Temas pendientes / Paul Buchet

En la Iglesia católica, hemos vivido tiempos de preocupaciones: por la muerte del Papa Franscisco, después por el Cónclave y por la elección de un nuevo Papa. Fue elegido León XIV. Aguardamos sus primeras intervenciones.
El Papa Francisco no silenció los problemas de la Iglesia, a lo contrario, por los sínodos, había abierto numerosos diálogos pero sin propósito de cambios. Por el momento, se vive en la Iglesia un ambiente más quieto esperando los posicionamientos de su sucesor. La pausa que se tomaron las criticas y los comentarios tiene un nombre que los teólogos llamaron el “sensum fidelium” que se puede traducir: la “sabiduría del pueblo”. Esta es en primer lugar la confirmación renovada de la Fidelidad de Dios a su Pueblo a todo lo largo de la historia. Con un anhelo especial de cohesión de la cristiandad, es también una solidaridad que abarca todas las penas y las alegrías de la humanidad contemporánea. Es el reforzamiento decidido de enfrentar las adversidades. Es en profundidad, la intima perseverancia de comprender mejor a Dios, a Cristo, al Espíritu divino que guiará la humanidad a la Salvación.
¿Cómo no agradecer a Dios por la gracia de estos momentos? Más que vivencias nuestras, son ”momentos de Dios”. Él nos recuerda sus Promesas y las podemos anticipar en nuestras oraciones y también en nuestros planteamientos.
Después de este reconocimiento, podemos abrir los” temas pendientes” en este cambio papal. La fe es conversión, es cambio. La sucesión de un Papa por uno nuevo, a diferencia de las sucesiones monárquicas, no es la permanencia de una institución inmutable. Los discípulos de Cristo son actores de un convocatoria y no vasallos devotos y pasivos. La mejor imagen de la Iglesia es la de una movilización para una “mies que es mucha pero los obreros pocos”.
En cada elección Papa , el tema pendiente más importante debe ser la Evangelización. Sabemos que el anuncio del Reino de Dios no concluirá antes de su establecimiento definitivo al final de los tiempos. En cada pontificado, la Iglesia debe marcar un paso más y hacer “historia” con el anuncio de la Buena nueva de Salvación divina de generaciones en generaciones y no solamente a todos los hombres en el ancho del planeta sino también en la evolución y el Progreso de la humanidad. Lamentablemente nuestro siglo XXI no se presenta como un siglo prospero de evangelización.
Para entenderlo mejor hace falta recordar los pasos de evangelización que se dieron empezando desde el principio. El Nuevo Testimonio relata los recorridos y los esfuerzos iniciales de los apóstoles. Fue una expansión relámpago del evangelio que no paralizaron las discusiones teológicas, las primeras persecuciones ni tampoco posteriormente la difusión de una nueva religión adversa: el Islam.
Durante todo el Medievo, el cristianismo se expandió en toda Europa. Fue facilitado por las estructuras y la cultura de los territorios, señoríos, reinados e imperios. La cristiandad, imitando la sociedad de la época, organizó sus territorios: diócesis, iglesias, monasterios, estados pontificales; empezó a tener sus clases sociales: jeraquía, clero y la feligresía entremezclándose con la nobleza y sus vasallos. La gran novedad de esta evangelización se debe al trabajo de los monjes y los ilustres santos que predicaron y sacramentalizaron las poblaciones (bautismos y eucaristía). Esta evangelización llama la atención por su afán de unidad y de interrelaciones logrando en el tiempo una “romanización”, una institución eclesial estrictamente jerarquizada (Papas, los Estados pontificales, los obispos de las diócesis con su feligresía) Entrometidos entre las naciones, no faltaron discusiones y particularidades religiosas sin embargo, el Papa en sus Estados pontificales tomó ascendencia con un Poder no solamente en lo espiritual sino también en lo temporal sobre los gobiernos de las naciones de la época.
¿Cómo a partir de esos siglos de evangelización se llegó a la dramática división posterior de la cristiandad? La época del Renacimiento (que no lo fue por la Iglesia) fue ilustre por su cultura humanista, sus ciencias, sus artes… fue todo diferente de la evangelización. Ocurrieron las separaciones de la cristiandad de Oriente (la ortodoxia) y después la Reforma Protestante en Europa que estrelló la cristiandad en los siglos en una multitud de diversas confesiones “evangélicas”. ¿Fue, a caso, la centralización excesiva, el absolutismo, las corrupciones, las doctrinas confusas, las intrigas, las rivalidades que invadieron las instituciones eclesiales que provocaron la desunión de los cristianos? Lo cierto también es que la época “moderna” cambio mucho y aceleradamente la vida de las poblaciones, de los estados, de la cultura, las ciencias, el comercio. Empezó una contienda entre conservadores y progresistas.
Sorpresivamente fue el descubrimiento del nuevo Mundo que volvió a levantar nuevas evangelizaciones si esta palabra puede tener un plural.
Los colonizadores españoles fueron acompañados por “misioneros” que salieron a evangelizar los indígenas en América, en África y hasta en el Oriente. Fueron los religiosos jesuitas, franciscanos, dominicos,… enviados por los Papas. La Iglesia católica toda salió a respaldar religiosamente los colonos pero sobre todo a evangelizar y bautizar las poblaciones indígenas. Las misiones se construían con capillas y a su lado escuelas. Es de señalar que esta inmensa evangelización despertó en toda la catolicidad del viejo mundo un entusiasmo que multiplicó las vocaciones religiosas pero también una conciencia proactiva en la Iglesia.
Por su parte, el protestantismo con la Biblia impresa en idioma vernáculo y su lectura personal produjo una religiosidad diferente. Se propagó una evangelización “subjetiva”(evangelismo) que los colonos e inmigrantes diseminaron en numerosas congregaciones particulares. Sus estilos de fe y de comunidades originales se multiplicaron en el nuevo mundo con gran impulso pero buscando convertir persona por persona. Su fe fue más intimista y comunitaria se está propagando compitiendo con los católicos. Estas diferencias es sin duda un tema ecuménico complicado. ¿Serán esos grupos colectivos un refugio de las masas?¿ Llegará el catolicismo una secta entre todas las existentes? ¿Serán las muchas ovejas que Jesús dice estar “sin pastor”? ¿Deberá el ecumenismo trabajarse las doctrinas contrapuestas? O quizás será que el desafío de la evangelización, a futuro se dará en la confrontación con la secularización y la entrada de espiritualidades indígenas, orientales.
El Papa Francisco predicó para una Iglesia “en salida”. Es cierto que el centralismo vaticano es “narcisista” y fomenta una Iglesia que se mira a sí misma para subsanar los problemas de su propia catolicidad. El esfuerzo de diálogo (Sínodos) que preconizó el Papa Francisco es el llamado a una reflexión interna de la Iglesia pero el diálogo puede prevenir unas discusiones que podrían degenerarse en divisiones pero sin poner la meta pastoral fuera de la institución, sólo se logrará favorecer el tradicionalismo envejecido del clero y de la feligresía y perdiendo una perspectiva de futuro que es necesario a la evangelización.
Otro tema pendiente es el problema de las ideologías. El Papa Benedicto XVI no logró cambiar el adoctrinamiento del clero superando el vetusto tomismo. Sus predecesores han sido grandes anticomunistas. Se denunció el racionalismo, el socialismo, el existencialismo…Otros defienden el idealismo de los valores: la verdad, la vida, la libertad, la Paz…. La ideología del personalismo y de los derechos humanos se utilizó para “dictar” una doctrina social. La crítica literaria de la Biblia enseñó los pensamientos mitológicos del Antiguo Testamento, los pensamientos y los conceptos griegos de Pablo y Juan. Se rechaza fácilmente algunas maneras de pensar contemporáneas pero la verdad es que los teólogos no hicieron su trabajo de abrirse el evangelio a múltiples culturas y algunos fueron condenados injustamente.
Un tema más que vale sumarse a lo pendiente es la secularización de la sociedad. La Iglesia se dio muchas veces por “Maestra “y por “luz del mundo” pero por mas discursos morales hechos, no se puede olvidar el pasado. En los conflictos, no siempre la jerarquía ha denunciado las injusticias, las represiones, excepcionalmente ha defendido las víctimas de sus propias corrupciones. Denunciar teóricamente los derroches, los excesos, los abusos es más fácil que estimular las comunidades para dar un testimonio de sencillez y de una solidaridad que supera la simple caridad.
Intercambiando en materias civiles, los diálogos deben realizarse sin reserva. Los cristianos no tienen que venderse a ninguna política ni ser intolerantes, las múltiples diferencias de conciencias que existen, no permite aplicar una moral particular. El testimonio personal del Papa Francisco ha sido un buen ejemplo en esto (menos en el excesos de nuncios!!!). La relación Iglesia católica y Estados es un tema pendiente, un tema que puede unir les cristianos para evangelizar una sociedad que lo necesita. Que el Espíritu Santo ilumine el Papa León XIV para abrir estos temas y otros para que su pontificado sea una gracia más para la cristiandad.
Paul Buchet – Temuco / Chile