Abril 23, 2024

5 rasgos del Pontificado de Francisco

 5 rasgos del Pontificado de Francisco

(Antonio Spadaro, S.J.).-

Francisco es un Papa que está viviendo su ministerio como un ministerio de discernimiento, de «pensamiento incompleto»…

Un pontificado de discernimiento y «pensamiento incompleto».

Para el Papa Francisco el mundo esta siempre en movimiento: la perspectiva ordinaria, con sus métricas de juicio para clasificar lo que es importante y lo que no es, no funciona.

Ser hombres y mujeres con discernimiento significa para el Papa ser hombres y mujeres de «pensamientos incompletos», de «pensamientos abiertos».

Esto significa que el no parecen tener un «proyecto», que es un plan teórico y abstracto para aplicarlo a la historia.

Él no tiene una hoja de ruta escrita por adelantado que se refiere a ideas o conceptos. Él siempre se refiere a los «tiempos, lugares, personas», como San Ignacio de Loyola requiere, y por lo tanto no abstracciones ideológicas. Esa visión interior no se impone en sí misma a la historia, buscando organizarla de acuerdo con sus propias coordenadas, sino que dialoga con la realidad, se fija a sí misma dentro de la historia de hombres y mujeres, se desarrolla en el tiempo.

Esta visión «abierta» le da substancia a lo que él intenta a través de la «reforma»,  que tiene fuego en el corazón y no en las estructuras.

A veces, el Papa abre discursos sin embargo sin cerrarlos de inmediato o sacando conclusiones precipitadas, dejando así espacios para el diálogo y debate, incluso entre aquellos que tienen altas responsabilidades eclesiales (cfr. Evangelii Gaudium [EG], n. 32, sobre la conversión del papado, n. 51 sobre la disciplina de los sacramentos,  n. 104 sobre el papel de la mujer).

En este viaje el Papa Francisco no cree que debemos esperar de su magisterio «una palabra definitiva o completa sobre cada pregunta que afecte a la Iglesia y al Mundo» (EG 16).  De hecho «ni el Papa ni la Iglesia tienen el monopolio en la interpretación de las realidades sociales o las propuestas de soluciones a los problemas contemporáneos» (EG 184).  Por lo tanto «en su diálogo con el Estado y con la sociedad, la Iglesia no tiene las soluciones para cada tema en particular» (EG 241).

Un pontificado de tensión entre espíritu e institución.

El Papa Francisco escribe en el Evangelii gaudium: «La Iglesia tiene que aceptar esta libertad rebelde de la Palabra, que logra lo que quiere en maneras que sobrepasan nuestros cálculos y maneras de pensar» (EG 22).

Una tensión dialéctica siempre existe en el discurso que el Papa Francisco hace entre el espíritu y la institución: el uno nunca niega al otro, pero el primero debe animar al segundo en una forma eficaz.

Después, más adelante, él afirma que la Iglesia es «un pueblo de peregrinos y evangelizadores, trascendiendo cualquier expresión institucional, sea la que sea» (EG 111).

Es interesante observar esta fructífera tensión más allá: la que existe entre la Iglesia como «pueblo de peregrinos» y la Iglesia como «institución», que refleja las dos definiciones de Iglesia preferidas por el Papa Francisco: «fiel pueblo de Dios en el viaje» (Lumen gentium) y «Santa Madre Iglesia jerárquica» (Ignacio de Loyola).

Esta tensión anima la reflexión de Francisco con respecto a lo que él ha llamado la «conversión del papado» (EG 32).

Un pontificado de fronteras y desafíos.

En encuentro de los Jesuitas de La Civiltà Cattolica  el Papa Francisco recomendó habitar las fronteras: «deben ir hacia las fronteras y no llevar las fronteras a casa para pintarlas un poco o domesticarlas». Nuestra tarea, por lo tanto, es la de «acompañamiento […] los procesos culturales y sociales, y aquellos que están viviendo transiciones difíciles, incluso encargándose de los conflictos».

Nosotros vemos la realidad mejor desde la periferia que desde el centro. Esta es la razón de su circunnavegación hacia las fronteras del mundo y de la vida humana. Está buscando el «alma».  Y el alma no está solo en el «centro»,pero en el pulsante y vivo «corazón».

Francisco es como un doctor que busca el comprender si el corazón funciona, observando si y como la sangre fluye por todos lados, y también investigando la circulación periférica.

Su pregunta más radical es: ¿Cómo proclamamos el Evangelio a todo el mundo, cualquiera que sea su condición existencial? Esto es lo que realmente importa.

Un pontificado para una Iglesia, «hospital de campaña».

En el corazón de mi discusión con el Papa Francisco una imagen surgió: una de la Iglesia como ¨un hospital de campaña después de una batalla¨. Es una imagen muy potente, que también contiene dentro de la misma la percepción dramática del mundo en condiciones de guerra con personas que están muriendo y personas que están heridas.

La debilidad de la condición humana es el punto de partida para la misión que debe sobre todo considerar a quién el mensaje de salvación debería ser dirigido. Si la Iglesia tiene ante sí un hombre herido que necesita salvación, no puede y no debe proceder a medir su colesterol o glicemia. Tiene que salvar su vida, debe llevarle a el o ella el mensaje de salvación.

Por esta razón, el Papa en mi entrevista, afirma explícitamente: ¨No podemos detenernos solo en las cuestiones relacionadas con el aborto, matrimonio homosexual y el uso de los métodos anticonceptivos.¨

Siempre me he encontrando pensando sobre un evento en la vida del Papa Francisco con el que siempre me he conectado con la actitud de ¨cura¨, no menos en el sentido médico, al cual él a menudo se refiere: el hecho de que antes de entrar al seminario Bergoglio se enfermó seriamente a la edad de 21. El sufrió una infección pulmonar casi fatal. En un momento de fiebres altas, él abrazó a su madre y le dijo desesperadamente: ¨Dime que me está pasando¨. Yo pienso que de alguna manera esto marcó la gran y profunda sensibilidad humana y espiritual del Papa Francisco.

Una pregunta que el Papa hizo vibrantemente durante nuestra conversación fue: ¿Cómo estamos tratando al pueblo de Dios?. Es una pregunta central, una que él se hace todos los días, incluso antes de preocuparse por las estructuras.

Y la palabra ¨tratar¨ debería quizás ser entendida en el sentido de ¨cura¨ en el contexto de un ¨hospital de campaña.

Esto es ser …. “misericordioso”. Misericordia significa curación. 

Un pontificado que tiene impacto geopolítico.

La misericordia puede quizás tener valor cultural y político. No es coincidencia que haya muchas personas que juzgan a Francisco también como un espíritu profético que afecta a la política.

¿Cuál es el significado de misericordia como categoría política?

En una síntesis extrema, podemos decir: nunca consideren algo o alguien como definitivamente «perdido» en las relaciones entre las naciones, pueblos y estados. Este es el núcleo de su significado político. Sobre esto Francisco escribió: «Es deseable que incluso el lenguaje de la política y diplomacia nos permita ser inspirados por la piedad, que nunca se de por vencido en nada como perdido».

Precisamente esta fluidez es la razón que nos permite entender por qué el Papa Francisco nunca se esposa a rígidos mecanismos interpretativos para dirigirse a situaciones y crisis internacionales.

La Santa Sede ha establecido o quiere establecer relaciones directas y fluidas con los grandes potencias, sin querer entrar en redes preestablecidas de alianza o influencia.

Esencialmente, la posición deseada por el Papa consiste en no dar males y razones, porque en la raíz, sin embargo hay una pelea por el poder de la supremacía.

No hay por lo tanto que imaginarse un despliegue por razones morales. Pero la necesidad de ver la imagen con una óptica diferente es requerida. Y por eso es que es tan importante su agilidad construyendo puentes entre las tierras y posiciones lejanas (China, Rusia, Irán…).

Todo esto pone en movimiento una lógica impredecible, precisamente la de una visión poliédrica y multipolar.

… Y ahora nuevamente regresamos al principio: Francisco es un Papa que está viviendo su ministerio como un ministerio de discernimiento, de «pensamiento incompleto»…

Antonio Spadaro, S.J.

Teología Hoy   –   Reflexión y Liberación

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