Diciembre 12, 2024

Parisi, el gran sinvergüenza

 Parisi, el gran sinvergüenza

Franco Parisi llegó a Chile como si nada. Luego de años fuera del país por arraigo nacional debido a una deuda alimenticia, el líder máximo del Partido de la Gente (PDG) respondió preguntas, se abrazó con sus fieles y emplazó al Gobierno por la situación en que está el país, según decía.

Repitiendo lugares comunes y frases mal pronunciadas, Parisi le dio a sus seguidores lo que ellos querían: un discurso simple y repetitivo, en el que él y los suyos, según deja entender en sus palabras, son los que saben qué quiere la gente y las necesidades básicas del sujeto construido en estos años. Lo hacía con la desfachatez que lo caracteriza, como si estuviera volviendo luego de un exilio, de un injusto destierro por razones políticas.

Según él, es un perseguido político por el establishment; sin ir más lejos, su programa en Internet, llamado Bad Boysdurante bastante tiempo ha querido establecer como relato que ellos son quienes cuestionan a los poderosos, sin nunca profundizar al respecto. Porque su gracia es precisamente esa: no profundizar en nada, afirmar cuestiones que no son verdad, y nunca, jamás, retractarse de lo que no puede ser cierto.

Es esa levedad la que lo hace un buen candidato y lo pone en la lista de los próximos presidenciables, ya que no se casa con nada, no responde a ningún tipo de estándar moral superior, ni menos a un discurso justiciero y reivindicativo.

Él piensa desde la individualidad, desde el sujeto y sus intereses transitorios, desde aquel a quien no le interesan las estructuras, las luchas culturales o epocales, sino poder tener las condiciones materiales para “salvarse”. Siempre en sus palabras se desprende la idea de ser más vivo que el resto y poder ganar esa eterna competencia que es la vida.

Como pasaba con Piñera, sus votantes no buscan un líder moral ni un referente político, sino alguien que les pavimente el terreno en el que se desarrolla esa competencia, para poder ganarle al otro.

Por eso es que, por más que algunos crean que su deuda de alimentos es un problema para su futuro como candidato, el haber logrado pactar un pago de pensiones para volver al país lo hace un personaje más interesante, que siempre se sale con la suya y nunca se inclina ante el adversario.

La precariedad intelectual de Parisi es su gran atributo; sus frases incompletas, sus acusaciones destempladas y su tono de experto en todo y nada a la vez, son lo que lo hicieron salir tercero en la elección pasada. Y a diferencia de los “técnicos” de la derecha tradicional, que comparan la economía con una ciencia al nivel de la química o la física, él la vuelve algo más terrenal al nivel casi de un gásfiter o un electricista.

Por esto es que por más que creamos que la pelea con Parisi está en el terreno moral, lo cierto es que no es así. La moral trae consigo siempre arrepentimiento, culpa y muchas veces vergüenza por lo que se ha hecho; él, en cambio, no sufre de nada de eso, mucho menos de vergüenza. Al contrario: es el gran sinvergüenza.

Francisco Méndez / Analista Político

La Voz de los que Sobran  /  Reflexión y Liberación

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