Marzo 19, 2024

El reto de la Ecología

 El reto de la Ecología

Quien recorre  hoy la actualidad cristiana puede encontrarse  con dos temas llamativos: por una parte,   la estrategia del camino  sinodal que crea problema entre el episcopado alemán y el Vaticano y por otra parte  las severas acusaciones ecologistas que responsabilizan al Cristianismo  de los problemas del medioambiente.

La invitación del Papa Francisco para un diálogo de  democratización de la Apostolicidad  de la Iglesia y  su apoyo para  la  actualización de  su Tradición teológica son tendencias  muy gratas. Es reconfortante que se busque refrescar la identidad de  la Iglesia católica en un mundo global que la marginaliza. Preocuparon  los numerosos escándalos ocurridos en el  clero, pero ahora  mortifican profundamente  las acusaciones  que se le hace al Cristianismo referente a la ecología.  En realidad, estas denuncias se dirigen especialmente  a la Iglesia católica que se declaró “Luz de las Naciones, pero no le son exclusivas  porque estás  se dirigen  a todas las religiones cristianas que juntas con ortodoxos están perdiendo  abruptamente su hegemonía religiosa en el mundo. Tampoco se debe perder de vista que el desafío ecológico es un desafío para toda la humanidad  la de ayer y  la de hoy. No conviene abrir una discusión  apologética porque abanderizarse por una u otra postura no sirve, es necesario abrir una reflexión que ayude a toda la humanidad a superar  los problemas reales que amenazan el planeta y toda su biosfera.

Los que pusieron un pie fuera de la Institución eclesial como lo aconsejó el Papa Francisco,  pueden informarse  de las demandas  que  los  ecologistas dirigen, a veces agresivamente a la misma fe cristiana haciendo responsables sus autoridades. Es una crítica severa que  apunta al corazón mismo del Cristianismo  y no sólo a las instituciones. Se  recuerda las perspectivas de Max Weber que explicó el surgimiento del capitalismo por la ética protestante. Es  acusado  por el impacto de las creencias difundidas  en las poblaciones  que se denuncia. Para los ecologistas críticos  el cristianismo corrompió el desarrollo de la humanidad.

En este contexto podemos leer  la  encíclica del Papa Francisco “Laudato si”. Esta es un hito en el Magisterio social de la Iglesia porque aporta la perspectiva ecológica que faltaba en las  enseñanzas sociales. El texto no  es como tal una respuesta a las críticas recibidas porque su preocupación mayor es resguardar la doctrina cristiana aportando la inteligencia de fe  a los cristianos  enfrentados  a la  situación problemática del Medioambiente.  Después de un análisis profundo  de la sociedad actual  el Papa hace un trabajo  ilustrado  que actualiza las enseñanzas tradicionales. No se encuentra respuesta a las acusaciones precisas que se le hace a la cristiandad,  pero , si,  una extensa comprensión de la fe cristiana para los mismos fieles.

Lo que  puede faltar en la encíclica como en  muchas enseñanzas religiosas  es un acercamiento a los cuestionamientos del  movimiento ecologista radical. La evangelización requiere una mayor escucha de esos reproches  Para entender bien esto se puede parafrasear un dicho: “Para cristianizar  a John no basta conocer la doctrina cristiana, hace falta también conocer a John”. Confrontar ideas y  creencias puede provocar discusiones pero no dialogo.  Para iniciar un dialogo con los ecologistas acusadores  conviene que los cristianos “suspendan”  un tiempo sus creencias propias para  escuchar sin  “a priori”  a los “sin dios”. A veces el pretexto de  reforzar y defender las creencias propias   tuerce el objetivo de la evangelización. Muchos cristianos  viven con una fe paralizada. Empezando un  proceso evangelizador   se necesita dejar las propias convicciones “en pausa” para entrar en las expresiones y planteamientos  de quienes no son cristianos. De ninguna manera  esta restricción mental momentánea  relativiza la fe, a lo contrario, le abre  a una verdadera posibilidad de diálogo y esto es un espacio para  la acción del Espíritu Santo.

El propósito no es tampoco inusitado porque el  cristiano  vive a menudo  en medio de las preocupaciones de la vida  con su fe “en pausa”.  El evangelizador  abrirá  el diálogo decidiendo  intencionalmente  esta suspensión de su creer. Este “desprendimiento” es la primera etapa de toda movida evangelizadora porque posibilita  un  compartir autentico con los ecologistas no cristianos, un encuentro  allí donde están. Esta pausa es necesaria para  “escuchar” a los otros.  Sin frenarse con  las recomendaciones de precauciones, las sospechas del relativismo y del sincretismo,  y sobre todo  perdiendo esas manías  de atrincherarse en discusiones, la motivación del cristiano será  la confianza en Dios que se puede encontrar en la vida misma. Se puede  aplicar esta pausa voluntaria  en  la vida personal dándose cuenta de algún sector pagano de nuestra vida,  utilizarla para las  relaciones interpersonales sencillas, en las conversaciones, en las reuniones de cualquier tipo y también iniciando   cualquier enseñanza religiosa.  Escuchar a los demás  es dejar hablar y hacer hablar   los demás. Se escucha  preguntando y dándole perspectiva al tema o evento Después se buscar ampliar el enfoque inicial  de la conversación con todo tipo de aportes perspectivas , circunstancias , aspectos , opiniones comunes, consideraciones  religiosas…  con el fin de enriquecer el dialogo.  La meta de todo diálogo evangelizador  es de llegar a compartir  las convicciones iniciales de cada uno. El evangelizador podrá entonces dar su testimonio  enriquecido y aterrizado  por  todo lo conversado.

En la encíclica del Papa Francisco, el tema de la Creación, por ejemplo,  se presenta como una relectura tradición del Génesis.  Si el evangelizador “suspende” este relato que el mismo Papa dice mitológico y  simbólico, puede escuchar: el astrologo  decir que somos “polvo de las estrellas”, el biólogo plantea la evolución del ser humano,  el filósofo  pregunta porque debe haber un “causante primero” al mundo, algunos dicen  que se puede llegar a creer en Dios mirando  la naturaleza, algunos  creen en una energía universal…  abrir el tema con estas diversas consideraciones  es un punto de partida de reflexión evangelizadora.  Por cierto el evangelizador se puede sentir  como perdido en un bosque profundo con los demás. Su fe será la valentía  de compartir la diversidad de sensibilidades y de planteamientos existentes. En este espacio, encontrará con los demás huellas para  seguir adelante. La postura del cristiano  será de confiar que en la vida , hay un tesoro escondido, que se puede encontrar  agua viva, y que puede nacer de nuevo frente a todas las dificultades. Si, por ejemplo  se llega a considerar que la vida es algo que se recibe y se da,  se puede pasar a preguntar ¿qué se puede haber de valioso en esto? Con los “ ¿Por qué?, Quien?,  Donde? Para qué, Cómo?…” se puede  progresar hacia una  idea de Dios . El propósito final  del evangelizador no será  de convencer para alguna manera de pensar  sino llegar después de un largo recorrido al  conocimiento de la persona de Jesús.

Quien se dispone para diálogos evangelizadores encontrará en la encíclica cantidad  de elementos para guiarse pero que desconfíe de llevar al dialogo expresiones  sin haberla asumidas  y entendidas personalmente. Es sólo compartiendo su fe íntima (aún con vacíos) que  podrá  despertar la fe  en los demás.

 “Laudato si” invita a un dialogo con las otra religiones cristianas.  Las  espiritualidades y religiones orientales  son más contemplativas y menos proactivas  que los cristianos de occidente. Esta diferencia lleva sin duda a reflexionar sobre la actividad humana.  Hay que escuchar los musulmanes, lo que  acusan  especialmente al Cristianismo por su incapacidad de  enfrentar los problemas actuales, serán temas políticas y morales  que saldrán en el dialogo.  Se  evitará las discusiones pero se  buscará convergencias, perspectivas más panorámicas y enriquecedoras  para el dialogo, ocurrirán divergencias, también  muchos interrogantes. Será de poco a poco  que el evangelizador encontrará el momento de hablar de su fe en Dios que se hizo hombre.

Hay algunos temas  que no son suficientes abordados  en la encíclica. Uno es la solidaridad religiosa y humana en las responsabilidades. El Mal y precisamente el Mal cometido por error, por dejación y por “maldad”  se presta como buen tema para abrirse un dialogo. Hace tiempo que la teología tendría que haber traducido en términos modernos  lo del “pecado original” por ejemplo, el alma… Los protestantes declaran los hombres  definitivamente pecadores  (Dios no les imputa los pecados si se reconocen pecador), los católicos nosotros  creemos  en el perdón de Dios que puede “santificar” los confesados perdonados. La identidad  humana  sigue por descubrirse y con los ecologistas, el vínculo con la naturaleza puede ayudar. Sin  haber traducido  para nuestros  contemporáneos las expresiones  “ Reino de los cielos”, “infierno”,  Paraíso,  “vida eterna”…, será difícil  invitarles  a leer  el evangelio. Los discursos eclesiásticos  se hacen en  un lenguaje demasiado propios y demasiado antiguo, es allí la dificultad principal para la evangelización.

El “futuro” del ser humano como del planeta  es otro tema fácilmente olvidado.  Tiene variadas interpretaciones. Hay que citar los  inmediatistas  que  no se interesan ni por el pasado ni para el futuro,  a lo opuesto están los que confían ciegamente en la ciencia y la tecnología, otros fantasean con la ficción y los futuribles.  Los medios de comunicación y la comercialización acapararon estos temas abaratándolos. Los cristianos cayeron en el existencialismo tal que  dejaron de hablar del Fin del mundo, de la vida después la muerte. La sola cosa que se atreve  a decir como condolencias es : “que esté en Paz” o “ayudando a sentir”. Las oraciones para el futuro de los  difuntos  está dejado  para la liturgia…

El Cristianismo  en su respuesta a las críticas de los ecologistas  no tiene otra que de declararse culpable.  Pero ¿sólo él? En el mundo sigue el afán de poder, todas las violencias El Cristianismo  no adelantó  mucho en esto. Pero le corresponde al movimiento ecológico tanto que al cristianismo  hacer lo suyo  y ganársela al consumismo, al derroche, a los afanes de poder…¿Cómo cambiar? ¿ Cómo  salir de la delincuencia  en Chile,…? ¿Quién podrá  testimoniar  a los políticos que Jesús dijo: “ el Hijo del hombre no ha venido a ser servido sino para servir   y a dar su vida…(Mateo 2,28)?

Respecto a la perdida de “intimidad” con el mundo natural, vale la pena  lo poético,  el cariño por los animales,  las producciones “Bio”,  la energía verde. La naturaleza  le está cobrando a los humanos su corrupciones.  El diálogo  y la colaboración de los cristianos con los movimientos ecológicos  son  otros espacios de evangelización.   Gracias a los  ecologistas por recordar  a los cristianos  su integración en la naturaleza.  Invitémonos unos a otros para dialogar  de esta cercanía con la naturaleza  que a nosotros los cristianos  lleva a descubrir acerca una  relación intima con Dios. 

Paul Buchet – Temuco

Consejo Editorial de revista ‘Reflexión y Liberación’

 

 

 

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