“La pobreza, en la Biblia y en nuestro tiempo no es una cuestión meramente económica. La pobreza es mucho más que esto. La dimensión económica es importante, quizás primaria, pero no es lo único”, dice Gutiérrez.

Tomando nota de que hemos llegado a ser más conscientes de las múltiples dimensiones de la pobreza, Gutiérrez dice que “la pobreza era claramente el punto de partida de la teología de la liberación, aunque no habíamos comprendido completamente su complejidad o variedad”.

El sacerdote dominico reiteró que los teólogos de la liberación se refieren a los pobres en un sentido sociológico, como personas “que son invisibles y y no tienen derechos”. “Es posible ser insignificante por varias razones: Si usted no tiene dinero, en nuestra sociedad es insignificante; el color de su piel puede ser una razón más para ser considerado insignificante … lo que es común entre los pobres es la insignificancia, la invisibilidad, y la falta de respeto”, alerta. Así, “el sentido de la no-persona puede ser causada por varios prejuicios”, ya sea por motivos de raza, sexo, cultura o estatus económico.

Luego agregó que “la pobreza es hoy un fenómeno de nuestra civilización globalizada. Durante siglos, los pobres han estado cerca de nosotros, vivieron más o menos cerca de nosotros, en la ciudad o en el campo. Sin embargo, hoy nos hemos dado cuenta de que la pobreza va mucho más allá de nuestra mirada, es un fenómeno global, si no universal. La mayoría de los seres humanos en el mundo viven en la condición que llamamos la pobreza”.

Este es un punto de inflexión, según el padre Gutiérrez. Hizo hincapié en que en los libros espirituales, morales o litúrgicos del pasado, los escritores “simplemente hablaron de cómo ayudar directamente a los pobres, que estaban cerca de nosotros”. Pero “hoy debemos ser conscientes de que nuestros vecinos están cerca y lejos. Debemos entender que una relación de ‘barrio’ es el resultado de nuestro compromiso”.

Alberto Ñiquen  –  La Mula