Abril 19, 2024

Fracaso en chileno

 Fracaso en chileno

Tenemos una  secreta vergüenza colectiva al presenciar todo lo que se ve en margen de las manifestaciones. Podemos profundizar esto  descubriendo la responsabilidad colectiva de todo lo ocurre.

La crisis por la que pasa Chile es un fenómeno complejo. Es una reacción popular juvenil, una protesta masiva, una sublevación con tinte anarquista, son  huelgas y paros de instituciones y organizaciones. No  es fácil de precisar las razones de todas las demandas que expresaron. Menos todavía se puede explicitar  las sin-razones de la ira y de las violencias, fogatas, saqueos, e incendios. Tampoco se entiende los brutales desbordes de la represión policial o militar. ¿Quiénes son en realidad los culpables de todo esto: personas determinadas, el gobierno, el modelo económico, la política, el sistema?

Antes de denunciar los causantes vale la pena mencionar el curioso fatalismo de muchas personas que poco se implican en todo lo que ocurre. Para éstas, el desastre es  “mala suerte” como la de otros países que han vivido lo mismo. La vida les parece un “valle de lágrimas” que hay que sufrir. Comparan la situación con las catástrofes naturales: los terremotos, tsunamis, erupciones volcánicas…Llegan  a pensar que Dios creó el mundo ¿“así”, Todo sigue  bajo su “permiso”, no será  que “castiga” pero…!!!  Para esta gente  todo queda en esto sin ir más a fondo de las cosas ,viviendo su pequeña vida.

Otros fácilmente designan culpables y muchas veces con razón. Podrán  acusar  fácilmente los mandamases de lo que ocurre: los gobernantes, los políticos, los directivos de Instituciones…Al respecto,se puede recordar que Jesús fue bastante severo para con las autoridades de su tiempo. Trató de “Zorro” al rey Herodes por ej. (Lucas 13,32) decía:  “¡Ay de ustedes los Escribas y Fariseos…!” (23,13ss).

Más sutiles son las acusaciones de culpabilidades de  los sistemas: el gobierno, la política  el modelo económico neoliberal, las leyes, la policía, la Constitución…Es acusar anónimamente, acusar en bloque, acusar a los antepasados olvidando lo que es la democracia, la representatividad, la convivencia ciudadana.

La cultura de la pantalla de televisión nos hace descubrir posibles responsabilidades personales de lo que ocurre. Pronunciándonos  como  jueces  de los buenos o mal hechores que aparecen en los noticieros, se absuelve  a unos y se condena  a otros. Valen los dichos de Jesús de “no juzgar” y de sacarse la biga en el ojo propio antes de ocuparse de la paja en el ojo ajeno.

No debemos desautorizar todo juicio y menos todavía tipo de toma de posición  pero, antes, conviene recordar la responsabilidad “colectiva” por las crisis. Chile es nuestro, y somos todos culpables, los viejos más que los jóvenes porque el pasado es nuestro y la situación actual del país es la que hemos creado colectivamente. Cada uno por lo propio, mucho o poco  hicimos  mal las cosas, nos equivocamos, no hicimos lo suficiente, no nos ensuciamos las manos para que fuera distinto o, peor, farrearnos las cosas…Los jóvenes tiene que saber de esta responsabilidad cuando se la juegan para un  futuro mejor. Que sepan que su compromiso será siempre relativo e imperfecto pero que la fe nos permite esta audacia.

Quien no concibe esta responsabilidad colectiva, mejor que ni hable de lo que está pasando. Jesús fue siempre claro, predico la “conversión” personal el cambio que operar  para seguirle. Jesús quiere cambiar no solamente las personas sino la sociedad entera. Murió para los hombres de todos los tiempos, su visión es la de una Salvación histórica y progresiva hasta llegar a ser definitiva.

La construcción social ha sido muy importante por los cristianos a todo lo largo de la historia de la Iglesia  pero en estos últimos tiempos la idea social se debilitó. La crisis actual del país  nos evidencia la irresponsabilidad misma de la Iglesia que anticipó la crisis por su cuenta. La corrupción del clero encerró la feligresita en lo ritual y sacramental, en la espiritual y devoción individual. Los cristianos que se comprometieron en la construcción del Reino de Dios en el mundo se marginaron de las vivencias eclesiales. Corresponde reconstruir la cristiandad como hay que reconstruir la misma ciudadanía en Chile.

En definitiva, el fracaso social no es de lamentar porque una crisis no es un cáncer, sino un mecanismo vital para la sociedad salir adelante. Es la oportunidad de recuperar responsabilidades, de descubrir nuevos caminos rectificando la orientación  del desarrollo de la humanidad. Cambiemos nuestras vida tomando nuestras responsabilidades personales y  comprometámonos  en hacer futuro en Chile.

Cristo es el “Camino” y nos prometió estar con nosotros hasta el final del mundo (final del evangelio de San Mateo).

Paul Buchet   

 

 

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