Diciembre 14, 2024

Arrupe; una vida de servicio y fe en acción

 Arrupe; una vida de servicio y fe en acción

El 24 de noviembre de 2024 llegará oficialmente a su fin en Roma, a nivel diocesano, la investigación acerca de la causa de canonización del P. Pedro Arrupe, SJ. Culminan así muchos años de duro trabajo y asidua investigación sobre la vida y el ministerio de este ‘Siervo de Dios’, candidato ahora a la canonización. Pero, ¿quién es Pedro Arrupe y cuál su importancia para la Iglesia?

Nacido en Bilbao, España, el 14 de noviembre de 1907, Pedro Arrupe se convertirá en el 28º Superior General de la Compañía de Jesús y uno de los jesuitas más notables del siglo XX. Estudiante entusiasta con inagotable sed de conocimiento, Arrupe estudia medicina antes de que su experiencia espiritual lo mueva, en 1927, a entrar en la Compañía de Jesús.

En 1938 Arrupe es enviado al Japón, donde será testigo presencial de los horrores de la Segunda Guerra Mundial. Ejercía su ministerio en Hiroshima el 6 de agosto de 1945, cuando la ciudad es destruida por la bomba atómica. En esa ocasión Arrupe utiliza su formación médica para tratar, entre las ruinas de la ciudad, a las víctimas del bombardeo. Esta experiencia le cambiará para siempre y dará origen a un General conocido sobre todo como promotor de la paz, la justicia y la compasión ante el sufrimiento. En 1958 Arrupe es nombrado primer Provincial de los jesuitas de Japón, donde continuará sirviendo a los demás hasta su elección como Superior General de la Compañía de Jesús el 22 de mayo de 1965.

Menos de 7 meses después, el 8 de diciembre de 1965, terminaba el Concilio Vaticano II, y el P. General Pedro Arrupe tenía ocasión de poner en práctica lo experimentado en sus 27 años en Japón – providenciales y bendecidos años, aunque tumultuosos y difíciles – y conducir la Compañía a través de los cambios que había implantado el Concilio. El P. Arrupe edifica su liderazgo sobre una “fe que crea la justicia” a la vez que impulsa a la Compañía a que se comprometa muy de cerca con los pobres y los marginados, no sólo a nivel académico, sino en la práctica, poniendo manos a la obra en medio de aquellos grupos sociales a los que envió a la Compañía para que preste su servicio. Bajo el mandato de Arrupe, los jesuitas eran animados a participar en el discurso sociopolítico, a trabajar en proyectos educativos y de atención social, a defender los derechos humanos y la justicia social, y a dirigir su mirada más allá de la pequeña parcela de mundo de cada uno. Pero, con todo, aun siendo quien pilotaba la Compañía en medio de los cambios del Vaticano II hacia la modernidad, continuaba siendo un siervo sencillo, orante, obediente y humilde de la Iglesia.

El 7 de agosto de 1981, sufre Arrupe un derrame cerebral cuando regresaba a Roma tras una visita a Filipinas. La apoplejía le dejó parcialmente paralizado y casi mudo. En 1983, se convertía en el primer Superior General de la Compañía de Jesús en dimitir, y fallecía el 5 de febrero de 1991.

El eco de su legado resuena en todo el mundo. Desde la creación del Servicio Jesuita a Refugiados (JRS) hasta su mantra de una “fe que crea la justicia”, pasando por la opción preferencial por los pobres, la huella de Arrupe en la Compañía de todo el mundo y en la propia Iglesia se deja oír hasta hoy. Su vida es un ejemplo no sólo de servicio y compasión, sino de humildad y profunda fe ante las necesidades del Pueblo de Dios.

Curia Generalizia della Compagnia di Gesù – ROMA

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