Marzo 19, 2024

“Es el momento de la verdad. Aunque nos humille y dé miedo”

 “Es el momento de la verdad. Aunque nos humille y dé miedo”

El Arzobispo de Malta, Charles Scicluna, máximo experto en el Vaticano en la lucha contra los abusos y organizador de la Cumbre de esta semana, cree que es hora de hacer justicia.

En el corazón del órgano doctrinal de la Iglesia, en el viejo palacio de la antigua Inquisición o Santo Oficio, vuelve a tener un despacho el hombre menudo e implacable cuya firma aparece en todas las grandes pesquisas de abusos en la Iglesia. El arzobispo de Malta, Charles Scicluna,  es probablemente la figura de mayor prestigio dentro del Vaticano en esta lucha. Autor de la histórica investigación contra el fundador de los legionarios de Cristo, el Padre Marcial Maciel, y recientemente también de la de los obispos de Chile, ha vuelto al organigrama vaticano para tratar de frenar la hemorragia por la que se desangra la Iglesia católica. El Papa le ha confiado un papel primordial como secretario adjunto de la Congregación para la Doctrina de la Fe y como miembro del comité organizador del encuentro que a partir del jueves se celebrará en Roma con todos los presidentes de las conferencias episcopales del mundo.

P. Usted ha participado en la mayoría de las grandes investigaciones de abusos a menores de la Iglesia. Desde las primeras de EE UU, hasta la última en la que han renunciado en pleno los obispos de Chile. Han pasado 15 años, leyes, y muchas reformas. Pero la cultura del encubrimiento no desaparece.

R. La experiencia de los EE UU es paradigmática. La Iglesia tuvo ahí un periodo de grandes problemas, pero el episcopado estadounidense en 2002 encontró la voluntad y el modo de enfrentar el problema. Esa onda de buenas prácticas tardó hasta 2010 en expandirse a Europa; luego a Australia y ahora empieza en América Latina. Hay un proceso de toma de consciencia del episcopado local que es necesario. Pero el Papa, con la reunión que empieza el jueves, busca quemar etapas. No quiere que cada país encuentre su momento justo para decidir que hace falta respetar la ley universal y hacer las cosas bien. El momento es ahora.

P. ¿Cómo se verá eso en la reunión?

R. El primer día se dedicará a la responsabilidad de los obispos, el segundo a ser capaces de responder y de rendir cuentas, y el último día lo dedicaremos a la transparencia. Es decir, al derecho de saber dónde hay gente acusada y condenada. La gente debe saberlo para protegerse. Pero también el sacerdote tiene que saber qué proceso se seguirá cuando es acusado.

P. En España estamos publicando en prensa una marea de casos que ni siquiera habían llegado a la CDF. ¿En qué punto se encuentra nuestro país?

R. No puedo dar una respuesta precisa, me faltan elementos. Pero en cada sociedad cuando hay este deseo de la conciencia moral pública, aunque sea un momento dramático para la iglesia, es también por su bien. Cubrir, o intentar olvidar a toda prisa no nos ayudará. Hemos visto que cuando la sociedad, la iglesia y los medios se despiertan y llaman pan al pan y veneno al veneno, nos ayuda. Aunque nos humille, nos haga temblar y sentir una gran vergüenza. Es el momento de la verdad.

P. Todos estos casos provocan un efecto llamada de víctimas que piden justicia.

R. Está bien, pedir justicia es algo esencial. El grito de las víctimas va al corazón de Dios.

P. Cuando oye a un obispo minimizar casos, ¿qué piensa?

R. Que debemos encontrar a las víctimas para escucharlas, y entender que se trata de una herida en el cuerpo de la Iglesia y de Jesús.

P. ¿Qué se esconde detrás del encubrimiento?

R. Hay un instinto de defensa primitivo de negar la realidad y cubrirlo. Pero ya no funciona. Es negativo, no tiene éxito. El único modo de confrontar con una realidad tremendamente difícil es hacer justicia.

P. ¿De dónde llegan ahora la mayoría de denuncias?

R. Es difícil hacer la estadística, pero la lengua española tiene mucho peso. También porque el pueblo de Dios católico en el mundo habla español en su mayoría.

P. Cuando empezaban a controlar el tema de los abusos a menores, ha explotado el tema del abuso a las religiosas. ¿Debería ser la CDF competente para juzgar casos y otros abusos?

R. No, creo que estos casos graves deben ser resueltos por las congregaciones religiosas con la ayuda de la Santa Sede. La ley que habla de la competencia de la CDF es muy especial; se dirige a un número muy pequeño y muy grave de comportamientos como el abuso sexual de menores. No debe ser usada en otro tipo de casos.

P. Da la sensación de que con los abusos de las monjas estamos donde estábamos con los abusos a menores hace 15 años.

R. No lo sé. Pero de todas maneras, lo que ha descrito el Papa es una tipología de abuso verdaderamente grave y muy triste. Oír esas experiencias de sufrimiento debe ser una ocasión para darles justicia también a ellas.

P. El Papa ha dicho que hay demasiadas expectativas para este encuentro. ¿Qué debemos esperar entonces?

R. La convocatoria ya le dice que no es una reunión cualquiera. Están todas las conferencias episcopales, todas las Iglesias, las mayores órdenes del mundo y los líderes de la curia romana. Es una reunión que hablará de cómo tienen que ejercer. De responsabilidad, de cómo rendir cuentas y transparencia. Pero también de compartir experiencias. Habrá también la posibilidad de escuchar a las víctimas de varios continentes. También por videoconferencia. El comité de organización se verá también el miércoles con una representación de las víctimas.

P. ¿Habrá españoles?

R. De lengua española. No españolas.

P. Pesos pesados de la Iglesia como el cardenal Sean O’Malley, piden medidas concretas tras el encuentro.

R. Eso querría decir que la reunión ha sido eficaz. Encontrarse ya es un pequeño milagro. Pero el seguimiento, lo que se hará en el medio plazo y en el largo es algo esencial. El Papa ha pedido al comité que nos quedemos dos días más para discutir inmediatamente con la curia qué cosas se pueden hacer a partir de entonces. Es esencial, porque si no… Deben llegar decisiones, pero también un cambio de cultura, que es más difícil.

P. ¿Podemos esperar reformas concretas, que se modifiquen y creen nuevas leyes, un documento papal?

R. Nada está excluido. Se hará lo que se necesite. Pero no habrá un documento papal posterior. Los documentos ya existen, el papa escribió la Carta al pueblo de Dios. Ahora hay que aplicarlo.

P. Cuando hablamos de medidas concretas las víctimas piensan, entre otras cosas, en implantar la obligatoriedad de las diócesis de trasladar a la justicia ordinaria los casos que conocen. ¿Está de acuerdo?

R. Cada acusación debe ser investigada y nunca cubierta; quien sea culpable debe ser castigado; quien es un riesgo, no debe estar en la Iglesia. Pero para la relación con las autoridades civiles hace falta respetar. Si hay la obligación de denunciar, hay que hacerlo. Donde no existe esa obligación, la víctima tiene que ser informada sobre su derecho a ir a las autoridades civiles. Y si decide hacerlo, hay que ayudarla. Pero hay que actuar según las leyes civiles de cada lugar.

P. Se lo pregunto de otra manera. ¿No cree que donde existe esa obligación la lucha contra los abusos es más eficaz?

R. A veces lo complica. Es el drama de muchos legisladores. Lamentablemente algunas víctimas no quieren ir para nada a los tribunales o aparecer en la esfera pública. Así que hay ventajas e inconvenientes que las autoridades civiles del lugar deben sopesar.

P. ¿Y las ventajas?

R. Hacer justicia en una jurisdicción civil, porque los crímenes de los que hablamos no son solo canónicos. Son delitos civiles.

P. ¿El encubrimiento no debería ser ya un delito canónico?

R. El Papa con el Motu proprio Come una madre amorevole de 2016 dio una señal muy clara en esa dirección. Dio un proceso para denunciar a los obispos que no cumplen con su liderazgo en caso de abuso sexual. Siendo una negligencia del obispo, se incluye el encubrimiento. Más que decir que debe ser un delito, es un comportamiento estigmatizado porque el Papa ha introducido un proceso de denunciar a los obispos que no cumplen con su deber.

P. Pero sería mejor que algo tan grave fuera un delito.

R. Bah… lo esencial es motivar a la gente a que haga bien las cosas. Las leyes no lo resuelven. Es la voluntad de la gente lo que cambia las cosas.

P. Pero ayudan.

R. Sí, pero no es suficiente.

P. ¿Cómo ha ido el cuestionario que mandaron a las conferencias episcopales?

R. Es un pequeño milagro. El 80% ha respondido, eso es óptimo.

P. ¿Y el otro 20%?

R. Yo le dije al padre Hans Zollner que un 40% ya sería un éxito. Cuando me dijo que era el 80% me pareció muchísimo. Significa que algunos episcopados no tienen apoyo suficiente, a veces es por recursos… El cuestionario era complejo. Pero también significa que es necesario este meeting, hace falta motivar a la gente para cambiar las cosas. Empezando con una respuesta clara a las peticiones.

P. Esa falta de confianza en que respondieran más del 40% explica también las resistencias internas y la pasividad de los obispos todos estos años.

R. Sí, pero esto también lo he encontrado como obispo. A veces le pides una cosa al párroco con buena voluntad y no todos responden.

P. Pero es que eso lo ha pedido el Papa.

R. El Papa es el párroco del mundo, tendrá la misma problemática que un obispo. Pero sí, es justo lo que pregunta. Demuestra la necesidad de que nos veamos juntos para decir que aquí no podemos equivocarnos más.

P. Hablarán de transparencia en la reunión. Pero, ¿por qué no empiezan ofreciendo ustedes estadísticas claras sobre asuntos como el número de sacerdotes reducidos al estado laico, dónde se producen los abusos, en qué países, cómo aumentan…?

R. Hace un comentario justo. Sería útil poder en un futuro no lejano compartir las estadísticas que se elaboren desde aquí. Pero los datos de la CDF son casos que llegan a Roma, no el total. Son los episcopados locales los que tienen que hacer este trabajo, como han hecho los americanos. Y también fuera de la Iglesia. Cada país tiene el deber de saber qué tipo de cultura se está promoviendo. Porque el abuso no está circunscrito a la Iglesia.

P. Una corriente de la Iglesia conservadora, incluso el anterior prefecto de esta congregación, el cardenal Müller, atribuye los abusos a menores en el clero a los altos niveles de homosexualidad que hay en la Iglesia. ¿Está de acuerdo?

R. Hay un dato constante desde 2001 por lo que respecta a los abusos sexuales a menores cometidos por el clero católico: el 80% de las víctimas son de sexo masculino y por encima de los 14 años. Es un dato, la interpretación es otra cosa.

P. El Papa ha dicho que vigilará la entrada en los seminarios en ese sentido.

R. Está preocupado por asegurar a nuestra comunidad, en un invierno demográfico y vocacional, que los candidatos se elijan bien y aseguren la paternidad espiritual para el pueblo. Lo que pide el Papa a los seminaristas es que miren a los niños con un ojo paterno y pastoral.

P. ¿Piensa que el fin del celibato ayudaría a combatir el problema?

R. No. Y es algo estadístico. Mirando los abusos sexuales a menores en general, el celibato no tiene incidencia. Puede crear frustraciones, pero no tiene un impacto en los abusos a menores en el mundo en todas las áreas. No corresponde con eso. Es otro fenómeno.

P. En España se eliminará la prescripción de abusos a menores.

R. Bah… Es una cosa debatida. El problema es que la prescripción fue introducida para asegurar una prueba justa. Que el paso de los años no vuelva borroso el recuerdo. Nosotros como sistema canónico la aumentamos de 10 a 20 años a partir del 18 cumpleaños del niño, que es mucho. Además, tenemos la facultad de derogar la prescripción. Respeto a las autoridades españolas y no debo entrar, pero veo que quitar todo tipo de prescripción no siempre garantiza la justicia.

P. ¿Es posible terminar con los abusos?

R. El Pecado siempre estará con nosotros. Pero podemos eliminar la cultura del encubrimiento. Tenemos que ser realistas, hay que luchar contra ello y confrontar con la realidad. La respuesta del evangelio es la verdad.

Daniel Verdú   –   ROMA

E País Internacional

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