Marzo 28, 2024

El cambio social a través de la cultura y el arte.

 El cambio social a través de la cultura y el arte.

El cambio social a través de la cultura y el arte. Una mirada desde Bertol Brecht.

Fernando Astudillo Becerra[1]

“Al río que todo lo arranca lo llaman violento, pero nadie llama violento al lecho que lo oprime”.  Bertol Brecht

 Los resultados del domingo 21 de noviembre de 2021, fueron un verdadero terremoto político. Más graves e incomprensible para las izquierdas si se tienen en cuenta los sucesos políticos que tuvieron su culmen en Chile a partir del 18 de octubre de 2019, con la revuelta social.

Esos resultados, que dan un triunfo electoral a la derecha, parecen no tener lógica a la luz del profundo movimiento social que se produjo que, aparentemente, demandaba cambios radicales en las estructuras sociales y políticas del país y que se expresó en el “Chile despertó”.

Se confundió el descontento generalizado, con un compromiso transformador por la  superación del capitalismo, se pensó equivocadamente que  existía un cambio cultural que permitiría provocar la construcción de otro modelo, superior en dignidad y derechos al  imperante.

 El tema de la cultura como un elemento de transformación cobra especial vigencia en el Chile de hoy, en realidad en la humanidad de hoy,  invita a la reflexión, a la denuncia social, a la acción por el cambio de una sociedad que está consumida y destruida por el capitalismo cultural y económico, que hoy se viste de neoliberalismo.  ¿Por qué esto no se expresa en la participación electoral y en la forma como las personas votan y eligen a sus representantes?

Pareciera ser que el problema es esencialmente cultural y es por ello que resulta actual y pertinente remirar y estudiar la posición de Bertol Brecht, sobre la cultura y el arte como un agente transformador, ya que través de lo que llamó el teatro épico incorporó un amplio contenido político en sus obras y buscó gestar un cambio social a través de la educación.

En el contexto histórico donde  actúa, la mayoría de sus piezas literarias fueron censuradas debido a sus críticas a la clase media alemana y por la represión nazi. Su obra se caracterizó por el alejamiento reflexivo y la observación crítica.  Cuestionó la moralidad y la ética de la guerra, y denunció a los mercaderes de ella.

En sus obras invitaba a la reflexión sobre la base de una dura crítica al sistema capitalista y animaba al público a asumir una actitud política frente a los hechos históricos y sociales de su época. Su forma de hacer teatro fue calificada como épica, entre otras cosas porque entendía al artista y al arte como la conciencia de la realidad y como una herramienta de educación política.

Junto a Walter Benjamin son representantes del marxismo cultural, que toma a la cultura como objeto de análisis y que consecuentemente con ello estudia la cosificación de las relaciones sociales, fundada en el fetichismo mercantil inherente a la sociedad de masas.

Su teatro propone contradicciones, profundos análisis sociales, acompañados en diversas ocasiones de climas de humor y juego.

El teatro de Brecht analiza profundamente y genera análisis más allá de la escena, ya que el espacio ocupado por el espectador, él lo considera también como un espacio teatral.

Propone un teatro al que llama  “épico” y que se confronta al teatro “dramático”. Más tarde preferiría el término de Teatro Dialéctico para enfatizar el elemento de la argumentación y la discusión.

Desarrolla su teatro didáctico poniéndolo al servicio de la revolución. La obra didáctica necesita ser representada, siempre apunta al despertar del sentimiento colectivo entre los integrantes.

Iniciando su radical sustitución de la dramaturgia tradicional, piensa el arte del teatro por y para los hombres de nuestro tiempo, liga fuertemente al contexto sociopolítico en que se encuentra inmerso, que nada de lo que al hombre atañe como ser histórico le es ajeno.[2]

El contenido político de la obra de Bertolt Brecht se puede analizar en dos dimensiones:

Frente al ser humano y la sociedad y sobre el marxismo.

Respecto de la primera,  lo que le inquieta e interesa es crear un arte teatral que esté a la altura de los tiempos, que pueda dar cuenta de la época en la que vive y no se quede anclada en el pasado. Un arte que no esté mistificado como un culto, sino que esté desacralizado y basado en las experiencias; que sea a la vez instructivo y divertido; que sea para los seres humanos de su tiempo, permitiéndoles comprender y transformar el mundo en el que viven y ser dueños de su propio destino, que tome en cuenta tanto los avances de la ciencia y la tecnología, como la nueva mentalidad que surge de ellos.

En cuanto a la desmitificación y desacralización del arte, se trata de un objetivo que comparte con Walter Benjamin. Este filósofo, trata de dar cuenta de los aportes del teatro épico y lo dice de la siguiente manera:

El teatro épico hace justicia a una circunstancia a la que se ha prestado una atención menguada (…) El foso que separa a los actores del público como a los muertos de los vivos, ese abismo cuyo silencio acrecienta la nobleza en el drama y cuya resonancia aumenta la embriaguez de la ópera, abismo que comporta más imborrablemente que cualquier otro elemento de la escena las huellas de su origen sacral, ha ido perdiendo más y más su función. La escena está todavía elevada. Pero ya no emerge de una hondura inescrutable: se ha convertido en podio. La pieza didáctica y el teatro épico son una tentativa de instalarse en ese podio[3].

Esto se conjuga con la noción que plantea Brecht en el “Pequeño organon”[4] para el teatro, de que, si bien el teatro surge del rito, precisamente se convierte en teatro al separarse de aquel[5].

Para Benjamin muchas de las innovaciones de Brecht en el teatro están vinculadas con las nuevas técnicas desarrolladas desde la fotografía y el cine. Por lo tanto, se trata de la adaptación del teatro a una nueva época en la que el arte puede ser reproducida técnicamente, eliminando en el teatro un simbolismo conectado con su origen ritual.   Esto entre otras cosas, tiene que ver con la relación entre instrucción y entretenimiento, su concepción sobre el balance entre ambos -instrucción y entretenimiento- fue evolucionando a través de su vida desde una postura en la que se puede decir que se inclinaba más hacia una idea de la instrucción que al mismo tiempo era entretenida, hasta una posición que plantea más bien el entretenimiento y la diversión como los principales fines del teatro. En sus escritos más tempranos su énfasis está en tratar de vencer la separación entre instrucción y entretenimiento, planteando que aprender también puede ser una actividad placentera y, de esta manera, defiende el estatuto artístico del teatro didáctico: La oposición entre aprender y divertirse no necesita ser fatal por naturaleza, (…) hay un aprender gozoso, combativo y alegre. (…) Si no existiera un aprender divertido, el teatro sería, por toda su estructura, incapaz de enseñar. (…) El teatro sigue siendo teatro, también cuando es teatro didáctico, y siempre que sea buen teatro será divertido[6].

Su visión es coherente con un arte desmitificado que trate de dotar de herramientas a los seres humanos para la intervención y transformación en el mundo. En términos generales, su concepción principal sobre el ser humano y la sociedad es consecuente con la mirada marxista que comprende que ambos -ser humano y sociedad- son transformables. Rompe con las filosofías idealistas que conciben una naturaleza humana eterna e invariable, mostrada en su esencia en las obras de arte y rompe también con una mirada conservadora sobre la sociedad, que la percibe como un destino que está fuera de las posibilidades de decisión y moldeo por parte de las personas.

Para Brecht, ser humano y sociedad son proyectos, uno de los grandes problemas de su tiempo es que las personas ven los asuntos humanos tan incontrolables y fatales como los fenómenos naturales. Pero no solo propone una mirada crítica, desde una mirada filosófica, sociológica y política, a los grandes fenómenos sociales como las guerras, también propone una mirada científica sobre estos asuntos y sobre los fenómenos más microsociales como las relaciones entre hombres y mujeres.

Su propuesta está en consonancia no solo con el marxismo sino también con los aportes de la sociología desde el siglo XIX: dejar de mirar la sociedad como si fuera un destino, algo que no podemos cambiar y aprender a verla científicamente, prácticamente como algo que hacemos los seres humanos.

También propone como contenido de sus obras el hecho de mostrar las causas de los males y los medios para evitarlos. En “Cinco dificultades para escribir la verdad”[7], plantea:

“Quien quiere hoy día combatir la mentira y la ignorancia y escribir la verdad, tiene que vencer por lo menos cinco dificultades. Deberá tener el valor de escribir la verdad, aun cuando sea reprimida por doquier; la perspicacia de reconocerla, aun cuando sea solapada por doquier; el arte de hacerla manejable como un arma; criterio para escoger a aquellos en cuyas manos se haga eficaz; astucia para propagarla entre éstos. Estas dificultades son grandes para aquellos que escriben bajo la férula del fascismo, pero existen también para aquellos que fueron expulsados o han huido, e incluso para aquellos que escriben en los países de la libertad burguesa”.[8]

Se refiere a evidenciar el capitalismo y los explotadores como los causantes de los problemas que aquejan a la humanidad. Conectado con la desnaturalización de lo social, se refiere a que se vean las guerras, el hambre y los grandes problemas de la humanidad, no como fenómenos naturales, sino como consecuencias del sistema opresor y explotador. Es por esto que plantea que sus obras siempre lidian con asuntos políticos. Aclara que no se refiere a que todas las obras tengan que ser propaganda política, pero acepta la propaganda como una de las formas de escribir teatro.

Sin embargo, no debe entenderse que el teatro épico pretenda ser moralizante. Es así que no habla en nombre de la moral, sino de quienes son perjudicados por las injusticias. El carácter no moralizante del teatro épico, dialéctico o realista se conecta con uno de los conceptos que me parecen más productivos dentro de su contenido político: su interés por mostrar seres humanos concretos, en construcción.

Brecht parte de la idea marxista de que la esencia humana es el ensamblaje de todas las relaciones sociales de todos los tiempos y de que la conciencia de las personas está determinada por su existencia social, por lo tanto, tiene una concepción histórica y materialista del ser humano. También es una noción que asume el fluir de la existencia y de la identidad del individuo. Reconoce la continuidad del ego como un mito y esto intenta evidenciarlo en su teatro, mostrando los seres humanos como algo no terminado, como seres que se desarrollan gradualmente en la palabra y la acción[9].

Busca que nos entendamos dueños de nuestro propio destino, pero no de una forma ingenua o idealista. Partiendo de una concepción materialista reconoce que no todos los seres humanos creamos las situaciones de miseria y hambre. Hace énfasis en que algunos -los explotadores- han creado esta situación y otros -el proletariado- las padecen. Pretende que estos últimos no solo padezcan su situación, sino que la transformen. Y todo ello quiere mostrarlo a través de la ligereza y la belleza del arte. Se trata, de crear un arte para el ser humano.

La pregunta que nos formulamos es cuál es la conexión explícita que establece el autor entre su teatro y la teoría marxista, para ahondar en cómo esta perspectiva aporta al contenido político en su teoría teatral.

Entiendo que Brecht no concibe el marxismo como una visión del mundo, sino como una manera o método para estudiarlo y transformarlo, no como una mirada ya terminada de la realidad. Es por eso que plantea que la teoría también debe ser interpelada y enriquecida por lo que ocurre en el mundo y que se hace preciso continuar investigando los acontecimientos y no conformarse con unos cuantos principios o dogmas marxistas. Con esto se pone en contradicción con el esquematismo y formalismo que caracterizó buena parte de la “ teoría marxista” bajo la interpretación estaliniana.

Ahora bien, ¿qué elementos podemos encontrar en su teoría teatral  que se vean influenciados por ese método de mirar la realidad que es el marxismo?

En primer lugar, plantea la necesidad de tener un conocimiento amplio del mundo, en oposición a solo conocer “hechos pequeños”.

Aparte de los propios sentimientos, hacen falta conocimientos que se adquieren y métodos que se aprenden. A todos los escritores de este tiempo de confusión y grandes cambios les es preciso conocer la dialéctica materialista, la economía y la historia. (…) La gente que solo toma nota de pequeños hechos, no está en condiciones de hacer manejables las cosas de este mundo. Y sin embargo la verdad tiene este único objetivo, no otro[10].

Con este planteamiento asume la posibilidad y necesidad de apelar al conocimiento de la totalidad, en oposición a solo conformarse con micro-teorías, busca que en sus obras se pueda presentar una visión manejable del mundo.

En segundo lugar, la atención de su teatro sobre las contradicciones. Por tanto, una obra de teatro épico siempre buscará mostrar lo que hay de contradictorio en los fenómenos sociales. Así  propone una relación dialéctica y contradictoria entre razón y emoción en el trabajo de los actores y en las reacciones que se esperan del público; entre cercanía y distancia a la realidad abordada, tanto desde los creadores como desde los espectadores; entre lo dramático y lo épico en la construcción de la obra; entre instrucción y entretenimiento; entre el tratamiento del ser humano como individuo, pero con su carácter social; entre lo general y lo particular. En definitiva, se trata de un procedimiento de unidad de contrarios, que se puede decir que forma parte de ese método dialéctico de mirar la realidad que es el marxismo.

En tercer lugar, la historización de los eventos. La define como la mirada sobre un sistema social particular desde el punto de vista de otro sistema social, los cuales resultan del desarrollo de la sociedad. En cierta forma, la historización implica el reconocimiento de que los sistemas sociales son perecederos.

En cuarto lugar,  la concepción de cambio y transformación,  parte del contenido que es mostrar que la vida de los seres humanos como la conocemos, no está determinada, sino que al contrario está en permanente cambio y transformación, desde las emociones, hasta los sistemas económicos y políticos.

En quinto lugar, la noción de que todas las personas están sujetas a la lucha de clases, no son excepción los artistas.

Todo arte es político. Lo que propone, es que los artistas se unan conscientemente a la lucha de clases, asumiendo el carácter material, real, social del arte y venciendo las mistificaciones existentes sobre lo elevado de esta actividad. Plantea que no se trata de una decisión emocional o compasiva, sino crítica, aunque esto con lleva una necesaria parcialidad.

Sobre su propio compromiso plantea: “No me he dejado llevar por la compasión. No he sentido nunca compasión por el proletariado, tampoco la siento por la burguesía. La dialéctica ofrece la posibilidad de dejar hablar a los dos partidos sin renunciar a la parcialidad. ¿Cómo se va a combatir sin ella?” [11]

La mirada marxista de la realidad le permitió, en la amplia lucha contra el fascismo y la guerra en la cual se encontraban artistas e intelectuales de diversas tendencias  ideológicas, plantear el capitalismo y la propiedad de los medios de producción como raíz de todos estos problemas.[12]

Mientras haya capitalismo habrá guerra. (…) La lucha por la paz es la lucha contra el capitalismo[13].

En los textos compilados en El compromiso en literatura y arte, reitera que no se puede luchar contra el fascismo y la guerra sin luchar contra el capitalismo.

Busca la profundización de la mirada sobre los fenómenos sociales a partir de esa perspectiva filosófica- políticas que caracteriza su pensamiento y ésta, implica reconocer el problema económico como parte fundamental de los graves problemas políticos que aquejaban su tiempo.

Concluyendo, Brecht nos interpela y, probablemente, el principal aporte que nos hace, está en poner en el centro la cultura, como el elemento esencial para transformar la sociedad.

Reconoce de forma explícita en sus escritos como influencia del marxismo el método para tener una mirada amplia y totalizadora de la realidad; para poner atención y evidenciar las contradicciones; para historizar; para develar el carácter cambiante y transformable de la realidad y el ser humano; para que los artistas tomen posición dentro de la lucha de clases; para reconocer la propiedad privada sobre los medios de producción y el sistema capitalista como el fundamento de las guerras y el fascismo.

El marxismo, se ve enrriquecido por Brecht ya que es una fuente para el marxismo cultural, crítico y heterodoxo, por algunos elementos como es : su defensa de la libertad artística y su rechazo de la censura; su mirada filosófica sobre la realidad y el arte y, sobre todo, su humanismo, que lo lleva a presentar al ser humano, al individuo concreto del día a día con una perspectiva que está comprometida políticamente, al mismo tiempo que profundiza existencialmente.

Plantea, desde la teoría y la práctica, la posibilidad de transmitir desde un arte popular, el deseo y entusiasmo por transformar, mostrando estas ideas a través de la reflexión, la interrupción, el disfrute, la risa y el entretenimiento.

Todo lo anterior, como un anhelo y una tarea de hoy, para pasar de la disconformidad generalizada, a la conciencia mayoritaria de que debemos superar el capitalismo para alcanzar el verdadero desarrollo y la felicidad, solo así será posible la construcción de otro orden social, económico y cultural. Solo así será posible otro mundo.

BIBLIOGRAFIA.

Adorno, Theodoro & Horkheimer, M. (1969). Dialéctica del Iluminismo. Buenos Aires: SUR.

Benjamin, W. (1973). Tentativas sobre Brecht. Madrid: Taurus.

Benjamin, W. (2015). La obra de arte en la época de su reproducibilidad técnica. Caracas: El Estilete.

Brecht, Bertolt. (1964). Brecht on theatre the development of anaesthetic. New York: Hill and Wang.

Brecht, Bertolt. (1973). El compromiso en literatura y arte. Barcelona: Ediciones 62.

Brecht, Bertolt. (2012). Teatro completo. Madrid: Cátedra.

Brecht, Bertolt. (2014). Brecht sobre rendimiento. New York: Bloomsburry. Editores: Tom Kuhn, Marc Silberman, Steve Giles

Bertolt Brecht. La ópera de dos centavos. Ediciones Losange,. Buenos Aires .1957.

Jaume, Marcelo. Mahagonny: surrealismo y dialéctica. LAOCOONTE. Revista de estética y teoría de las artes Nº 4. España 2017, págs. 126-133.

Pizarro, Lenin. Apuntes de clase. Magister en Filosofia Universidad de Valparaíso, diciembre 2019, enero 2020.

Rodrigo, Dulcinea. el origen del teatro épico. fundamentos para una práctica revolucionaria. SCIENTIA HELMANTICA. Revista Internacional de Filosofía. Número 1, España, 2013, págs. 137-163.

[1] Es hijo de Alberto y Mercedes, un sastre y una modista de Valparaíso. Abogado, Doctor en Derecho, Magister en Derecho Público, Magister (c) en Filosofía con mención en pensamiento contemporáneo. Universidad de Valparaíso. Correo electrónico: fernando@astudilloabogados.cl

[2] Pizarro, Lenin. Apuntes de clase Magister en Filosofía, Universidad de Valparaíso, diciembre  2019, enero 2020.

[3] Benjamin, Walter. (1973). Tentativas sobre Brecht. Madrid: Taurus. Benjamin, 1973, pág. 40.

[4] Esta obra de Brecht es un ensayo donde se rechaza la identificación y se propone el distanciamiento como método necesario para realizar un teatro de calidad, acorde con los nuevos tiempos. El tema fundamental del libro consiste en convencer al lector de que el teatro es a la vez un instrumento lúdico y un vehículo de acción y concienciación social, inmerso en la tarea global de luchar en contra de los opresores y a favor de los oprimidos, tomando la productividad como tema, adaptando el materialismo dialéctico, apelando al efecto del distanciamiento y abdicando de la técnica de la identificación, que mantenía el poderío de la clase burguesa.

[5] Brecht, Bertolt. (1964). Brecht on theatre the development of anaesthetic. New York: Hill and Wang.

[6] Brecht, Bertolt. Brecht sobre rendimiento. Editores: Tom Kuhn, Marc Silberman, Steve Giles New York: Bloomsburry. 2014, pág. 74.

[7] En 1934, cuando el nazismo en Alemania se hallaba en pleno ascenso político, el poeta y dramaturgo Bertolt Brecht (Ausburgo 1896, Berlín 1956), escribió un breve ensayo en el que sugirió a sus connacionales cómo denunciar el ambiente de hostilidad social y política que padecían. Poco después de la publicación de este texto, Brecht tuvo que exiliarse de su patria para no sucumbir al acoso de las hordas de Adolfo Hitler a quien, en 1930 se había negado a dar clases de dicción escénica para hablar frente a las grandes masas

[8] Brecht, Bertolt. El compromiso en literatura y arte. Barcelona: Ediciones 62. 1973, pág. 163.

[9] Brecht, Bertolt. (2014). Brecht sobre rendimiento. Editores Tom Kuhn, Marc Silberman, Steve Giles. New York: Bloomsburry.

[10] Brecht, Bertolt. El compromiso en literatura y arte. Barcelona: Ediciones 62. 1973.  Pág. 160.

[11] Brecht, Bertolt. El compromiso en literatura y arte. Barcelona: Ediciones 62. 1973.  Pág.308

[12] Idem, pág. 177.

[13] Idem, pág. 370.

 

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