Abril 20, 2024

‘Por una sociedad con Dignidad’

 ‘Por una sociedad con Dignidad’

Cuando Irina Karamanos habla, rápidamente se percibe en ella una fuerte personalidad que va acompañada de una lucidez y una amplia formación académica que sorprende en alguien de tan solo 32 años: además de ser antropóloga y hablar con fluidez cuatro idiomas, Irina también estudió Ciencias de la Educación, Artes Visuales, Gestión Cultural, Diversidad Lingüística y Formación Ciudadana.

¿De qué forma confluyen y se ponen en práctica en tu trabajo diario todos los estudios que realizaste?

–Me interesa poder impulsar un trabajo interseccional en todos los niveles, algo que por ejemplo en diseño de políticas públicas está muy compartimentado. Y profesionalmente también me dedico a profundizar esa misma lógica: trabajo en proyectos interculturales y de educación que buscan avanzar hacia una sociedad pluricultural y plurilingüe, donde no solo se sea tolerante con el otre, sino que también se auto entienda como una sociedad en la que puedan coexistir diversas perspectivas, cuerpos, familias, estructuras de pensamiento, relaciones comunitarias y en respeto con la naturaleza.

En la mayoría de las organizaciones feministas que surgieron en Chile en estos últimos años y que han logrado avanzar en conjunto, también convergen varias de esas perspectivas que mencionás ¿no?

–Así es, porque en los últimos 20 años el feminismo ha cuestionado las estructuras más conservadoras de la sociedad chilena. Las feministas nos hemos logrado organizar para dar pasos históricos, como por ejemplo lo que está siendo ahora el armado de la primera Constitución redactada por un órgano paritario, algo único en el mundo. La unidad construida desde la defensa de la vida, de nuestros derechos y nuestras libertades fue algo fundamental para el surgimiento de este proceso constituyente en Chile. Y también se ha logrado la visibilización de los distintos tipos de violencias doméstica, económica y sistémica, contra cuya opresión hemos marchado y nos hemos organizado para crear diversas y nuevas agrupaciones y redes feministas sectoriales. Esta unidad feminista existe en toda la región, en la lucha por la vida y contra su precarización, en las luchas vivas por el acceso al agua como derecho humano y la conservación de los ecosistemas, la dirigencia barrial y gestión de las ollas comunes, por nombrar solo algunos ejemplos, además de la gestión de la salud mental de las comunidades y hogares, que la mayoría de las veces termina recayendo también sobre las mujeres.

¿Podrías contar algunas de esas propuestas?

–Poder repensar con mayor integralidad la Ley de Identidad de Género; la Ley de Violencia de Género que aborde la violencia más allá del actual concepto “intrafamiliar” y que cumpla con los estándares de Belem do Pará- la Convención Interamericana para prevenir, sancionar y erradicar la violencia contra la mujer- y armonice las herramientas jurídicas necesarias para esto. También una ley marco de derechos sexuales y reproductivos que reconozca la diversidad de personas y sus distintas necesidades, y que establezca el deber del Estado de dar cumplimiento al ejercicio pleno de los derechos sexuales y reproductivos. La modificación a la ley de igualdad de remuneraciones, la cual ha demostrado ser ineficaz para reducir la brecha salarial entre mujeres y hombres, porque necesitamos garantizar que se cumpla: igual trabajo, igual remuneración. Un plan nacional de derechos sociales LGTBIQ+ con políticas de acceso al empleo, educación no sexista e inclusiva que le ponga fin a la discriminación en el acceso a la salud. Y un proyecto de Cupo Laboral Trans para terminar con la exclusión y la precariedad. En relación a la creación de un sistema nacional de cuidados, vamos a buscar también coordinar con una perspectiva feminista, intersectorial y comunitaria para transitar desde el sistema de cuidados actual, que descansa exclusivamente en la familia, hacia uno de corresponsabilidad social de los cuidados. Pero como siempre, para poder impulsar estas demandas será muy importante el rol atento y de presión social en el debate público por parte de las organizaciones feministas y disidentes. Es decir que el trabajo legislativo se pueda impulsar en conjunto y horizontalmente con la ciudadanía.

¿Crees que la nueva Constitución va a ser importante en el avance de los derechos feministas?

–Sí, creo que sin duda la nueva Constitución será clave para la ampliación de derechos y de participación del ejercicio del poder por parte de grupos históricamente excluidos en Chile. El órgano es prefigurativo de aquello ya desde su composición paritaria, además de contar con escaños reservados para los pueblos indígenas, pero además lo veo en toda la disputa simbólica y política que se ha dado en la discusión del reglamento. Creo que el proceso constituyente puede aún abrir varios portales para posteriores proyectos legislativos y de política pública. Actualmente por ejemplo, se está construyendo una iniciativa popular de norma para presentar ante la Convención Constitucional por una vida libre de violencia para mujeres, niñeces y disidencias sexo genéricas que está siendo coordinado por organizaciones feministas y de disidencias. Y así también se intentará abrir camino para finalmente poder avanzar en los derechos sexuales y reproductivos. Uno de los puntos cruciales será poder avanzar en el reconocimiento del trabajo de cuidados, en el reconocimiento a la autonomía sobre nuestros cuerpos, y en el reconocimiento de niños, niñas y adolescentes como sujetos políticos, con autonomía progresiva. Creo que en Chile se va cerrando un ciclo que aún nos amarraba con vestigios de la dictadura, dejando atrás la impunidad en materia de Derechos Humanos y la desigualdad como normalidad, para pasar a construir una sociedad que pueda poner por delante la dignidad y la vida en toda su diversidad.

Entrevista de Laura Litvinoff / Página 12 (Santiago – Buenos Aires).

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