‘Una alianza global contra la exclusión’
 
			
    ‘Organizar la esperanza mediante la construcción de una alianza global contra la exclusión’. Este es el título de la declaración final y del programa de trabajo definido al concluir el Quinto Encuentro Mundial de Movimientos Populares (EMMP).
La iniciativa concluyó en Spin Time, en Roma, un edificio ocupado que alberga a 400 personas de 25 nacionalidades, una «comunidad de lucha, esperanza y fraternidad», como la describió el padre Mattia Ferrari, coordinador del comité político del EMMP. Durante cuatro días, Spin Time, junto con el Aula Pablo VI del Vaticano, donde el Papa León XIV recibió a los movimientos el jueves, sirvió de foro para que 180 delegados de 26 países de todo el mundo se reunieran para desarrollar prácticas y estrategias para un mundo más justo y equitativo, guiados por las 3T identificadas por el Papa Francisco en encuentros anteriores, comenzando con la primera en 2014: tierra , casa y trabajo .
Un proceso que continúa, manteniendo el diálogo entre los movimientos y la Iglesia, buscando sobre todo fortalecer las relaciones con las iglesias locales: desde los movimientos de Europa surge la propuesta a las Conferencias Episcopales de dar seguimiento a las palabras del Papa Prevost (¡Estoy con ustedes!, dijo en la audiencia del jueves) e identificar un obispo que supervise las relaciones con los movimientos. El misionero comboniano Alex Zanotelli solicita que el delegado sea regional o diocesano, no nacional, para fomentar relaciones más efectivas en las comunidades locales.
Pero el objetivo de construir alianzas es compartido a todos los niveles, para evitar la enfermedad del «individualismo comunitario»: es necesario, como se afirma en la declaración final, «consolidar nuestros movimientos, organizaciones de base y sindicatos», pero también «crear redes de organizaciones, comunidades de comunidades, redes de redes».
Es necesaria una alianza global, porque los problemas son globales, en un mundo fragmentado, herido por la violencia, la injusticia y el desprecio por la dignidad humana. Empezando por la guerra: más de 50 conflictos armados activos. Luego, las desigualdades económicas cada vez más flagrantes. La erosión de los derechos laborales más básicos, debido al aumento progresivo de trabajadores informales (60% a nivel mundial, 80% en algunos países del Sur), desprovistos de derechos y protección social. Políticas criminales de los Estados contra los migrantes: el año pasado, más de 2.500 migrantes murieron o desaparecieron intentando cruzar el Mediterráneo, huyendo de la guerra, el hambre y la desesperación. Y también millones de personas sin hogar, la devastación del medio ambiente que afecta especialmente a los más pobres, la explotación extractiva de minerales necesarios para nuevas tecnologías y armas, la violencia machista contra las mujeres y la negación sistemática del derecho universal a la salud.
Un análisis riguroso que insta a los movimientos a «emprender acciones estructurales, económicas y políticas que nos unan». La declaración final destaca algunas áreas generales de intervención: movilizaciones contra las guerras y el genocidio, la cancelación de la deuda externa, campañas para detener la violencia contra las mujeres, la defensa de la democracia frente a las élites económicas y los plutócratas, los derechos de las personas migrantes y refugiadas, la crisis ecológica, la reducción de la jornada laboral y un salario mínimo universal, y el derecho a la educación. Estos temas se desarrollarán con mayor profundidad en el documento final del Encuentro Mundial de Movimientos, que se está elaborando a partir de los resultados de las mesas redondas temáticas sobre las 3T y los grupos de los cinco continentes. Ante todo, se traducirán en estrategias y acciones que partan de las necesidades, historias y realidades locales, y que den lugar a campañas regionales y nacionales capaces de influir en las estructuras y sistemas inhumanos.
Tras la reunión, comenzó el Jubileo de los Movimientos Populares con una visita a la tumba del Papa Francisco en Santa María la Mayor y el paso por la Puerta Santa. Tambiém se celebraró la misa en San Pedro, presidida por el Papa León, junto con los equipos del Sínodo y los órganos participantes de la Iglesia Católica.
Luca Kocci – Roma
 
         
					