Amoris Laetitia y el bien común

El Papa Francisco escribió hace 9 años la Exhortación Apostólica Amoris Laetitia; la Alegría del Amor. Ha causado impacto en la vida pública y de la Iglesia. En este breve artículo presentamos claves o criterios que son muy importantes para la vida familiar y social.
El Bien Común
Lo que nos lleva al servicio y al compromiso moral por el bien común, por la paz y por la justicia con los pobres. De esta forma el eros, la pulsión afectiva y amorosa se canaliza por la moral, por la cultura que nos humaniza y libera del placer egolátrico, del ansia de poder o dominación. Tal como nos muestra lo más valioso de Freud, que entendió bien como lo que nos madura como personas: es el amor, las relaciones afectivas con los otros; y el trabajo, la acción creadora, transformadora en la sociedad y el mundo. Actualizando y profundizando al padre de esta psicología profunda o del psicoanálisis.
Ya que como insiste A. Ávila, en la línea de lo más valioso de la psicología- como puede ser la materia de la psicología de la religión o evolutiva con Piaget-, se trata de ir alcanzando la madurez humana, moral y espiritual. Un desarrollo y proceso de maduración en la autonomía y verdadera libertad, que se realiza en los valores o deberes e ideales morales.
Como son el bien común, más universal, la paz cosmopolita y la justicia internacional, en las huellas de Kant, Tal como hacen algunos de estos autores, incluido el propio Habermas aun con su ética comunicativa. Pero que, como recuerda C. Gilligan, este deber moral o justicia, asociado a los valores masculinos, no puede olvidarse de la compasión o de la ética del cuidado, del lado femenino de la existencia. En la línea de P. Ricoeur, que sigue a toda la tradición bíblica y cristiana, el amor y la justicia son inseparables. La razón cordial o el principio misericordia, necesariamente, se une al compromiso por la promoción y liberación integral con los pobres. Tal como nos muestra el jesuita J. Sobrino.
Desde lo anterior, vemos que la Amoris Laetitia del Papa Francisco nos enseña la cosmovisión antropológica y cristiana del matrimonio-familia. Como “reflejo de la unión entre Cristo y su Iglesia, se realiza plenamente en la unión entre un varón y una mujer, que se donan recíprocamente en un amor exclusivo y en libre fidelidad, se pertenecen hasta la muerte y se abren a la comunicación de la vida, consagrados por el sacramento que les confiere la gracia para constituirse en iglesia doméstica y en fermento de vida nueva para la sociedad” (AL 291).
Más, frente a la familia burguesa e individualista, es un matrimonio y familia que experimenta “la fuerza del amor, sabe que ese amor está llamado a sanar las heridas de los abandonados, a instaurar la cultura del encuentro, a luchar por la justicia”.
Con una opción de solidaridad liberadora con los más pobres u oprimidos donde se encuentra presente, como sacramento, Jesús Pobre y Crucificado (cf. AL 183). Se nos manifiesta así todo el esplendor y la belleza del amor real. Con unas personas, matrimonios y familias que van adquiriendo la madurez, el sentido y la felicidad: en el amor, servicio y compromiso, en la militancia por la civilización del amor y la justicia liberadora con los pobres de la tierra; frente todo mal, opresión e injusticia.
‘El actual sistema económico produce diversas formas de exclusión social. Las familias sufren en particular los problemas relativos al trabajo. Las posibilidades para los jóvenes son pocas y la oferta de trabajo es muy selectiva y precaria’. (AL n° 44).
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