Mayo 27, 2025

Proteger la labor del Estado

 Proteger la labor del Estado

Es indignante el reporte conocido de parte de la Contraloría General de la República sobre 25 mil funcionarias y funcionarios públicos que hicieron viajes al extranjero teniendo licencia médica.

Se anunció la constitución de una Comisión de Ausentismo, así  como sumarios e investigaciones y la aplicación de sanciones. Esto no puede quedar en una inacción. Quienes cometieron esas repudiables actitudes deben ser sancionados e incluso destituidos de sus labores en dependencias del Estado. Ante la ciudadanía se debe mostrar una respuesta concreta a este bochornoso e inaceptable caso.

Como dijo el presidente de la Asociación Nacional de Empleados Fiscales (ANEF), José Pérez, “el Estado no es una empresa, el Estado está al servicio de la ciudadanía” y quienes trabajan en el deben “ser un referente” en el país. Y señaló que “en esos abusos uno no puede perderse, tiene que ser muy claro y somos enfáticos en que si alguien ocurrió en ese daño y esa gravedad tiene que ser destituido del Estado”. En definitiva, hoy son, precisamente, instituciones del Estado las que deben responder ante el pueblo con severidad y efectividad y quitar cualquier sombra de impunidad o relativización.

Junto a lo anterior, en las últimas semanas aparecieron informaciones en medios de prensa y redes sociales respecto al cobro de millonarios montos por concepto de “horas extraordinarias” en ministerios, subsecretarias, alcaldías y otras instancias, el pago millonario de indemnizaciones o retiro a funcionario del Congreso, al mal uso de recursos públicos en varias municipalidades y el caso ProCultura salpica entidades estatales.

No hay que olvidar que en los últimos años, la ciudadanía fue testigo de multimillonarios delitos cometidos por altos mandos de Carabineros y del Ejército, personal y entidades que pertenecer al Estado y que deben responder por sus actos como servidores públicos, a lo que se agregan delitos financieros y administrativos de alcaldes, jefes de servicio, fiscales y profesionales que pertenecían o pertenecen a instituciones del Estado.

En este marco, sectores de la derecha y la extrema derecha, volvieron a la carga en la línea de reducir las entidades y los puestos de trabajo en el Estado, de paso minimizando y desacreditando la necesidad e importancia fundamental de las instituciones estatales en el desarrollo del país en distintos ámbitos, entre otros, como garantía de la materialización de derechos de la gente.

Frente a sucesos y situaciones conocidas, lo que cabe es fortalecer el buen funcionamiento del Estado. Eso incluye mejorar ostensiblemente las capacidades de gestión y control, reforzar criterios de probidad, transparencia, éticos y de desarrollo administrativo, y combatir tendencias y acciones corruptas, permisivas, irregulares y condescendientes.

Por cierto, ir al origen de las circunstancias que permiten, por ejemplo, que miles de empleados públicos cometieran una falta, un fraude, en el mal uso de licencias médicas o pudieran obtener enormes recursos por horas extraordinarias no siempre bien transparentadas.

Las instituciones del Estado y los funcionarios públicos tienen la alta responsabilidad de garantizar la materialización de políticas públicas, de implementar proyectos de beneficio social y humano de la población, de brindar servicios necesarios para la vida cotidiana de las personas, de trabajar para proporcionar salud, educación, seguridad, vivienda, servicios y desarrollo al país, a chilenas y chilenos. En ello no debe tener cabida ni la desidia, ni la irresponsabilidad, ni el fraude y la estafa, ni prácticas abusivas, ni la falta de gestión y control. Tampoco que se aniden prácticas nepotistas, de defensas corporativas y mucho menos de complacencia por cercanías de militancia política.

Precisamente, los sectores más reaccionarios del país quieren alimentar y aprovechar las malas prácticas y las ineficiencias dentro del Estado, para reducirlo, invalidarlo, desacreditarlo, aplicarla motosierra o serrucho,  con la clara intención de dar más poder y atribuciones al sector del gran empresariado, los grandes consorcios financieros y de poderes fácticos. Omitiéndose los conocidos casos de corrupción, desfalcos, cohecho, colusión, tráfico de influencias, fraude al Fisco, entre otros delitos, en que han estado comprometidos connotados empresarios y directivos, conocidas empresas y grupos financieros, oficinas de abogados, y otros elementos del sector privado.

También frente a estos contextos, surgen voces peligrosas tendientes a reducir derechos laborales y sociales de quienes laboran en el Estado, derechos que hay que fortalecer y defender, sobre todo pensando en las mujeres y hombres que entregan su trabajo de manera responsable y eficaz.

En este marco, es fundamental que las trabajadoras y los trabajadores comprendan la necesidad de proteger y potenciar la labor del Estado. Quienes actúan como los que hicieron uso indebido de licencias médicas, desprotegen la labor estatal, la desvirtúan, hace un daño al país y no deben estar en esta actividad laboral.

En cualquier país desarrollado y estable, donde sobre todo se garantiza el desarrollo y el bienestar, independiente de las características ideológicas y políticas de sus gobiernos y parlamentos, se cuida el funcionamiento adecuado y probo del Estado. Eso es lo que corresponde en Chile y para ello no sólo hay que garantizar su efectivo funcionamiento, tomando incluso medidas para que sea más eficiente, sino que hay que velar porque todas y todos quienes laboran en entidades estatales, actúen con profesionalismo, honestidad y compromiso de servicio público.

 “El Siglo” / Editorial – Santiago de Chile 5/2025. 

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