Diciembre 12, 2024

Los abusos sexuales en la Iglesia Católica

 Los abusos sexuales en la Iglesia Católica

 “La verdad los hará libres”  Jesús de Nazaret

Estamos frente al mayor escándalo desde mediados del siglo 20 hasta que salió a la luz este siglo en el 2002 cuando el ‘Boston Globe’ en Estados Unidos descubrió la pederastia en la Iglesia Católica como institución y le han sucedido hasta el presente miles de acusaciones y denuncias en el mundo. Abusos sexuales mayormente por el clero y en especial hacia niños y adolescentes en casas parroquiales, colegios, seminarios, conventos, universidades católicas.

Por décadas, la magnitud de esos crímenes es horrible. Por ejemplo, en Puerto Rico, seis sacerdotes y el ex cardenal Theodore McCarrick fueron suspendidos de sus estados clericales. En Francia se han identificado más de 300,000 víctimas, en Estados Unidos más de 600 niños fueron abusados por 150 sacerdotes, el scardote Marcial Maciel, fundador de la Legión de Cristo en México y considerado por miles de sus seguidores un santo abusó de 60 menores. En Chile el caso de sacerdote Juan Barros en 2018 fue sumamente vergonzoso al extremo que 34 obispos presentaron su renuncia al papa Francisco después de ser acusados de encubrimiento y en Alemania se han identificado más de 3,600 víctimas. En todos los casos los responsables no fueron sentenciados por la justicia porque algunos prescribieron, otros fallecieron, los siguientes por la edad fueron declarados incompetentes para enfrentar los juicios y los últimos fueron sentenciados en los tribunales.  

Ha habido obispos, cardenales y arzobispos que sabían o saben de esos crímenes en sus diócesis y lo que hacen es cambiar el sacerdote a otra parroquia o enviar al extranjero, le restan importancia, miran para otro lado, acuden a la cultura del silencio, acusan falsamente a las víctimas, envían simplemente a los verdugos a rezar o no someten los casos a los tribunales civiles. Todo lo contrario a la compasión que vivió, predicó y enseñó Jesús de Nazaret.

No son pocos los que justifican conciente o inconcientemente ese grave delito y pecado con argumentos como: “Son algunas manzanas podridas” “Son más los sacerdotes ejemplares” “Ocurren más abusos en las familias” “Es una campaña para desprestigiar la Iglesia” “Los niños mienten” “Son sensacionalismos de la prensa”. ¡Nada, nada en el mundo justifica que personas “consagradas” abusen, aunque sea solo un niño o una niña, es una ofensa al evangelio, roba la inocencia, la juventud, ofende la dignidad y es una violación a los derechos humanos!

Desde el punto de vista psicológico, de acuerdo a la Dra. Ana Mercedes Caro, psicóloga clínica y especialista en terapia familiar, menciona que los abusos sexuales aumentan los riesgos de depresión, ansiedad, insomnio, desórdenes alimenticios, riesgos de caer en el abuso de drogas o alcohol, problemas de conducta, problemas de aprendizaje o memoria y deseos de suicidio. Algunos de estos trastornos duran de por vida. Estos traumas no solo afectan las víctimas  también afectan sus parejas, amistades o familias. Se ha encontrado que ha afectado su espiritualidad como una víctima chilena que declaró que se preguntó, “¿Dónde estaba Dios en ese momento del abuso?”. Según Mateo 18,6 dice: “Al que escandalice a uno de estos pequeños, más vale que le cuelguen al cuello una de esas piedras de molino que mueven los asnos y le hundan en lo profundo del mar.”

Ha habido avances dentro de la Iglesia para acabar con la pederastia. El papa Francisco, quizás más que sus predecesores Juan Pablo II y Benedicto XVI, es el que más ha enfrentado ese cáncer. Tan pronto fue nombrado papa junto a otros obispos creó la Comisión Para la Protección de los menores, ha expulsado líderes de altos cargos como fue el cardenal McCarrick, arzobispo emérito de Washington D.C. y convocó a todos los obispos presidentes de las Conferencias Episcopales del mundo en el 2019 para analizar y tomar medidas. Le han seguido la creación de asociaciones de víctimas para llevar esos horrendos crímenes a los tribunales como Asociación Palabra Liberada, en Francia y se han creado comisiones independientes de las instituciones eclesiásticas, pero todavía hace falta hacer más.

La credibilidad de la Iglesia como institución está afectada severamente en muchos lugares. Una de las razones por lo que las laicas y los laicos (miembros que no pertenecen al clero) han abandonado la Iglesia es que no quieren ser identificados con una Iglesia pederasta. No han perdido necesariamente la fe en Jesús, sino la fe en la Iglesia como jerarquía. Les comprendo. Coordinadores de órdenes religiosas, obispos y papas han pedido repetidamente perdón, pero no es suficiente, tiene que haber restitución con acciones concretas.

Como laico católico practicante, modestamente, proponemos algunas posibles soluciones siguiendo de cerca las recomendaciones de Juan José Tamayo, secretario general de la Asociación de Teólogos y Teólogas Juan XXIII. El centro de atención debe ser, por encima de cualquier otra consideración, las víctimas, por esto es muy importante escuchar, acompañarlos, indemnizar y ofrecerles ayuda psicológica. Una vez comprobadas las acusaciones, excomulgar al o los responsables, se amenaza con excomunión a las personas que defienden el aborto, pero no así a los pederastas. No basta declarar que es un pecado grave, hay que calificarlo como un “vil crimen” como el papa Francisco lo ha llamado. Todo miembro de la Iglesia está obligado por el evangelio, por ética y por ley a denunciar ante las autoridades civiles el abuso sexual por cualquier otro miembro dentro o fuera de la Iglesia. Dentro de la Iglesia es necesario combatir el clericalismo que tanto ha criticado el papa Francisco, clericalismo que presenta la falsa imagen del sacerdote como un ser superior por encima de los laicos y laicas, como alguien “sagrado” una “autoridad divina” intocable. É último es vital superar, porque entre otras cosas, puede impedir que las víctimas hablen abiertamente de sus experiencias y no sean denunciados los responsables.

Es urgente tomar fuertes medidas contra la cultura del silencio, el encubrimiento y la indiferencia hacia las víctimas. Orar por los niños y adolescentes víctimas de abusos es necesario, pero también como prevención es necesario fortalecer a nivel de toda la Iglesia en el mundo la campaña Cero Tolerancia a los Abusos Sexuales en la Iglesia. Finalmente, pero no menos importante, tener la transparencia evangélica en la búsqueda de la verdad poniendo en práctica la afirmación del profeta Jesús: “La verdad los hará libres”, Juan 10,32.

 Roberto Torres Collazo / Sao Paulo

Referencias

Informe: Justicia para los sobrevivientes de abuso infantil en la Iglesia Católica de América Latina. CRIN: Child Rights International Network. (Diciembre, 2019). Portal CRIN.

Lecaros, V. & Suárez, L. A. (Edited, 2024). Abuse in the Latin American Church; an evolving crisis at the core of Catholicism. Editorial Routledge: London and New York.

Redacción. (Enero, 2014). Benedicto XVI expulsó a cerca de 400 sacerdotes por abuso de menores. BBC Mundo: Londres.  

Tamayo, J. J. (2024). Pederastia; ¿pecados sin penitencia? Editorial Erasmus: España. 

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