Las mujeres de la Biblia
Los evangelios nos dan claves para entender a María y a las mujeres. María no puede ser sólo alguien en una estampita; ella entonó el Magnificat y salió a los caminos porque creía en un Dios esperanzador y liberador.
La historia de la salvación no es posible entenderla sin las mujeres. La teología feminista ha buscado todas esas mujeres que aparecen. Ya en el relato fundacional aparece Eva, madre de todos los creyentes. Y después aparece todo un conjunto de historias en las que las mujeres siempre han estado presentes y que no siempre han sido de interés.
Es imposible entender el Nuevo Testamento sin la figura de los patriarcas, por supuesto, pero tampoco sin la figura de las matriarcas. Por ejemplo la presencia de mujeres en la vida de Moisés en fundamental, de hecho no habría sobrevivido sin ellas.
Si nos vamos a los evangelios vemos que el evangelio comienza porque hay una mujer, en este caso es María, que dice sí. Podría haber sido de otra manera, ¿no? Y Dios, bueno, lo hubiera solucionado seguro de algún otro modo. Claro. Pero nuestro relato de los evangelios comienza con una mujer que dice sí. Y acaba esos mismos relatos evangélicos con otra mujer que es María Magdalena que va al sepulcro. En unos textos va ella sola, en otros textos va acompañada de otras mujeres. Lo que está claro es que a la primera que se le presenta como resucitado es a María Magdalena. Tenemos, por tanto, un relato de mujeres que está completamente enmarcado. Tampoco podemos entender la vida de Jesús sin la presencia de las mujeres, sería un Jesús mucho más pobre.
No se trata solo de rescatar a estas mujeres sino que entendamos todo el relato desde otro punto de vista completamente distinto.
Por ejemplo mujeres como Agar, Raquel, Lía o Judit. Incluso muchas mujeres que aparecen dentro de los textos y que ni siquiera tienen nombre. Rescatando esas figuras podemos volver a entender nuestro propio mundo y cómo hemos construido nuestras relaciones humanas en el presente.
Pero no solo es importante ver la historia de las mujeres bíblicas sino también de las santas o de las mujeres que han estado presentes en nuestra historia diocesana como sor Isabel de Villena o las grandes abadesas que ha habido. Religiosas y laicas que ha construido nuestra historia y que no se han visibilizado.
Estas mujeres siguen teniendo muchas cosas que decirnos para el presente y justo ahora las necesitamos. Estamos en un momento eclesial que es tan delicado, tan importante y tan decisivo que es necesario traer todo lo que tenemos, ya que para caminar es necesario saber nuestra historia: ¿de dónde venimos?, ¿cuáles son todos nuestros errores y todos nuestros aciertos?, ¿por qué las cosas han sido así?…
La Iglesia no puede prescidir de ellas, nos aportan luz y salvación, además de mucha alegría. No las podemos dejar al margen porque nos van a ayudar para el futuro, para los retos que tenemos.
Montse Escribano / Asociación de Teólogas Españolas