chilena.
Previo al Concilio, en Chile, como en muchos países, la acción católica (antigua) ha sido un despertar laical con la creación de partidos ( DC, IC…), sindicatos y movimientos inspirados en las enseñanzas sociales de la Iglesia. Esto significó un cambio importante si se recuerda las alianzas anteriores de la Institución católica con las elites conservadoras. Para enfrentar los problemas del (sub)desarrollo (Reforma agraria, Educación…) unos obispos ilustres de la época, en un principio, avalaron, estos movimientos jugando un rol de pastores conscientizadores pero cuando intervinieron otros actores políticos más radicales (socialismo, marxismo…) prefirieron tomar distancia dejando los laicos con sus distintos compromisos políticos . La aparición del movimiento “Cristianos para el socialismo” fue reveladora de esta aspiración de los laicos para la defensa de la autonomía de las realidades terrenas. Pero el golpe del Estado y el régimen militar posterior pusieron término a este despertar laical y los obispos, con su autoridad moral tuvieron que asumir la defensa de los derechos humanos.
Posteriormente, con sus estructuras diocesanas y parroquiales y un apoyo internacional, la Iglesia cumplió su rol asistencial a favor de las poblaciones dejadas en la miseria (Caritas). Promovieron numerosos proyectos de desarrollo y para esto los obispos encontraron un laicado cooperador para sus departamentos de acción social, sus fundaciones… Pero posteriormente. aprovechando la prolongación del régimen militar y el termino de las emergencias sociales, el Vaticano logró un cambio drástico en la pastoral nacional por la selección de nuevos obispos conservadores, Es así que en el pontificado de Juan Pablo II la Iglesia chilena emprendió un repliegue institucional. Con un mayor dirigismo pastoral, un clero formado en los seminarios intervenidos, la Institución eclesial se recluyó en una pastoral sacramental. Se multiplicaron los diáconos, se multiplicaron las devociones a los santos, se volvió a incentivar la educación confesional y se promovieron unos movimientos espiritualistas pero también se perdió un laicado comprometido en las tareas temporales.
Todo esto en medio de una sociedad que evolucionó muy rápidamente con desigualdades, delincuencias y corrupciones pero también con una mayor emancipación femenina, más tolerancia, inclusiones, divorcios, uniones gay…
El drama poco esperado de los abusos clericales y de sus encubrimientos institucionales estalló en este contexto. Se destituyeron obispos, destacados sacerdotes fueron denunciados, unas comunidades enteras levantaron críticas severas a las instituciones eclesiásticas, se creó un movimiento sinodal auto-convocado de laicos críticos de la Institució. La Iglesia, toda, empezó a vivir un tiempo de espera, muchas diócesis están sin obispos. Las parroquias siguen actuando con mayoría de personas de la tercera edad, los sacerdotes predican como si “aquí no pasó nada”, nadie se atreve a dar cifras de católicos que se marginaron , de las bajas en las estadísticas de bautismos , de matrimonios…bajas en el financiamiento de la institución, nadie se atreve a evaluar los resultados de la promoción de la fe en los colegios y universidades católicas pero en las estadísticas, las cifras de credibilidad de la Iglesia católica han bajado cómo nunca antes en la historia del país.
Es en el contexto tan especial que unos grupos de jóvenes universitarios se reúnen para organizar una mesa de diálogo interreligioso para la defensa del medioambiente. Sorpresivamente, se refieran a la encíclica “Laudato Sí” del Papa Francisco que ya tiene cuatro años de su publicación. Ellos son un signo de los tiempos como lo es el viaje de la joven activista sueca Greta Thunberg que interpeló a la ONU incomodando a muchos, como lo son las manifestaciones que ocurrieron en todo el país. Otro signo de los tiempos particular para Chile es la organización de la COP25 que debe reunirse, en diciembre, con representantes de 150 países. Esta cumbre pretende controlar las medidas consensuadas anteriormente para limitar el calentamiento global y se buscará ampliar el programa ecológico.
La defensa del Medioambiente es una tarea urgente e inevitable. Es imposible trazar líneas de acción en este artículo, menos todavía entrar en discusiones doctrinales pero si se puede dejar algunos interrogantes localizados en la situación nacional de Chile.
¿Cómo podrán multiplicarse las iniciativas de las mesas juveniles interreligiosas en Chile?
¿Podrán abrirse diálogos ecológicos en las parroquias, en las diferentes iglesias y movimientos?
¿Podrá el episcopado chileno convocar a unos gestos de solidaridad eclesial con la cumbre de la COP5 en diciembre?
¿A nivel individual, cuales gestos de cambios de vida concretos se pueden proponer para involucrar las personas?
¿Bastará el convencimiento de unas elites cuando el problema es global? O ¿Cómo cambiar la cultura individualista imperante?
¿Cómo re-interpretarse mejor el usufructo humano del lo animal, vegetal y mineral?
¿Qué confianza tienen en la humanidad y en Dios como para creer que se pueda evitar un cataclismo global?
Paul Buchet
Consejo Editorial de Revista “Reflexión y Liberación”