¡Izquierda Cristiana por la Liberación!
LOS 26 PUNTOS PARA UNA IZQUIERDA CRISTIANA PARA CHILE
¡IC por la Liberación!
Desde diversas generaciones, vivencias y compromisos, desde todos los rincones de Chile e incluso del mundo, distintas personas que componen el pasado, presente y futuro de la Izquierda Cristiana de Chile nos encontramos para reflexionar y proponer, con el fin de alcanzar la unión del pensamiento y la acción por la emancipación de la persona y su plena liberación.
Con un espíritu de unidad y un compromiso transformador de la realidad, desde la opción preferencial por los oprimidos, silenciados, excluidos y perseguidos, nos encontramos quienes aspiramos a la construcción de una nueva mujer y un nuevo hombre que caminen libremente por las grandes Alamedas y edifiquen una Patria para todas y todos.
El espíritu del Chile que soñamos no es otro que el de todas y todos, donde los trabajadores, pobladores, campesinos, indígenas, mujeres, estudiantes y seres humanos, vivan como personas libres, iguales y dignas. Un país en que el fruto del trabajo prolifere en la solidaridad y se distribuya a través de una economía a escala humana que satisfaga las necesidades fundamentales de la persona; una Nación de todos, por todos y para todos, cuyo centro es la persona humana.
Este documento no busca terminar el debate, responder todas las preguntas o solucionar todas las circunstancias y dilemas del pasado, presente y futuro de la Izquierda Cristiana o de Chile. Por el contrario, es un aporte para la reflexión y edificación conjunta del porvenir del Buen Vivir.
Así, el objetivo de este documento es servir de insumo preliminar para aportar al debate democrático del Congreso Ideológico de la Izquierda Cristiana de Chile de este año 2023. Invitamos a todas y todos a discrepar, comentar, criticar y aportar.
¡ÉTICA, SOLIDARIDAD Y ESPERANZA!
I.- ¿Quiénes somos?
Somos un partido de inspiración cristiana no confesional que busca representar a los creyentes cristianos, como también, a los hombres y mujeres no creyentes y humanistas de buena voluntad que coloquen en el centro de sus convicciones la dignidad humana, el bien común, y la liberación de todos los oprimidos de cualquier forma de explotación y represión, con el fin de realizar cambios estructurales en la sociedad chilena para construir el socialismo comunitario.
II.- ¿En qué creemos?
Creemos en una organización social, económica, jurídica y espiritual fundada en la solidaridad, la justicia, la comunión y la libertad de todos los integrantes de la comunidad política, donde los pobres, los excluidos, los perseguidos, los silenciados y los oprimidos, vivan realmente como personas y no como cosas, accediendo, todos y cada uno de ellos, a todos los bienes materiales e inmateriales vitales para la plena liberación de la persona.
Queremos el fin de la pobreza, la desigualdad económica, la descomposición social y la acumulación infinita de la riqueza. Estamos convencidos de la necesidad de un nuevo orden social: el socialismo comunitario.
III.- Los Derechos Humanos como agenda transformadora
El devenir de la hermandad universal de los pueblos y de todas las personas y comunidades exige el reconocimiento de la verdad inscrita en la naturaleza humana: su incalculable dignidad, redescubierta por los Derechos Humanos. Estos no son solamente un límite al ejercicio del poder o de la política, sino que el objetivo sustantivo de la misma comunidad política, del Estado y de todas las asociaciones comunitarias que conforman la sociedad.
Estamos comprometidos con la edificación de un Chile que efectivamente respete, promueva, repare y realice el contenido esencial de los Derechos Humanos, porque la concreción de estos es también nuestro socialismo comunitario.
Comprendemos que es necesario oponernos al nominalismo liberal y al individualismo que, en conjunto, deforman los Derechos Humanos. Buscamos que en la sociedad chilena se hagan efectivos, concretos, realizables y exigibles los derechos civiles y políticos, económicos, sociales y culturales, así como también aquellos relativos al medio ambiente y la naturaleza. Todos ellos están inscritos en la esencia humana y son consustanciales al bien común.
IV.- ¿Por qué vivimos en sociedad?
Creemos que no solo convivimos unos con otros para la satisfacción de nuestros intereses individuales o contractuales, sino que, primordialmente, lo hacemos por la profunda necesidad que, desde la temprana infancia hasta la tardía adultez, tenemos por la familia, el amigo, el vecino, la comunidad y la humanidad como un conjunto hermanado. La sociedad es consustancial a la esencia humana por su naturaleza social y la realización integral de esta.
Toda sociedad goza, conforme a la naturaleza humana, del afán último por la sociabilidad y la fraternidad, y su prisma más alto es la trascendencia y dignidad humanas, traducidas en el acto más íntegro: regalarse a los otros y vivir para realizar la justicia y la verdad.
Así, la razón de vivir en sociedad -que hoy no se cumple- es el principio de la solidaridad; el derecho, la economía y el Estado deben responder a esa realidad. Por ello, abogamos por la abolición de las estructuras sociales y culturales despersonalizadas, individualistas y materialistas, para así construir el socialismo comunitario.
Sin reemplazar las auténticas virtudes y responsabilidades humanas, junto con todas las organizaciones comunitarias, el Estado debe garantizar la justicia distributiva y conmutativa en protección de los pobres, los silenciados, los excluidos y los oprimidos.
La solidaridad es el máximo valor del cristianismo, del humanismo, del socialismo comunitario y de nuestra organización; es nuestro medio, forma y objetivo final. La nueva sociedad a la que aspiramos se estructura desde dicho principio y enfoque.
V.- ¿En qué libertad creemos?
Uno de los fundamentos esenciales de la vida social y de la naturaleza humana, es la libertad. Sin embargo, esta no es la desfiguración que predican los agentes del liberalismo, del hedonismo y del individualismo, guiados ciegamente por el egoísmo irracional y desarraigado que enfrenta a los hombres y mujeres contra sí mismos. Nos oponemos a la visión liberal de la libertad que sustenta el régimen capitalista: la libertad negativa.
Como fuerza transformadora, creemos y buscamos hacer realidad la auténtica libertad inscrita en la naturaleza humana: aquella que no es fruto de un voluntarismo ilimitado, sino que es responsabilidad, virtud cívica y decisión consciente de regalarse a la plena liberación de la persona humana.
La libertad del socialismo comunitario no es la libertad del capitalismo. La genuina libertad es un resultado de la disposición a hacer lo correcto, lo verdadero y lo justo. Por tanto, los cambios estructurales deben pensarse desde una visión sustantiva de la libertad fundada en la consciencia de lo justo, cuya realización solo es posible gozando de las condiciones materiales necesarias para su desempeño: la libertad positiva.
VI.- La democracia es esencial en nuestra praxis y proyecto
Creemos que la mejor forma de organizar la comunidad política es la democracia: el gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo. Estamos convencidos de que la democracia, la pluralidad y el respeto al Estado de Derecho, son características de la vía chilena al socialismo y la forma de gobierno del socialismo comunitario.
Por ello, no solo respetamos y estamos comprometidos con la democracia, sino que asumimos y afirmamos la necesidad y deber en la edificación de una auténtica democracia de los trabajadores; una democracia popular en la cual las responsabilidades de la administración pública y la función legislativa recaigan en las personas mismas.
Abogamos por una democracia directa y comunitaria, fundada en la virtud y la responsabilidad con el otro, donde el ejercicio de la política gire en torno al servicio y la ordenación de la sociedad al Bien Común: una democracia comunal y asociativa que supere los excesos burocráticos, la distancia entre los servicios públicos y la sociedad civil, como también, la pasividad e indiferencia con los asuntos públicos y las necesidades del prójimo.
VII. ¿Por qué estamos juntos?
Estamos reunidos y organizados en torno al principio fundamental de que la política es servir a la persona humana y, sobre todas las cosas, desde una opción preferencial por los oprimidos. Nuestro compromiso revolucionario emerge desde lo más hondo de la Patria: los pobladores, trabajadores, campesinos, indígenas, mujeres, estudiantes e intelectuales que se comprometen a regalarse en la lucha por el Buen Vivir.
Estamos juntos para transformar la realidad actual, reemplazando y aboliendo las estructuras de opresión que someten a los pueblos, superando el capitalismo y el orden económico, político y social vigente.
VIII.- ¿A quiénes representamos?
Somos un vehículo político que busca conformarse como un espacio de representación y coordinación de los movimientos sociales, los sindicatos, los gremios y las organizaciones comunitarias, con el fin de alcanzar una Patria para todos y todas, en cuya realidad concreta imperen la igualdad, la solidaridad y la comunión, para así garantizar la plena liberación de la persona humana y el Buen Vivir de todos los pueblos.
Deseamos representar a quienes, desde un ímpetu de inspiración cristiana o humanista, deseen transformar la sociedad y edificar el socialismo comunitario.
IX.- Cristianos y humanistas por el socialismo comunitario
Buscamos ser un espacio político que organice y movilice las conciencias de los cristianos y cristianas para la edificación del socialismo comunitario, como también, una organización en que los humanistas de buena voluntad puedan participar en dicha labor revolucionaria, construyendo día a día en sus familias, en sus trabajos y en todos los espacios de organización social[1], como también a través de las herramientas del Estado, un Chile humanista, comunitario, libre y socialista a través de la democracia y el respeto irrestricto por los derechos humanos.
X.- Herramienta política
Debemos ser una herramienta política de los movimientos populares y la organización de las causas de emancipación de las personas y los pueblos del siglo XXI. A través del trabajo social y territorial concreto, la reflexión intelectual y la disputa del poder, desde el pueblo chileno, haremos realidad la aspiración de un Chile para todos y de todos los chilenos y chilenas, como exige el Bien Común.
Somos un medio para coordinar los principios, valores y propuestas jurídicas, económicas, sociales y culturales del personalismo, del comunitarismo, de las tradiciones de inspiración cristiana liberadora y del humanismo, encaminadas al socialismo comunitario y el Buen Vivir.
XI.- ¿Por qué somos revolucionarios?
Somos auténticamente revolucionarios, porque sabemos que toda forma de explotación de la persona sobre la persona y del hombre sobre la mujer, así como también toda desviación y deformación producida por la sociedad capitalista que someta “la vida espiritual al consumo, el consumo a la producción y la producción al lucro”, deben ser superadas.
Por ello, ahora ya, a través del trabajo comunitario y la organización social, de nuestras propias vidas personales, de la producción intelectual y del aporte a los procesos legales, constituyentes, económicos y culturales del país y la humanidad, construimos efectivamente el Desarrollo Humano Integral, la plena liberación de la persona: el socialismo comunitario.
XII.- Nuestra revolución
Nuestra revolución es, en primer lugar, una revolución de la consciencia, del espíritu, de los hábitos y de los comportamientos humanos, y en ella todos y todas son protagonistas del devenir de la máxima aspiración de las personas y los pueblos: el socialismo comunitario.
Por ello, nos entregamos a trabajar desde y para una nueva forma de hacer política coherente con nuestra historia y fundación desde 1971, en cuyo centro están las personas y comunidades.
Así, en segundo lugar, esta revolución es el reemplazo de las estructuras del capitalismo en todas sus formas, de la despersonalización y de la atomización social, por un nuevo Chile de todos y todas. Es un cambio de raíz a nivel antropológico, filosófico, político, económico, jurídico y social de todas las injusticias impuestas por el liberalismo individualista y materialista.
XIII.- ¿Cuál es el camino al socialismo comunitario? La Unidad Política y Social del pueblo
Nuestro esfuerzo auténticamente vocacional es una certera expresión cristiana y humanista, y se construye desde, junto, y para el pueblo. En esta lucha, todos los sectores de la sociedad y organizaciones comunitarias y políticas que aspiran a una genuina transformación social son necesarias y bienvenidas.
Creemos irrestrictamente en la Unidad Política y Social del Pueblo, donde cristianos, humanistas laicos, patriotas, marxistas, indigenistas, feministas y ecologistas, somos parte de un pueblo que camina a su destino histórico, es decir, una Patria para todas y todos.
Se debe crear una coordinación revolucionaria a largo plazo que integre todos estos sectores sociales, ideológicos y políticos mencionados, desde sus organizaciones intermedias hasta los movimientos y partidos que las representen. De este modo, desarrollaremos una fuerza de mayoría social y política que sea capaz de transformar la realidad.
XIV.- Fin a la impunidad: ¡Verdad, justicia, reparación y reconciliación!
Nuestro país ha sido profundamente dañado por el terror de la tiránica dictadura cívico-militar que destruyó a las familias, la juventud y la inocencia de las víctimas y toda la Nación, sumiendo al pueblo chileno en la oscuridad impuesta por el egoísmo, el odio y la inhumanidad de quienes se taparon los ojos y rechazaron ver en los otros a su hermano, a quien detenían, exiliaban, torturaban, asesinaban y desaparecían.
Este daño ha sido profundizado por el silencio y la complicidad con la impunidad, el secretismo y el ocultamiento de los responsables de dicha barbarie, evitando así que, por medio de la justicia, la verdad y la restauración, se avance a una auténtica reconciliación nacional que le permita a nuestro país mirarse por fin como una única Patria de hermanas y hermanos.
Nuestro partido está comprometido con la verdad innegable de que toda persona es digna, y que debe ser respetada y amada. Por esto, no descansaremos jamás hasta la verdad, hasta la justicia y hasta la auténtica reconciliación de nuestra Patria. No más impunidad.
XV.- La liberación de la mujer
Afirmamos con toda convicción que toda forma de explotación u opresión del hombre sobre la mujer es una absoluta desfiguración deshumanizante que niega una verdad inscrita en el corazón de toda persona: la plena igualdad de la mujer y el hombre.
Toda forma de explotación sexual, de cosificación cultural, de segregación arbitraria, económica y política, como también, cualquier opresión en el trabajo, en el hogar, y en la vida social de la mujer, es un atentado contra toda la humanidad.
El socialismo comunitario es la liberación auténtica de la mujer trabajadora, la pobladora, la estudiante, la madre, la hija y la hermana, unidas a toda la humanidad en el destino común del Buen Vivir.
XVI.- Medio Ambiente, Naturaleza y Crisis Climática: Casa Común y Buen Vivir.
Sabemos que, como las personas, todo lo que integra, compone e interactúa en el Cosmos, tienen su propio lugar y su propia dignidad. La grave crisis ambiental y ecológica hoy extendida en nuestro mundo, amenaza no solo el futuro de la humanidad, sino que, el destino de toda forma de vida. Por esto, tenemos un irrestricto compromiso con la edificación de una humanidad que no abuse, que no arrase y que no se aproveche de la Casa Común.
Así, aspiramos al auténtico Buen Vivir, es decir, la hermandad entre la humanidad y la naturaleza. Promulgamos un orden social, económico y cultural que respete, promueva y repare nuestro planeta, para la supervivencia de toda la humanidad y todas las formas de vida que componen la existencia.
Por esto, creemos que es urgente establecer estrictos límites jurídicos a la libertad contractual, el ejercicio del derecho a la propiedad y a la libertad de actividad económica, con el fin de garantizar la no afectación del medio ambiente, los ecosistemas y las formas de vida, estableciéndose en caso contrario la obligación de reparar y promover la naturaleza y sus bienes abióticos y bióticos.
Debe consagrarse la obligación de reparar o compensar todo daño causado a nuestra Casa Común, de modo que el equilibrio y la armonía de los ecosistemas y los seres vivos sean conservados. La población debe gozar de una garantía de impugnación cívica: el derecho a la participación en la gestión ambiental y a ser consultada e informada previamente sobre decisiones que pudieran afectar la calidad del medio ambiente.
Al respecto, se debe estipular expresamente la compatibilidad de la responsabilidad civil, administrativa y penal por las conductas nocivas a la naturaleza y los seres vivos en las formas prescritas por la ley, sin perjuicio del principio non bis in idem y la posibilidad de reducción de la sanción por la reparación del daño causado con anterioridad de la sentencia definitiva con fuerza de cosa juzgada que resuelva la controversia.
Asimismo, debe consagrarse que la sociedad, en su conjunto, promueva y asegure el uso racional, sustentable, respetuoso y necesario de los recursos naturales, así como también la contribución a la preservación del medio ambiente para las futuras generaciones y el equilibrio de los ecosistemas en favor de todas las formas de vida, sin perjuicio del justo goce de los derechos subjetivos inherentes a las personas. Por lo tanto, deben prohibirse el desarrollo, producción, tenencia, comercialización, importación, transporte, almacenamiento y uso de armas químicas, biológicas y nucleares, de contaminantes orgánicos persistentes altamente tóxicos, agroquímicos internacionalmente prohibidos, las tecnologías y agentes biológicos experimentales nocivos y los organismos genéticamente modificados perjudiciales para la salud humana o que atenten contra la soberanía alimentaria o los ecosistemas, así como la introducción de residuos nucleares y desechos tóxicos al territorio nacional.
El Estado tiene el deber preferente de proteger el equilibrio, la sanidad y la armonía del medio ambiente, considerando la flora y la fauna, así como también, sus elementos abióticos, sin perjuicio, de su especial tarea de proteger, promover y amparar a la persona y sus necesidades y libertades. El patrimonio natural de Chile debe constituirse como único e invaluable, comprendiendo, entre otras, las formaciones físicas, biológicas y geológicas cuyo valor, desde el punto de vista ambiental, científico, cultural o paisajístico, exige su protección, conservación, recuperación y promoción por parte de todas las personas, la sociedad y el Estado.
Por esto, buscamos una reconciliación de lo urbano y lo rural, potenciando la conservación y equilibrio de la biodiversidad, como también, una nueva planificación urbana centrada en la arquitectura verde, los espacios comunitarios, la creación de espacios de conservación natural urbana y la promoción del acceso a los servicios básicos y la electricidad en el mundo rural sin vulnerar la naturaleza y todos sus entidades abióticas y bióticas.
De este modo, progresivamente, debe ser reemplazada la producción energética dependiente de combustibles fósiles y, en su lugar, establecer el uso de la energía que se obtiene a partir de fuentes naturales virtualmente inagotables, es decir, renovables. Entre estas últimas, destacamos la eólica, la mareomotriz, la solar y la undimotriz para así tampoco sacrificar la biodiversidad y los ecosistemas en post de una producción energética.
Asimismo, debe establecerse un sistema de diseño y construcción pasivo y de rehabilitación, utilizando las fuentes de energía ambientales -en lugar de energía comprada, como electricidad o gas natural-, incluyendo la iluminación natural, la ventilación natural, la energía solar y otros.
XVII.- Naciones ancestrales y pueblos originarios, indígenas y tribales
Chile, como toda América Latina, África y el Tercer Mundo, se compone de mestizos, criollos, europeos y, sobre todo, naciones ancestrales, pueblos originarios, indígenas y tribales, que hoy viven bajo el silencio, el desconocimiento, la represión, la persecución y la censura del Patrimonio Histórico, Cultural y Espiritual con el cual están marcadas a fuego todas y cada una de sus generaciones.
Debemos ser un vehículo político para la reconciliación, la hermandad universal, la colaboración y la edificación de una sociedad del Buen Vivir cuyos integrantes, todos y cada uno, tengan su lugar, y donde nuestros pueblos ancestrales sean, como toda la Nación, protagonistas en el devenir del progreso económico, jurídico, cultural y espiritual.
Por esto, debemos promover el reconocimiento de los pueblos originarios, indígenas y tribales en las bases de la institucionalidad y en los principios del Estado a nivel constitucional, consagrando la participación de las Naciones Ancestrales en la administración y la legislación. Así también, debemos instituir su autonomía territorial, manteniendo la unidad territorial del Estado, estableciendo un verdadero tratamiento plurinacional en materia judicial, la jurisdicción indígena y reconocer sus tradiciones y costumbres en respeto a los derechos humanos.
El socialismo comunitario no es la homogeneidad cultural o la aspiración burguesa del productivismo sin límites, así como tampoco es la manifestación de deformaciones materialistas e individualistas, sino que, por el contrario, es la auténtica comunidad de toda la humanidad, en la solidaridad, en la justicia y en la liberación.
XVIII.- Nuestro modelo económico de desarrollo y progreso: ¡Una economía comunitaria y autogestionaria de inspiración personalista!
La economía y todos los elementos que la componen deben estar al servicio de la persona, por lo que nuestra perspectiva del desarrollo es de una autentica escala humana. Así, abogamos por la coordinación de todos los actores del mercado junto al Estado para la satisfacción de las necesidades fundamentales de cada ser humano.
Creemos en un modelo esencialmente comunitario centrado en el Bien Común, es decir, la participación de cada persona en el bienestar humano ya sea material o inmaterial. En este modelo, el consumo, la planificación, la inversión, la producción y la distribución son realizadas coordinadamente desde todos los sectores sociales, con especial énfasis en la realización de la administración colectiva por las mismas comunidades locales y trabajadores de la industria, por el bienestar de todas y cada una de las personas, especialmente los más pobres.
El ejercicio de la planificación, la producción, la distribución y el intercambio, deben tener el fin de promover y liberar a la persona, enalteciendo la solidaridad, la colaboración y el socorro mutuo, como también, la responsabilidad y virtud cívica de cada uno de los integrantes de la comunidad política. Por ello, el modelo en el que creemos es un modelo personalista que coloca en el centro de todos sus aspectos la dignidad humana, alimentando y promoviendo las vocaciones, la creatividad, la libertad y el ocio humanos.
Nuestro modelo contempla una administración autogestionaria de todas las cadenas productivas y de intercambio. Así, la propiedad de los medios de producción está directamente administrada desde el colectivo de trabajadores, de la comunidad local, de cada individuo desde la asociación gremial o de proveedores, o del Estado en sus distintos niveles con participación ciudadana según las circunstancias de cada factor productivo y de las realidades culturales. Una economía donde prima la descentralización y la autonomía de las decisiones, la innovación, la asociación y la comunión entre la iniciativa personal y la iniciativa comunitaria.
Construiremos una economía cooperativa, comunitaria y autogestionaria que promueve la creatividad e iniciativa de cada persona, centrada en la vocación personal y en el Bien Común, dirigida a través de la coordinación entre toda la sociedad civil y el Estado a la satisfacción de las necesidades humanas fundamentales, superando los males del capitalismo individualista y materialista sin caer en la economía central planificada que destruye las comunidades.
XIX.- Los trabajadores y las transformaciones económicas del mercado y las relaciones laborales
El trabajo no es ni puede ser la penosa condena de la mujer y el hombre a abstraerse del intelecto, del amor, de la comunidad y de la familia. Debemos ser una fuerza política que colabore en garantizar que el trabajo, en cambio, sea una vocación humana en servicio del Buen Común.
La regulación laboral, el mercado laboral, y el orden de la producción de bienes y servicios, deben estar encaminados a la satisfacción de las necesidades de todas las personas, y en este camino los trabajadores y trabajadoras son auténticos protagonistas de la administración de la producción y del reparto de la riqueza de la Nación: un trabajo humano es nuestro objetivo.
El socialismo comunitario no se agota en el salario justo o en la propiedad comunitaria, comunal, colectiva, estatal o cooperativa de la empresa, sino que está llamado a concretar la felicidad del trabajador como persona humana.
Por ello creemos en una perspectiva sindical, gremial y asociativa autónoma y participativa cuya finalidad es promover a los trabajadores como personas, para que accedan a todos los frutos del trabajo, dejando de ser asalariados y, en cambio, ser auténticos propietarios que administren conjuntamente -a través de diversas instituciones e instrumentos legales- la planificación, la producción y el reparto de la riqueza por el bien común de la sociedad.
XX.- El socialismo comunitario y el mercado justo
El intercambio de bienes y servicios es un aspecto natural y necesario de las relaciones humanas para el ejercicio autentico de la solidaridad, la justicia y la libertad. Por ello, sabemos que el mercado, como también la propiedad, el trabajo y el comercio, están irrestrictamente unidos a su función social, que no es otra que la distribución de todo lo superfluo entre los necesitados, el intercambio equitativo y justo en favor de los consumidores y proveedores, y la satisfacción de las necesidades materiales e inmateriales de todas las personas para la auténtica liberación humana. El socialismo comunitario implica un mercado justo.
XXI.- La educación en la sociedad socialista comunitaria
La educación debe estar centrada en la realización de todas las personas, permitiéndoles gozar -a todos y cada uno de los integrantes de nuestra Nación- tanto de los saberes técnicos, como de la trascendencia del intelecto, el amor y la vocación humana.
Los procesos formativos de los liceos, colegios, institutos y universidades tienen como protagonistas a los y las estudiantes junto a sus familias, profesores y toda la comunidad educativa, edificándose así, desde la praxis, la transmisión de valores y la vida comunitaria por medio de un proyecto educativo nacional cuyo objetivo principal es la realización integral de las personas.
Por ello, queremos una educación dirigida a su fin último: la felicidad y desarrollo humano integral de todos y todas, donde la comunidad educativa, dentro de un plan nacional que admita la pluralidad y diversidad de espiritualidades y proyectos educativos, desde la responsabilidad conjunta de estudiantes, apoderados, profesionales y auxiliares de la educación, edifiquen una escuela, un instituto técnico y una universidad auténticamente comunitarias y personalistas.
Respecto a su administración, creemos necesario colocar todas las escuelas y entidades educacionales bajo el control cuatripartito de los profesores, los padres, la comunidad local y los gobernantes, con la mediación de asociaciones educativas locales, concebidas de forma cooperativa.
XXII.- La familia y los niños, niñas y adolescentes
Sabemos que el núcleo fundamental de la sociedad es la familia, y esta no solo es la obvia expresión de la comunión y solidaridad de las personas, sino que existe para la protección, la promoción y la transmisión de virtudes a los niños, niñas y adolescentes, quienes son el futuro y esperanza extendida de la humanidad.
No hay plena liberación humana si en ella no son primordiales la infancia, la niñez y la adolescencia. El trabajo, el mercado, la administración del Estado, la convivencia cívica, cultural, deportiva y espiritual, deben estar todas ordenadas directamente a la realización de niños, niñas y adolescentes para, en plenitud, ser felices y absolutos protagonistas del devenir del nuevo hombre y la nueva mujer.
Estamos comprometidos con crear una infancia, niñez y adolescencia felices, seguras y plenas, como también, una vida familiar autentica sin importar la configuración cultural de esta, garantizando que se funde en el amor, el respeto y la transmisión de virtudes.
XXIII.- La necesidad de la cultura y el deporte para el pueblo y el desarrollo humano integral
La persona no existe solo para sobrevivir ni para llenarse opulentamente de bienes materiales. Por el contrario, la emancipación a la cual está destinada la persona a través del socialismo comunitario es aquella liberación donde la persona es persona, y jamás cosa; una vida que es constante crecimiento y progreso hacia la realización completa de todas las capacidades y talentos.
Por ello, rechazamos toda forma de animalización materialista que ignore la espiritualidad, la cultura, el deporte y la vida comunitaria, sometiéndolas a los afanes superficiales del consumismo y el individualismo. Por esto, garantizaremos, desde la temprana infancia a la vejez, en todas las organizaciones sociales y comunitarias, desde el trabajo territorial y social, como también, en los organismos del Estado, el acceso universal, gratuito, equitativo e igualitario a los bienes superiores de la cultura y el deporte.
Toda forma de arte, ejercicio intelectual, deporte y espiritualidad emancipadora que constituya un aporte al desarrollo humano integral, es parte necesaria y prioritaria en la dignificación de la mujer y el hombre.
XXIV.- Sobre la libertad religiosa
El ser humano no es un trozo de carne o un animal cuya única peculiaridad es la capacidad de hablar, sino que, sobre todas las cosas, es un ser eminentemente espiritual que goza del regalo de un patrimonio incalculable de amor, trascendencia y dignidad.
Puesto que, sin importar que una persona tenga o no una religión, siempre es esta religiosa o espiritual, creemos que aquella dimensión trascendente del ser humano está siempre presente en las aspiraciones personales y comunitarias que nos imbuyen a todos.
En conformidad a esa realidad natural, defenderemos y promoveremos siempre la libertad religiosa y la colaboración de todas las cosmovisiones, creencias y religiones respetuosas de la dignidad humana para concretar una sociedad fundada en la hermandad. No hay socialismo comunitario sin libertad religiosa o sin una genuina colaboración entre la comunidad, el Estado, las entidades religiosas y todo ciudadano, sin distinción en sus creencias, en la construcción del Buen Vivir.
XXV.- ¿Qué pasa con la humanidad? Somos internacionalistas
Nuestra lucha no está limitada por las fronteras de nuestra amada Patria, sino que se extiende a toda la humanidad. La liberación de todos los pueblos es un camino cristiano, como también humanista, al cual suscribimos.
Por ello, condenamos toda forma de imperialismo, de colonialismo y opresión de pueblos sobre pueblos, de etnias sobre etnias, de culturas sobre culturas y de religiones sobre religiones. En cambio, llamamos a la fraternidad universal fundada en la solidaridad y comunión de todos los pueblos, por la trascendental aspiración de una autentica vida digna y libre.
XXVI.- ¿Hay enemigos del pueblo? ¿Quiénes son?
No queremos una Patria dividida ni un conflicto parricida entre hermanos. Sin embargo, existen los enemigos del pueblo, y han sido ellos, por rechazar las innegables verdades de la dignidad e igualdad humanas, quienes se han puesto contra sus propia Nación al enemistarse con el prójimo.
Pues cuando estos oprimen al trabajador, desconocen al desnudo y al hambriento, niegan compartir el fruto del trabajo de otros y acaparan todas las tierras, todas las casas, todas las riquezas y todo el conocimiento solo para ellos, ignoran que a quien están matando en la pobreza, el hambre, la ignorancia, la violencia, la envidia y el silencio, no es otro más que su hermano o hermana.
Los enemigos del pueblo son parricidas porque, a través de la injusticia, la mentira y toda deformación y desviación de poder, matan y destruyen a sus hermanos y hermanas con el fin de sustentar el afán individualista, materialista y egoísta propio de sus interminables e insostenibles deseos de elevación por sobre otros, como si fuesen dioses en la tierra, ignorando su responsabilidad y deber con la Patria, y cada una de las personas que integran la humanidad.
Nosotros, desde nuestro compromiso y posicionamiento popular, estamos convencidos de que debemos, podemos y realizaremos una vuelta de página a la explotación del hombre por el hombre, construyendo y fortaleciendo un mundo donde todos podamos reencontrarnos como hermanos y hermanas. El socialismo comunitario no solo liberará al oprimido, sino que también al opresor, de las cadenas que se ha puesto al sacrificar a su igual.
Nos oponemos a cualquier forma de ambivalencia y reformismo que quiera negar la existencia de estos hombres y mujeres que, con falsas justificaciones, creen ser merecedores de acaparar toda la tierra, toda la producción, toda la riqueza y todo el conocimiento para ellos mismos, y nadie más. Las armas, la guerra y la violencia podrán matar a los pobres, a los enfermos y a los ignorantes, pero jamás matarán la pobreza, la enfermedad y la ignorancia.
Somos un vehículo político, por tanto, encargado de colaborar en la construcción de una sociedad libre de la enfermedad de opresores; una sana, segura, prospera y bella humanidad en que todos sean personas y, por tanto, comunidad.
El socialismo comunitario es el camino auténtico para la liberación de todos los hombres y mujeres, y para este proyecto de la humanidad, distinguimos, conocemos e identificamos a los enemigos del pueblo. No para que sean objeto de la barbarie que ellos mismos hacen sufrir al pueblo trabajador, sino que para, como oponentes, vencerlos a través de la verdad, la justicia y el amor.
FIRMAN:
Carlos Alvarado Julian, actual presidente del Regional de La Araucanía de la Izquierda Cristiana de Chile y coordinador de la mesa política de la coalición Apruebo Dignidad de la Región de la Araucanía.
Valentina Andrade, militante Juventud IC.
Enrique Brito Pereira, militante Izquierda Cristiana de Chile, ex Coordinador Universidades Privadas de la IC (1987), encargado RRII de la CODEJO (1986-1988) y ex representante de la IC en la mesa política metropolitana de Apruebo Dignidad.
Juan Carlos Cárdenas, actual coordinador equipo formación política de la Juventud IC.
Sergio Diego Castro Orellana, actual coordinador comunal San Antonio, fundador y ex alumno del también fundador y ex diputado de la Izquierda Cristiana de Chile Pedro Nolasco del Carmen Videla Riquelme.
Nelson Caucoto Pereira, fundador y ex vicepresidente (1993 y 1999) de la Izquierda Cristiana de Chile.
Roberto Celedón Fernández, ex convencional constituyente (2021-2022), fundador y expresidente de la Izquierda Cristiana de Chile (1991-1993).
Silviana Cereceda, actual coordinadora del equipo de operativos de salud y médicos de la Juventud IC.
Jacques Chonchol Chait, exministro de agricultura (1970-1972) de Salvador Allende y fundador de la Izquierda Cristiana de Chile.
Lucia Diaz, actual secretaria de niñez, infancia y adolescencia de la dirección nacional de la Izquierda Cristiana de Chile y ex vocera nacional de la Juventud IC (2020-2022).
Carlos Donoso Pacheco, fundador, ex presidente (1993 y 1999) y ex vicepresidente (2008) de la Izquierda Cristiana de Chile.
Camila Estrada, simpatizante de la Juventud IC.
María Ignacia Flores, actual vocera nacional de la Juventud IC.
José Tomás Gálvez, actual coordinador estudiantil universitario de la Juventud IC
Simón Gandarás, actual coordinador RRII de la Juventud IC en el exterior.
Julio Guarda, actual representante de la juventud en la dirección nacional de la Izquierda Cristiana de Chile y excoordinador secundario de la Juventud IC (2020-2022).
Boris Goitailandia, militante de la Juventud IC.
Manuel Jacques, ex precandidato presidencial de la coalición Juntos Podemos Más (2005), fundador y ex presidente de la Izquierda Cristiana de Chile (2006-2010).
Matías Kahn, actual vocero nacional de la Juventud IC.
Alisson Layseca, actual secretaria de cultura de la dirección nacional de la Izquierda Cristiana de Chile, ex candidata a concejala de la Izquierda Cristiana de Chile en La Pintana (2021), ex primera secretaria general de la Juventud IC (2017-2019) y ex segunda secretaria general de la Juventud IC (2020-2022).
Stephany Maldonado, militante Juventud IC.
José Manuel Miranda, coordinador del equipo de comunicaciones de la Juventud IC.
Martin Miranda Llancabure, militante Juventud IC.
Kamila Morgado, ex coordinadora del equipo de comunicaciones de la Juventud IC (2018-2022).
Mauricio Freddy Olivares Hiriarte, actual secretario de finanzas del Regional de la Araucanía de la Izquierda Cristiana de Chile.
Gérman Ortega, militante Juventud IC.
Matías Osorio, coordinador secundario juventud IC.
Loreto Paillacar, ex primera secretaria general de la Juventud IC (2020-2022).
Nicole Quiroz, ex jefa de campaña a CORE de Alonso Salinas (2021) y segunda secretaria general de la Juventud IC.
Rodrigo Reyes, ex coordinador del equipo de talleres jurídicos de la Juventud IC (2020-2022).
Lucas Riquelme, actual coordinador RRII de la Juventud IC en Chile.
Rita Rojas, presidenta del Regional Metropolitano de la Izquierda Cristiana de Chile, ex segunda secretaria general de la Juventud IC (2017-2019) y ex coordinadora del equipo de talleres Jurídicos de la Juventud IC (2018-2020).
Alonso Salinas, actual primer secretario general de la Juventud IC, ex candidato a consejero regional en la Región Metropolitana (2021), ex vocero nacional de la Juventud IC (2017-2019) y ex representante de la IC en la mesa política de Chile Digno y Apruebo Dignidad (2020-2022).
Andrea Silva, actual secretaria de niñez, infancia y adolescencia de la dirección nacional de la Izquierda Cristiana de Chile y ex vocera nacional de la Juventud IC (2020-2022).
Ana Tobar, militante Juventud IC.
Luis Mauricio Ulbrich Basso, actual vicepresidente del Regional de la Araucanía de la Izquierda Cristiana de Chile.
Claudio Manuel Ulloa García, actual secretario general del Regional de la Araucanía de la Izquierda Cristiana de Chile.
Luis Rafael Venegas, ex candidato a concejal de la Izquierda Cristiana de Chile en Recoleta (2021).
Juan Carlos Vistoso, actual encargado nacional de la Unidad Muralista Camilo Torres (UMCT), ex Coordinador del Regional Metropolitano (2020-2022) e integrante de la dirección del Regional Metropolitano de la Izquierda Cristiana.
[1] Tales como juntas de vecinos, centros deportivos, centros de adulto mayor, sindicatos, organizaciones estudiantiles e, inclusive,