COP 25 y Sínodo “Amazonia”

Con la preocupación actual de la ecología se viene actualizando el Vaticano II que decía que “…las angustias de los hombres de nuestro tiempo, sobre todo de los pobres y de cuantos sufren, son a la vez…las angustias de los discípulos de Cristo”.
A meses de intervalo, coinciden dos eventos: uno, la Cumbre próxima en Santiago que desde 25 años manifiesta la preocupación mundial de los pueblos por el medioambiente, otro evento es el Sínodo para la Amazonía, la estrategia del Papa Francisco de poner la Iglesia “en salida” para enfrentar su crisis empezando por sus periferias.
El calentamiento global y la situación de la Iglesia amazónica son problemáticas conexas pero complejas que dejan muchos interrogantes. Merecen nuestra perseverante reflexión porque difícilmente se podrán resolver todos los problemas en una sola generación.
La ecología es un tema común a las dos cumbres que reúnen cada una más de 150 representantes. La idea que se tiene del ser humano y de su implicancia en el mundo es la tela de fondo de todos los planteamientos religiosos y políticos que, allí, se abrirán. Por esto es necesario involucrarse en los problemas, los desafíos y los logros progresivos de cada organización.
La Iglesia “católica”, por su mismo calificativo, tiene una perspectiva “universal” algo parecido al ámbito internacional que abarca la cumbre anual para el cambio climático. En la COP25, los representantes de los países adhieren voluntariamente y tomarán acuerdos más o menos vinculantes, a diferencia del sínodo de la Iglesia que reúne un grupo escogidos de obispos convocados por el Papa como organismo consultivo en una perspectiva de índole pastoral. La preocupación primordial de las cumbres COP es las repercusiones que pueden tener el cambio climático y la contaminación sobre la economía mundial y el desarrollo de los pueblos y por ende debe llegar a ser una preocupación que asumen solidariamente los países.. La preocupación de la Iglesia es sin duda la evangelización y la adecuación de la Institución para esta misión. Después de cada sínodo se esperan cambios y mejorías…
En esta medio podemos reflexionar en lo que está pasando en lo propio. ¿En qué pie se encuentra la Iglesia respecto a la ecología?
A partir del siglo diecinueve surgió una controversia entre los saberes científicos y las teologías de la religión cristiana. La sociedad industrial y el desarrollo de las tecnologías promovieron aceleradamente una cultura del desarrollo donde predominó luego la economía, la producción, la comercialización y el consumo. Ensimismadas en lo suyo las iglesias se mantuvieron en sus doctrinas de una creación preestablecida, de una antropología centralista y una moralidad de una ley natural.
Cuando empezaron las ciencias a estudiar e interrelacionar lo químico, lo animal, vegetal, la energía, la temperatura… se despertaron los primeros movimientos ecologistas para buscar ubicar el ser humano en su medioambiente que luego, por la globalización pasó a ser planetario (la casa común). Fueron las teorías de la evolución de las especies (Darwin) que crearon los primeros enfrentamientos con las posiciones religiosas tradicionales hasta la conquista del espacio que, para mucha gente, “bajó Dios del cielo”, si se puede decirlo así.
En la actualidad, las religiones ponen en suspenso sus dificultades con las ciencias para solidarizarse con los ecologistas, demandando la restauración de un medioambiente donde todo y todos pueden existir en armonía. Se puede, por ejemplo, levantar una carpa de oraciones interreligiosas durante la cumbre COP25 en Santiago y motivar a los religiosos y espiritualistas para las exigencias ecológicos pero siguen muchas diferencias a todos los niveles para esta concordancia religiosa y política.
La larga encíclica del Papa Franciso “Laudato sí”, cuatro años atrás, revela la globalización destructiva existente y promueve la idea de una ecología “Integral”. Aboga para una espiritualización renovada que vuelve a poner a Dios como principal referente para incentivar los cambios urgentes necesarios. Entre los jóvenes se están levantando muchos grupos interreligiosos, activistas de la ecología que toman este texto para inspiración. Los que leen este largo texto de 220 páginas pueden descubrir como el Papa supo recoger todo lo mejor de la tradición cristiana y de sus predecesores en particular. Se refiere a los testimonios de los evangelios, a la Biblia, a los grandes autores ….hasta Guardini, Teillard de Chardin, sin olvidar su santo preferido San Francisco. Busca sobretodo motivar a los cristianos para actuar para la ecología. Es de esperar que el sínodo próximo diseñe algunas líneas pastorales más precisas
Después de esta lectura y sobre todo al considerar las predicaciones y la catequesis comunes en nuestras comunidades, se piensa útil hacer algunas consideraciones particulares.
Siguen las rivalidades sordas entre ecologistas “radicales” que reducen el ser humano en ser solamente polvo de las estrellas y unos espiritualistas que los acusan de ser unos cientistas materialistas. Sólo un dialogo profundo ecologista-religioso a todos los niveles podrá crear la colaboración eficaz para rescatar el planeta.
Se acusa las religiones de haber causado culturalmente el descuido del medioambiente. Una imagen demasiado mandona de Dios ha cerrado la perspectiva de una verdadera autonomía del universo y del planeta en su desarrollo. Dios puede seguir el “Todopoderoso” sin hacerle el déspota de un determinismo que paraliza la humanidad y da lugar a mucha prepotencia de quienes lo quieren representar. Las religiones han dividido las poblaciones y muchas veces por sus dogmatismos limitaron la comprensión de los hombres entre sí. Hubo espiritualidades que avalaron la legitimidad del enriquecimiento que dejó injustificables desigualdades sociales. En todos los conflictos las religiones bendijeron las armas cada uno de su lado. Hicieron del sexo pecado. Promueven una culpabilidad individual pero una irresponsabilidad y una fatalidad frente a las desastres (¡era de Dios!)…
Es muy importante también mejorar las interpretaciones de las Escrituras y para empezar de los de los mitos del génesis. Por ejemplo, para el primer relato de la creación muchos se quedan con el hombre (imagen de Dios) encargado de dominarlo todo y pasan por alto lo “artista” fantástico que es Dios que lo hizo todo bien bueno. También al leer el segundo relato de creación, se puede quedar con la imagen de un Paraiso “perdido”, por la dureza del trabajo, los partos dolorosos, la violencia de Caín, se puede rezar considerándose en un “valle de lágrimas”, en un destierro, …pero es perderse lo mejor porque en ese relato se describe principalmente la relación familiar del ser humano con Dios que es nombrado por su nombre “ Yahvé”, un Dios que pasea en un paisaje idílico conversando con el hombre, éste recibe con cariño su mujer Eva y nombra todos los animales…¿Por qué esta distorsión para resaltar lo trágico de la condición humana más que anunciar la esperanza de la salvación, la humanidad, el mundo tal como Dios lo quiere? Habrá que recorrer toda la Biblia para leer “Luego, vi un cielo nuevo y una tierra nueva… Esta es la morada de Dios con los hombres” (Apoc. 21, 1-7).
Las iglesias no podrán enseñar a la comunidad humana a hacerse cargo de los errores del pasado y hacerse responsable para el futuro, si no empieza por re-orientar sus propias enseñanzas, superar sus divisiones, asumir las prácticas de la democracia, sanear sus instituciones y restaurar sus comunidades. Este nuevo desafío de la ecología es providencial.
Paul Buchet
Consejo Editporial de Revista “Reflexión y Liberación”
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