Rerum Novarum. Novedades nuevísimas

Los minutos antes de la aparición del Papa León XIV en el balcón de Vaticano fueron impresionantes.
Más todavía fueron los aplausos y las caras de gozo de la multitud católica que sin conocer mucho el elegido, exultan de alegría. La sola explicación es la felicidad del cumplimiento de la promesa de Jesús de acompañarnos hasta el fin del mundo. Dios es fiel y nos deja un sucesor de Pedro más para encabezar la Iglesia.
Los camarógrafos enfocaron las rizas de todos, grandes, chicos, hombres y mujeres. De repente enfocaron uno más serio, otro que no aplaudía, otro que reflexiona, algunos cardenales fruncían la frente. Por cierto, era una sorpresa para quienes esperaba un candidato distinto.
Lo primero que fue insólito fue la presentación del nuevo Papa dándose como nombre: “LEON XIV”.
El nombre ‘LEON’ recuerda el ilustre San Leon el Magno (440) el gran predicador de la divinidad y humanidad de Jesús, la fe que unificó la cristiandad en el concilio ecuménico de Calcedoina. Es recordado por haber detenido a Atila a las puertas de Roma. Benedicto XVI lo colocó entre los ‘Doctores’ de la Iglesia’.
Pero fue otro , conocido como Leon XIII que inspiró el nuevo Pontífice.Fue Papa de una época de cambio no solamente del siglo 19 al siglo 20 sino de una época de transformaciones sociales y económicas parecida a la nuestra. Era el tiempo de la guerra Japón-China, la unificación italiana, la revolución rusa, la época del impresionismo, del materialismo, Nietzsche, Einstein, Lenin, Stalin … Frente a la explosión de este mundo industrial, fue el primer Papa en abordar los problemas sociales que surgieron. Él abrió así la Iglesia a una geopolítica eclesial novedosa. León XIV no podía escoger mejor patrón (aunque éste no fue canonizado) por la analogía del la industrialización del principio del siglo pasado con nuestra impresionante desarrollo electrónico y financiero actual. La enseñanza social que dejó llama la atención por la época, pero mucho más fue el impacto que tuvo sobre sus sucesores entre otros, Juan XXIII, Pablo VI, Juan Pablo II y Francisco.
La explosión de la industrialización y del capitalismo liberal creaban una nueva esclavitud: la de los trabajadores con sus salarios de miseria, el hacinamiento de las familias … León XIII vio esa miseria creciente y los movimientos obreros reprimidos que surgían, tuvo la valentía de escribir su encíclica ‘Rerum Novarum’(de Cosas nuevas) un escrito destinado a los obispos y a los elites católicos de la época. Abrió un nueva preocupación eclesial: la justicia social. De esta manera se puede decir que quebró el espejo narcisista de la Institución eclesial.
Denunció las condiciones laborales esclavizadoras de los trabajadores y la miseria de sus familias. Mandó evitar los excesos del capitalismo liberal, declaró la libertad de asociarse de los trabajadores (Sindicatos). Preservaba el derecho a la propiedad privada como derecho natural. Critico el socialismo, los regímenes totalitarios, las huelgas, las luchas de clases. Abogó por un mercantilismo social sin dirigismo del Estado. Desarrolló algunos principios de justicia social: el reconocimiento de las instituciones públicas junto con las leyes religiosa (el domingo por ej.) Destacó la dignidad de la persona humana sobre todo cuando es” ennoblecida por la calidad de cristiano”.
Fue a partir de este documento que se organizaron progresivamente movimientos laicos de trabajadores, el sindicalismo, un catolicismo social, unos partidos con principios cristianos. Más adelante surgió la Acción Católica, obrera, femenina, campesina, estudiantes… Después, el Concilio Vaticano II y nuevas encíclicas articularon la llamada doctrina social de la Iglesia. Se incorporaron temas, se precisaron algunos, se discutieron otros pero, al que reconocerlo, a continuación, se perdió la inspiración social de estas enseñanzas sociales. El conservatismo eclesial recuperó el rol director de la jerarquía, se desconfió, se desautorizó y hasta se condenó los movimientos progresistas en la Iglesia. Últimamente, se conoció el Papa Francisco que pudo abrir espacios de diálogos acerca de la Amazonía, de la familia y de la Juventud y de obispos, dejando temas disciplinariamente ‘indiscutibles’ en estos espacios como la igualdad hombre- mujer-LGBT, las Instituciones sin clase , los divorcios, abortos, fecundación in vidrio, eutanasia, la democracia y las nominaciones…
Muchos católicos, al recibir un nuevo Papa en estos tiempos novedosísimos esperan reformas institucionales para abrir una nueva evangelización de un mundo tan contradictorio. Estamos lejos de ‘domesticar’ la electrónica y las redes sociales y menos todavía de de logrartrolar las finanzas globales que nos esclavizan a todos. No esperamos ni un Siglo de las Luces ni un Renacimiento de la Institución eclesial sin embargo nos alegraría si este sucesor de León XIII pudiera recuperar inspiración e innovar para la justicia social y la Paz.
El tema de la Paz ha sido de las primeras preocupaciones del nuevo Papa. Es un buen tema para explicitar los anhelos que tenemos muchos cristianos.
La Paz no fue de los afanes de León XIII ensu encíclica. En el pasado, los Papas hablaron tímidamente de la Paz por las implicaciones de la Iglesia en los conflictos existentes desde las cruzadas, las guerras de religiones las guerras imperiales… las corrupciones actuales. Por ejemplo, León XIII intento mediar entre Francia y Alemania antes de la 1ª guerra mundial, murió él y empezó la guerra al año siguiente. Al fin de la 2ª guerra mundial rechazaron el legado papal para los acuerdos del fin de la guerra ¿Que lograron los últimos papas por duplicar los nuncios papales? ¿Qué pedimos en nuestras oraciones?
Cuando Pablo VI fue al ONU no fue para repetir doctrinas pacifistas sino para proclamar la Verdad: “si quieres la Paz, trabaja para la Justicia” Así promovió la ayuda a los países subdesarrollados.
La ‘creciente sociabilidad’ de la humanidad obligaba la Iglesia a cambiar de actitud. Las violencias, la violencia juvenil, familiar, las violaciones, asaltos, corrupciones, saqueos… no deben ser motivos de lamentos o suplicas eclesiales, por la ‘maldad’ del mundo, los innombrables conflictos, las guerras, las atrocidades y sobre todo las víctimas son convocatorias y citas con Dios para que ‘hagamos justicia en la tierra’. Toda violencia es Cristo que muere en la cruz y es su Espíritu que ilumina la cristiandad para encontrar camino de misericordia, de auxilio y de reconciliación.
Lean el salmo 85 entero y v. 11 ss:
‘Amor y Verdad se han dado cita,
Justicia y Paz se abrazan
La Verdad brotarás de la tierra
Y de los cielos se asomará la Justicia’.
Paul Buchet – Temuco
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