Cónclave, Pentecostés, elecciones y Espíritu Santo

Después de la Pascua, esperamos Pentecostés. La ocurrencia de la muerte del Papa Francisco, del Cónclave, de los ‘papabiles’, del Papa elegido; desafía los cristianos a reordenar sus creencias.
Es un momento que nos tiene que alegrar. Jesús no nos dejó solos. Él queda con nosotros dejando su Espíritu Santo. No es ‘otra’ fuerza. Como Jesús, nuestro ‘Salvador’, es el mismo Dios: ‘Consolador’ frente a las angustias, los dolores de la vida, nuestro abogado para defendernos (porque no lo hacemos todo bien), es el ‘Auxilio’ divino para ayudarnos a testimoniar y obrar bien, obrar mejor.
Olvidamos a veces como opera el Santo Espíritu. Primero nos recuerda el evangelio, las enseñanzas evangélicas. Y no se trata de inteligencia de un texto escrito y traducido en todas las lenguas, no es una comprensión de la razón humana, es ‘Inspiración’. La fe que produce esta Inspiración divina no es propia, se recoge también como una herencia de todos los que creyeron antes de nosotros. Es una historia que recordar y también un presente que es un compartir comunitario que llamamos ‘Iglesia’. Para nosotros, los católicos, esta acción del Espíritu Santo se entiende como una coordinación histórica de la cristiandad que se expresa en la sucesión apostólica (los papas, los obispos). Se debe entender el interés y la publicidad de la elección de un nuevo Papa en este sentido. La Iglesia tendría que ser universal, una y santa! Necesitamos el ‘Auxilio divino’, el Espíritu Santo.
La Inspiración que requerimos para el futuro, esta fuerza que nos gustaría poder confirmar mejor (sacramentalmente) es muchas veces olvidada o poco comprendida. El Espíritu Santo no se reduce en una espiritualidad individual o grupal, repitámoslo. La Obra divina es una Inspiración que pretende crear ‘cielo y tierra’ nuevos. El progreso de la ‘creación’ humanidad, biología toda, materialidad, universalidad, es el designio de Dios. Nuestra generación es poco propensa a recordar la creación, la evolución, la humanización, la historia toda. Somos demasiado existencialista, inmediatista, individualista para no decir sectarios, fanáticos, creídos…Será por esto que estamos como confundidos con nuestros adelantos científicos, técnicos, económicos, políticos… Sin embargo, existe inspiración divina en el humanismo, la justicia, la salud, la asistencia caritativa. Por lo poco que se implican los creyentes, el Espíritu Santo sigue inspirando como ‘anónimo’. Los cristianos tenemos las primicias del Espíritu (Rom.8, 18ss) pero defendemos insuficientemente las víctimas de los derechos humanos, de las guerras, de los yerros sociales de todo tipo.
Luego será Pentecostés, luego un nuevo Papa, luego las elecciones, oremos al Espíritu Santo. La oración es inspiradora.
Paul Buchet – Temuco
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