Rumores, calumnias, doble vida, corrupciones
La demora de los cambios reclamados por la opinión pública después de la intervención Papal frente a las corrupciones eclesiásticas provoca una seguidilla de nuevas denuncias, la mayoría de ellas en las redes sociales. Junto con los periodistas, estas se aprovechan de la llegada de los emisarios del Papa para abrir nuevos escándalos y/o difundir rumores. Varios obispos y sacerdotes están enfrentando nuevas acusaciones que dejan la feligresía en la expectativa. Las comunidades católicas viven momentos difíciles. ¿Cómo recuperar la paz en la Iglesia?
El sistema de buscar justicia presentando acusaciones comprobadas para obtener condenaciones, sanciones y reparaciones de parte de jueces acreditados no asegura restablecer a tiempo el orden en la sociedad. El sistema de justicia imperante (de tipo romana y canónica), se preocupa de la estricta justicia para las personas (uno es inocente hasta prueba de lo contrario) la justicia demora y no siempre logra reunir pruebas o testigos para una sentencia judicial adecuada. Por lo contrario, un tipo de justicia más de tipo sajona se preocuparía antes de todo de restablecer el orden público, haciéndose : oral, con grupo de jurados como jueces y sobretodo siendo más expeditiva.
Es importante entender que en las redes sociales, los feligreses y los ciudadanos se levantan contra los desperfectos del manejo legal existente. Hacen sus denuncias y demandas virtualmente.
Cuando aparecen rumores, estos pueden ser impresiones, interpretaciones de comportamientos repetitivos, informaciones significativas y detalles… que sumándose llevan algunos a denunciar una o otra persona de manera fácil por las redes sociales. Los periodistas se apoderan de ello para hacer comentarios, entrevistas… logrando un efecto creciente o decreciente en el público.
Podría pasar en los asuntos de la Iglesia lo mismo cuando los paparazis revelan la vida privada de los personajes de la farándula: unos pocos escándalos pasajeros hasta la próxima revelación para la morbosidad pública. Pero con los clérigos de la Iglesia no pasará lo mismo porque la crítica institucional es profunda. El escandalo mayor actual en la Iglesia es doble. Por una parte el encubrimiento de los abusadores de menores que multiplica a las víctimas escondiendo los culpables y por otra parte, la hipocresía que denunció Cristo en su tiempo, esta duplicidad de los que llevan una doble vida. Las redes sociales cuando no existe manera de buscar justicia adecuada persiguen a sus autores con rumores y con denuncias virtuales.
Los autores de encubrimientos son autoridades que no dieron suficiente atención y asistencia a las víctimas indefensas muchas veces. Minimizaron el daño hecho y optaron por esconder un culpable. Prefirieron resguardar una falsa honorabilidad institucional. También hay que señalar que el sistema confesional y penitencial de la Iglesia juego a veces en contra como en el caso de las absoluciones a violadores (a veces de menores) a quienes se les da la comunión sin mucho problema después de confesarlos. Algunos se han servido del secreto de la confesión para encubrir o encubrirse.
Las leyes eclesiásticas tienen muchas ambigüedades. Piden a los sacerdotes el celibato, explícitamente el “no casarse”, no llevar una vida marital pero en la práctica pueden haber tenido hijos u una vida amorosa pero no infringieron la ley del celibato y pueden acceder a cargos importantes. Otro problema concreto es la promiscuidad homosexual activa que se puede presentar en el Seminario o en casas religiosas, es pecado contra la castidad pero difícilmente este comportamiento puede ser denunciado, sancionado y los que la practican (¡entre adultos¡), a lo más, si se comprueba, reciben sanciones administrativas habitualmente un traslado, un cambio de lugar de desempeño. Se ha conocido casos que algunos jerarcas eclesiásticos creyeron ayudar un sacerdote a superar el vicio que tenía al entregarle más responsabilidad.
Las críticas del Papa al clericalismo clasista de numerosos sacerdotes abren otro problema de muchos sacerdotes. Perdiendo su propia personalidad en su formación, se forman una personalidad institucional y cuando les corresponde pasar por situaciones problemáticas, pierden el sentido común, se sienten obligados de mentir, aún contra toda evidencia, creen salvar así el falso personaje que se crearon. Esta bipolaridad es dramática y se debe acusar de nuevo el sistema por su anomalía.
Una dificultad suplementaria surgió de la escasez de vocaciones. Ayer la dirección de conciencia de los seminaristas podía desviar a los jóvenes que manifestaban una sexualidad demasiado intensa pero cuando mermaron los futuros sacerdotes, se hizo mucho más vista gorda para la selección “natural” de célibes de por vida. Lo mismo con la homosexualidad, para algunos religiosos, esta tendencia llegó a considerarse como una indicación divina de una vocación religiosa!!
Difícil orden se puede poner en las filas eclesiásticas en estas perspectivas. Es lo que insinúan estos destapes de las redes sociales. Las calumnias son horribles. Dios quiera que los que escriben en las redes sociales lo sepan, pero no confundamos los chismes con los destapes frente a la impotencia de situaciones insufribles.
“Les dijo Jesús: Si ellos se callan, gritarán las piedras. “ (Lucas 19 40).
(Jesús hablaba delante las piedras del templo de Jerusalén).
Paul Buchet