Marzo 28, 2024

La diplomacia del Vaticano se enfoca en nuevos aliados

 La diplomacia del Vaticano se enfoca en nuevos aliados

Mientras el vínculo con EE.UU. se enfrió luego de la asunción de Donald Trump, la Santa Sede afina relaciones con otros interlocutores, como Rusia, China y Alemania; la crisis migratoria, el terrorismo y Venezuela, ejes del acercamiento…

La diplomacia del Vaticano mira cada vez más hacia el Este. En una situación mundial alarmante y con Estados Unidos, la única superpotencia, en manos de Donald Trump, el Vaticano busca afianzar relaciones con interlocutores abiertos a colaborar para detener esa “tercera guerra mundial en pedazos” que acecha a la humanidad.

De hecho, con el sexto encuentro entre ambos en junio pasado Merkel se convirtió en la jefa de gobierno que más visitó al Papa.

Esta semana el cardenal Pietro Parolin, secretario de Estado de la Santa Sede y número dos de Francisco, hizo un emblemático viaje a Rusia. Allí, no sólo se reunió con el patriarca Kirill -líder de los 280 millones de cristianos ortodoxos, con quien Francisco se dio un histórico abrazo en el aeropuerto de La Habana, en febrero del año pasado-, sino también con el presidente ruso, Vladimir Putin, y su canciller, Serguei Lavrov.

El diálogo versó sobre temas que preocupan al Vaticano: la situación en Medio Oriente y en Siria, así como de los cristianos que viven en esta zona del mundo, cada vez más perseguidos, al igual que otros grupos religiosos, que incluyen a los mayoritarios musulmanes. Ellos también son víctimas de la locura jihadista.

“Rusia puede ayudar en este momento difícil, porque tiene unas estrechas relaciones con Venezuela, y por ello puede contribuir al diálogo”, dijo Parolin -que fue varios años nuncio en Caracas-, después de reunirse con Lavrov.

Más allá de estos temas, como el mismo Parolin explicó a la Radio Vaticana ni bien regresó a Roma, el mensaje que transmitió en la tierra de los zares fue el siguiente: “Rusia, por su posición geográfica, su historia, su cultura, su pasado y su presente, tiene un gran rol que jugar en la comunidad internacional, en el mundo. Y por lo tanto tiene una especial responsabilidad para la construcción de la paz y debe verdaderamente esforzarse para poner los intereses superiores de la paz por arriba de los demás intereses”.

Esta misma frase podría valer para Estados Unidos. Pero los tiempos han cambiado. “Si ya en los años de Barack Obama el Vaticano miraba con interés a Moscú, ese interés ahora se redobló por el terremoto llamado Trump”, explicó Luigi Accattoli, veterano vaticanista del diario Corriere della Sera.

Para este experto, el objetivo de la misión de Parolin fue “tejer una media alianza con la Rusia de Putin en un momento en el que el tablero mundial aparece convulsionado”.

Con la misma óptica, el Vaticano trabaja silenciosamente para acercarse a China, país con el que no mantiene relaciones diplomáticas desde 1951. El gigante asiático es un actor emergente crucial para una agenda global que tiene como prioridades la paz, las grandes migraciones y el cambio climático.

El Papa más de una vez expresó su deseo de viajar a China, país cuyo espacio aéreo sobrevoló dos veces, cuando viajó a Corea del Sur, en 2014. Es un secreto a voces que, bajo el impulso del Papa jesuita, la diplomacia vaticana -una de las más antiguas y profesionales del mundo- trabaja desde hace más de dos años para lograr con el régimen un acuerdo para la designación de obispos. Esto sería la antesala de otro acuerdo para el restablecimiento de las relaciones diplomáticas, indispensable para el tan ansiado viaje papal.

“China es un país protagonista de la escena geopolítica y geoeconómica global. La reapertura hacia Pekín es uno de los momentos importantes de cambio de la política diplomática de Francisco”, apuntó el analista Pietro Stilo. “En el interior de un tablero global caótico, el Pontífice intercepta la necesidad de una perspectiva nueva, que partiendo de Lampedusa [por la visita a la isla italiana, en julio de 2013] y de la exhortación apostólica Evangelii Gaudium, modifica el modo con el que mirar al mundo y al futuro, quiere ser un punto de referencia y un contrapunto a la inseguridad y al caos de nuestros tiempos”, agregó.

En otra muestra de que el Vaticano mira hacia el Este, a fines de noviembre Francisco viajará a Bangladesh, país mayoritariamente musulmán, y a Myanmar, de mayoría budista. Se convertirá, entonces, en el primer Papa que visita la ex Birmania, liderada por la premio Nobel de la Paz Aung San Suu Kyi, que intenta consolidar la democracia y resolver conflictos internos.

Quedó en el tintero la India, la mayor democracia del mundo y cuya población superará a la de China en 2025. Francisco también hubiera querido visitar ese país en esta gira oriental. Pero la celebración, allí, del 70° aniversario de su independencia de Gran Bretaña determinó un cambio de planes.

Siempre con mira a esa agenda global que apunta a la paz, el 6 de septiembre próximo el Papa viajará a Colombia.

¿Queda entonces afuera Trump de la agenda geopolítica del Vaticano? “No. La diplomacia de la Santa Sede no excluye a nadie, sino que dialoga con todos y busca construir puentes, consensos, promover los derechos y la dignidad de la persona, que haya paz”, explicó un monseñor, que pidió el anonimato. “Pero para bailar el tango hacen falta dos. Y en este momento hay otros interlocutores más interesados en bailar con nosotros”, concluyó el prelado.

Elisabetta Piqué  –  R o m a

La Nación de Buenos Aires

Editor