Diciembre 13, 2024

Allende y el mundo cristiano popular

 Allende y el mundo cristiano popular

Este 11 de septiembre se cumplieron 50 años del brutal golpe de Estado que derrocó al Presidente Constitucional de Chile, Salvador Allende Gossens. Ni la fuerza de las armas, bombardeos, torturas, desapariciones, exilio y crímenes atroces logran borrar la Memoria histórica del Presidente Mártir que sigue viva en medio del Pueblo a través del tiempo.

Es necesario tener una mirada histórica- retrospectiva de cómo en esos tres años de gobierno de la Unidad Popular, no solo se respetaron los derechos ciudadanos, sino que Allende -sin ser católico- respetaba profundamente toda creencia religiosa como lo demostró tantas veces siendo Senador de la República y, además, cultivó una sincera y cordial amistad con el recordado cardenal Raúl Silva Henríquez, que por esos años 70’ era un  prominente Salesiano, Arzobispo de Santiago y mantenía una fluida comunicación directa con el Papa Paulo VI.

Muchos historiadores y cronistas recuerdan que al otro día de producido el triunfo del doctor Allende, el presidente electo recibió en su residencia de calle Guardia Vieja a un grupo de sacerdotes y religiosas que trabajaban y vivían en sectores populares e incardinados en la arquidiócesis de Santiago. En ese cordial y original encuentro una religiosa le comentó al presidente electo que ellas esperaban que se mantuviera el “respeto hacia nosotras…las consagradas”. A lo que Allende, en forma inmediata y sin titubeos respondió que; “siempre he respetado la fe católica y en mi Gobierno esto se mantendrá, eso se los garantizo”… ¡Y así fué!

También, durante el gobierno popular se produce un acontecimiento histórico; se organiza y constituye un grupo diverso que se denominó ‘Cristianos por el Socialismo’, como una forma efectiva de apoyar el programa del gobierno de la Unidad Popular. Llegan al país intelectuales, teólogos, religiosas, periodistas que querían conocer más de cerca esta inédita “opción” de cristianos que apoyaban resuelta y activamente a un gobierno que avanzaba en su ‘vía al Socialismo’ en forma pacífica. Es decir, una especie de no violencia activa al servicio de la justicia social y al cambio profundo de las estructuras de opresión capitalista. Tal y como lo dijeron, en diversos momentos, los recordados sacerdotes: Gonzalo Arroyo, Ronaldo Muñoz, Sergio Torres, Esteban Gumucio, José Aldunate,  Mariano Puga, Diego Irarrázaval, Pablo Fontaine, Bernardo Puig, Joan Casañas, Eduardo Iribarne, Pablo Richard y el Capellán de La Moneda en ese especial período histórico; P. Rafael Maroto.

Por estas razones de opción de conciencia y de rechazo a las estructuras económicas y sociales injustas, fueron miles los jóvenes y estudiantes católicos que se sintieron identificados con el proceso político-social impulsado por la Unidad Popular y por el genuino carisma del presidente Allende. La necesidad y el compromiso de producir profundos cambios en la sociedad chilena y optar, decididamente por los más pobres y excluidos, estaba en plena sintonía con la praxis y líneas de acción del Evangelio y, así, lo captaron esos miles de creyentes que se involucraron en esa nueva e inédita experiencia política- revolucionaria. Este compromiso militante con las causas justas y de bien común, en parte explica, por qué la dictadura militar descargó también su odio y represión brutal, desde el primer día del golpe de Estado, en contra de cristianos y cristianas no solo con presencia en la base popular, sino que esparcida pródigamente en el mundo universitario y profesional.

Hoy, a más de 50 años del histórico triunfo de Salvador Allende, el presidente heroico está en la historia de la humanidad como un destacado y respetado estadista fiel a sus principios socialistas, leal hasta el fin con las justas causas del pueblo y, que cumplió su palabra de que bajo su gobierno todas las creencias religiosas gozarían de plena libertad para su misión esencial cual es la evangelización a la luz de las enseñanzas liberadoras de Jesús el Nazareno.

En cambio, el dictador Pinochet y su banda criminal están señalados en el mundo como unos traidores genocidas y responsables últimos de todas las  gravísimas y sistemáticas violaciones a los derechos humanos ocurridas dentro y fuera de Chile en esos oscuros 17 años. También, cargará para siempre con el peso criminal por las torturas y asesinato inmisericorde de los heroicos sacerdotes-misioneros: Juan Alsina, Miguel Woodward, Gerardo Poblete sdb, Antonio Llidó, Omar Venturelli y André Jarlan.

«Hemos querido reflexionar, a la luz de nuestra fe común y teniendo presente la injusticia que penetra las estructuras socio-económicas de nuestro continente, acerca de lo que podemos y debemos hacer en el momento histórico que vivmos y en las circunstancias concretas que nos rodean. La mayoría de nosotros trabaja con obreros, campesinos, desocupados, que viven dolorosamente su vida de miseria, de frustración constante, de postergación económica, social, cultural y políticaLos que secularmente han explotado a los más débiles, ejercen de hecho una violencia contra éstos. Esta violencia se oculta muchas veces en un falso orden y falsa legalidad, pero no por eso es menos violencia o injusticia. Esto no es humano y, por lo mismo, no es cristiano».  (Documento final del ‘Encuentro Latinoamericano de Cristianos por el Socialismo’ / Santiago de Chile, abril de 1972).

Jaime Escobar M.
Director de revista ‘Reflexión y Liberación’. 

Santiago  –  Madrid  –  Roma

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