Marzo 29, 2024

¡Un poco de seriedad, por favor!

 ¡Un poco de seriedad, por favor!

¡Y en Punta Arenas volvimos a la cuarentena total!

En medio de la indignación de algunos, de la satisfacción de otros, de la confusión de muchos, y de la resignación de todos. Cuando pensábamos que íbamos bien y dando pasos para salir de tantas restricciones, hay que volver al encierro. Cuesta asumir que no tenemos ningún control sobre el bicho, y que lo único que podemos hacer es cuidarnos uno a otros.

Pero, como suele ocurrir cuando tenemos un problema, empieza la búsqueda de los culpables. Así, unos acusan a otros de ser irresponsables por trabajar sin resguardos, por realizar encuentros sociales y fiestas, por aumentar los desplazamientos para compras innecesarias, por no guardar distancia física, porque hay empresas que traen personal del norte sin testear si están contagiados, etc… Por su lado, éstos culpan a aquellos de no entender la necesidad de trabajar y de activar la economía, que son pequeños trabajadores independientes que necesitan trabajar, que son grandes empresas que tienen faenas importantes, que hay que activar la economía porque no sirve estar sano si no tenemos con qué vivir, etc…

Necesidad y responsabilidad son las dos puntas del camino; es decir, la cuestión es cómo resolver la ecuación entre la responsabilidad de todos por los resguardos sanitarios y la necesidad de todos de que se activen la producción en intercambios económicos. Esta tensión entre necesidad y responsabilidad es como cuando se juntan el hambre con las ganas de comer.

Nada sacamos con acusaciones mutuas para culpabilizar a otros, porque así sólo vamos aumentando la agresividad ambiental y viviendo con la sicología del cojo que no se hace cargo de su dificultad para caminar, sino que le echa la culpa al empedrado. ¡Un poco de seriedad, por favor, señoras y señores! Aquí el problema es de todos, y cada uno tiene su cuota de responsabilidad en los resguardos sanitarios personales y en el cuidado de los demás, así como en la recuperación del trabajo con preocupación solidaria por los muchos que han quedado cesantes.

La verdad es que sin un serio proceso de crecimiento en la conciencia de la responsabilidad personal y social por las necesidades colectivas -eso es lo que se llama responsabilidad por el bien común- no tenemos mucho futuro y no saldremos mejores de todo esto, sino que volveremos a lo mismo y con más heridas.

Un lamentable ejemplo de la poca conciencia de la responsabilidad personal y social por las necesidades colectivas es la que dan muchos políticos -de todos los colores- que en lugar de enfocarse y enfocar a todos ante el problema de la pandemia, la utilizan manipulando a la gente y buscando acarrear aguas a sus molinos. Por cierto que la pandemia no es el único problema, pero como se atribuye que dijo el viejo Aristóteles: “primero hay que vivir y luego filosofar”. En el último tiempo, el problema de la politización y manipulación de la pandemia lo hemos visto en la discusión entre por la vuelta a clases de los escolares y la fecha de realización del plebiscito.

Resulta que partidarios del gobierno abogan por una pronta vuelta a clases, señalando que -paso a paso- se van dando las condiciones para ello, mientras que propugnan el aplazamiento del plebiscito porque no estarían dadas las condiciones sanitarias para realizarlo. ¿Y no se dan cuenta que el plebiscito es una necesidad colectiva en vista a una nueva Constitución que defina el marco del país que queremos ser y vivir, buscando ir resolviendo las causas profundas del estallido social, del que pronto se cumplirá un año? ¡Un poco de seriedad, por favor!

Por su parte, desde los sectores de la oposición se insiste en mantener la fecha de realización del plebiscito porque se dan las condiciones para ello, pero se oponen a dar pasos para la vuelta a clases de lo escolares, porque no habría condiciones sanitarias para hacerlo ¿Y no se dan cuenta que no volver a clases perjudica a los niños y jóvenes más pobres y se aumenta la brecha del sistema educacional, porque ellos tienen acceso limitado a internet y otros recursos tecnológicos, y algo muy importante: para muchos niños y jóvenes la escuela es más segura que tener que estar encerrados en casas de cuarenta o cincuenta metros cuadrados y pasando necesidades básicas, a veces violencia o abusos? ¡Un poco de seriedad por favor!

Tenemos la oportunidad de salir mejores de la pandemia, tenemos la oportunidad de hacer algo nuevo y mejor para todos, pero nada de eso será posible sin un serio crecimiento ético en el sentido del bien común, colaborando en la formación de las conciencias para que todos asumamos personal y socialmente nuestras responsabilidades ante las necesidades colectivas.

P. Marcos Buvinic

La Prensa Austral  –  Reflexión y Liberación

Editor