Abril 19, 2024

¿Iglesia poder o Iglesia profética?

 ¿Iglesia poder o Iglesia profética?

(Laicado de Osorno).-

Hoy, todos reconocen que la Iglesia Católica chilena está sumida en una inmensa crisis de credibilidad, confianza e identidad, por los graves abusos sexuales, de conciencia y de poder que ya son conocidos. La propia Santa Sede y el Papa, tardíamente, intervinieron a la Conferencia Episcopal. Nada de esto hubiera sido posible sin la activa participación de los laicos y laicas de Osorno que lográramos no solo sacar al obispo encubridor de nuestra Diócesis, sino que con Fe, convicción y constancia, además de diversas acciones efectuadas bajo la No violencia activa, estremecieron los cimientos mismos del Vaticano.

Ahora, compartimos esta breve reflexión para referirnos al nombramiento  del obispo Celestino Aós como nuevo Arzobispo de Santiago. Lo hacemos desde nuestra experiencia personal ya que lo conocimos hace algunos años cuando fuimos a protestar a Punta de Tralca (noviembre de 2016) mientras sesionaban los obispos reunidos en su Asamblea Plenaria. Lo hacemos con la convicción de aportar a un debate tan justo como necesario, tomando la premisa que nos otorga el Concilio Vaticano II: La Iglesia somos todos los bautizados y nos corresponde a los laicos y laicas participar en las diversas instancias de la Iglesia para un mejor servicio a la pastoral, a la Parroquia y al consabido bien común.

Cuando estábamos en la reunión en una de las dependencias de la Casa de Retiros de Punta de Tralca, con los obispos, Alejandro Goic, René Rebolledo y Celestino Aós, expresamos nuestros fundamentos sobre la necesidad imperiosa que saliera lo más pronto posible el obispo Barros de Osorno. Se nos escuchó y contestamos algunas preguntas de los prelados que  tomaron nota por escrito de lo conversado. En esa oportunidad, nos llamó la atención que el único obispo que no habló ni consultó nada, fue precisamente Aós…Es más, este religioso siempre nos miró con una mezcla de cierta incredulidad y menosprecio…Esa fue la sensación que sentimos. Era notorio que quería que la reunión terminase lo más pronto posible y su incomodidad por estar ahí.

Con el pasar del tiempo, observamos que este obispo asentado en la Diócesis de Copiapó, nunca se refirió a los sucesos de Osorno, tampoco demostró interés por conocer nuestros argumentos y variadas actividades de oposición al nombramiento  impuesto de Barros. Tampoco se refirió a ninguno de los graves y múltiples casos de abusos de no pocos sacerdotes y religiosos que llegaban a los tribunales eclesiásticos o civiles. Guardó silencio también cuando se conoció la terrible verdad del depredador sexual Karadima y lo mismo cuando se sentenció, judicialmente, por abuso sexual a una menor al Legionario John O’Really.

Y, ahora cuando asume como nuevo Arzobispo de Santiago y lee su homilía de agradecimiento en la Catedral de Santiago. No se refiere a los motivos y consecuencias del trauma que vive la Iglesia, usa un lenguaje acomodaticio como si ya todo hubiera pasado y no pide perdón a todas las víctimas de abusos clericales en ese Templo simbólico. Peor aún, estaba acompañado del obispo Ricardo Ezzati -su antecesor- conocido por su mal trato al laicado y con cuentas pendientes ante la justicia civil, por posibles encubrimientos de abusos en la principal Arquidiócesis.

En otro aspecto más contingente, nos consta el enorme malestar que existe en un vasto sector de la feligresía y especialmente en el mundo juvenil universitario, porque en la homilía de monseñor Aós no estuvo presente el grave hecho de que en Chile se violan los derechos humanos. Tampoco una palabra de consuelo o aliento a los cientos de jóvenes torturados y mutilados en sus ojos  y,  menos una palabra sobre la violenta represión de  Carabineros en varias poblaciones populares del gran Santiago. Ante estas reiteradas violaciones a los derechos ciudadanos -consagrados en la Constitución- solo un silencio vergonzoso e inaceptable. Así, tratando de estar por sobre el bien y el mal, es fácil hablar irresponsablemente de la “violencia”.

Vergonzoso, porque la Iglesia de Santiago tiene una larga tradición de estar con los perseguidos, torturados y violentados en sus derechos ciudadanos, desde los tiempos en que el Cardenal Silva Henríquez -proféticamente-  fundó el Comité Pro Paz y, luego, la Vicaría de la Solidaridad, cuyo trabajo humanitario fue y es reconocido mundialmente.¿Habrá leído esta noticia Aós?: “El Papa Francisco recordó que la tortura es un pecado mortal y pidió a los cristianos que se comprometan a ayudar a las víctimas”.(Roma, 2014 y 2018).

Inaceptable, porque Aós en su prédica no consideró -a la luz de los variados escándalos, intrigas y abusos-  lo que el propio Papa Francisco señaló claramente en suCarta al Pueblo de Dios que peregrina en Chile”: “Se nos exige… Una Iglesia profética y, por tanto, esperanzadora reclama una mística de ojos abiertos, cuestionadora y no adormecida. No se dejen robar la unción del Espíritu”.

Como laicos y laicas de Osorno, una vez más, entregamos nuestra reflexión ante hechos que nos parecen graves y que siguen afectando la credibilidad y el rumbo de la Iglesia Católica. Esperamos que, en conciencia, recapaciten, especialmente el obispo Aós que fue recientemente nombrado en la principal Diócesis del país. Además, hemos de considerar que esa sede episcopal le otorga al Pastor la misión de ejercer un liderazgo eclesial sustentado en una praxis pastoral-misional creíble y alejada de todo temor o sometida al poder terrenal de turno.

Volvemos a repetir con la fuerza, sencillez y convicción que nos asiste el poder de la Fe y del Espíritu: Nosotros, no podemos callar lo que hemos visto y oído(Hechos 4:20).

          Mario Vargas Vidal                              Danilo Andrade Barriento

Vocero Comunidad – Osorno                       Laico Ignaciano – Osorno

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