“Tú eres ese Hombre”

Siguen mortificándonos nuevas denuncias de abusos clericales.
Que la Iglesia oficial publique esas denuncias y su voluntad de investigar y enjuiciar, es lo menos que se puede esperar. Sería preferible que esas denuncias se planteen en los tribunales de justicia civiles porque son los que pueden preservar mejor el orden social. Una determinada institucionalidad religiosa peca siempre de parcialidad.
Los abusos sexuales, las violaciones, la pedofilia…son problemas sociales que un cierto tipo de cultura o instituciones pueden crear. Más allá de sancionar los delincuentes, resguardarse de los enfermos mentales, asistir las víctimas, la sociedad esta desafiada a tomar medidas preventivas para evitar las derivas culturales en relación al sexo y al poder.
Cada uno puede reaccionar a su manera frente a las denuncias. Sin duda que existen muchas personas heridas por estos escándalos. No se puede olvidar todas estas víctimas colaterales. Algunos, no alcanzamos a creer las acusaciones que surgen. Otros nos escandalizamos. Otros, exigimos sanciones y medidas inmediatas. Otros también, perdimos la fe, la confianza…
Por cualquieras de nuestras reacciones espontaneas al respecto, el Evangelio nos puede sorprender.
La primera invitación es leer en Lucas 6, 41-42 : “Saca primero la viga de tu ojo, y entonces podrás ver para sacar la brizna que hay en el ojo de tu hermano”.
Es a nuestra sociedad y a la cristiandad en general que Jesús dirige esta palabra. No quiere minimizar el mal del nadie sino devolvernos las verdaderas perspectivas del mal que escandaliza. Al individualizar demasiado los delitos y los culpables, no vemos el real tamaño del problema eclesial y social y que revelan.
Vivimos una sociedad que se erotiza al extremo, la sensualidad esta exacerbada y no se ven atajos a los excesos. No se trata de ponerse demasiado recatados, escrupulosos o represivos en la materia pero sí es necesario primero asumir que nuestras las generaciones anteriores son responsables de la situación que existe. Después hagámonos responsables, nosotros los cristianos para hablar mucho más de la problemática sexual, es urgente lograr una educación abierta, influir personalmente en nuestro entorno con actitud y postura novedosa, es de llegar a adecuar leyes oportunas y eficaces…Es una tarea para todos los cristianos y todos los humanistas.
Otro texto simpático del Antiguo Testamento merece ser recordado. (2Samuel 12, 1-15) El profeta Natán le viene a contar a David la historia de un pobre que tenía una pequeña oveja muy querida pero un rico se apoderó de ella para matarla y agasajar con ella a un invitado suyo. David declaró que ese rico merecía la muerte pero el profeta le dijo “Tu eres ese hombre “, tu mandaste matar en la batalla tu general para apoderarte de su mujer!!!”
A pesar de todo David es un gran Rey, el “Padre de la Patria” para los Israelitas. Es de su descendencia que nació Jesús el Mesías. Es atroz lo que hizo David, es de lo más inhumano que hay pero, a pesar de todo, su maldad se inscribe en la historia de la salvación.
A nosotros, este texto escrito más de 2500 atrás nos hace colocar todo lo que está pasando con estos abusos en la perspectiva histórica de la salvación. Las denuncias de los abusos son “proféticas” no solamente porque resguardan la moral sino porque nos invitan a descubrir cómo Dios quiere salvarnos, salvar nuestra humanidad a través de estas macabras historias, demasiadas reales, ellas.
Podemos esperar que la Iglesia institucional pague caro por sus descuidos y sus encubrimientos. Podemos exigirle que cambie sus estructuras viciosas, que, en ella, vuelva una sensibilidad particular por los niños, las mujeres, los pobres. Pero esta tarea es principalmente de los laico(a)s porque no se puede confiar que los que no vieron los problemas , sean, ahora, los que los pueden solucionar . Más allá de cambios institucionales, las comunidades cristianas son las que pueden reconstruir una cristiandad creativa para iluminar el camino de la humanidad con sensibilidades afectivas y sexuales “inspiradas” por Dios.
Insistentemente: “Venga a nosotros tu Reino”.
Paul Buchet