Abril 19, 2024

Una humillación que nos hará más humildes

 Una humillación que nos hará más humildes

Monseñor Scicluna; padre sinodal quien se encargaba de los casos de pederastia en la Iglesia. En el encuentro de febrero de 2019 con los presidentes de los episcopados nacionales habrá una discusión sobre la cooperación con la justicia civil y sobre la responsabilidad de los obispos.

«No hay otros caminos hacia la humildad que la humillación». Según monseñor Charles Scicluna las crisis de los abusos sexuales de menores son una oportunidad para que la Iglesia responda a la «sed de justicia» de las víctimas y de todo el pueblo de Dios. Padre sinodal, el arzobispo de Malta fue promotor de justicia de la Congregación para la Doctrina de la Fe de 2002 a 2012 y se encargaba de los casos de pederastia en la Iglesia. Su presencia en la rueda de prensa cotidiana sobre el Sínodo sobre los jóvenes que se está llevando a cabo en el Vaticano (del 3 al 28 de octubre) se transformó inevitablemente en una conferencia de prensa sobre las noticias de los últimos tres meses y sobre las perspectivas para el futuro próximo. La asamblea sinodal, precisó el religioso maltés, no es lugar del que hay que esperarse «respuestas veloces» al tema «tremendamente trágico» de los abusos sexuales. Lo será el encuentro de los presidentes de las Conferencias Episcopales de todo el mundo convocados por el Papa Francisco; en esta cumbre especial se afrontarán cuestiones como una mayor responsabilización (“accountability”) de los obispos, la lentitud de la justicia eclesial, la cooperación necesaria con las autoridades civiles.

El Papa Francisco, que en 2015 lo nombró presidente del Colegio para examinar los recursos en la sesión ordinaria de la Congregación para la Doctrina de la Fe en materia de “delicta graviora”, envió también a monseñor Scicluna a Chile para investigar sobre las denuncias contra el sacerdote pederasta Fernando Karadima, en el ojo del huracán, y de los fieles de la diócesis de Osorno en donde era obispo un alumno de este último, monseñor Juan Barros, que mientras tanto renunció.

El presente es «un momento muy importante porque uno de los frutos puede ser volverse más humildes, y no hay otro camino hacia la humildad que la humillación», dijo monseñor Scicluna al responder a la larga serie de preguntas de los periodistas que estaban en la Sala de Prensa vaticana. «¿Qué pienso sobre personas que dicen: “¡Ustedes hacen una cosa y dicen otra, vergüenza!”? Creo que tienen razón. Debemos avergonzarnos. Y creo que no hay otra manera que la humildad y el silencio. No tengo una receta instantánea, a veces estas cosas requieren mucho más tiempo del que uno se imagina. Pero al mismo tiempo creo que hay muchos sacerdotes santos ahí afuera. Como escribió el Papa, la santidad es el encuentro de mi debilidad con la misericordia de Dios. Y hay muchos sacerdotes que viven santamente y le cambian la vida a las personas. Este milagro sucede cada día y seguramente no conquista los títulos de los periódicos, como hacen las cartas y las contra-cartas, pero sucede todos los días. No lo creo: lo veo todos los días. Deberíamos tener este fuerte sentido de la realidad, no pensar que las cartas que nos mandamos son lo más importante en la Iglesia, porque de lo contrario vivimos en una burbuja. Cuando encuentras a personas que han cambiado sus vidas al encontrarse con un santo sacerdote lo comprendes, aunque sea más noticia un árbol que se quema que un bosque que crece»

Durante el Sínodo, dijo el religioso maltés, «un momento muy importante fue el “mea culpa” que pronunció el arzobispo Fischer (Anthony Fischer de Sídney, ndr.), creo que interpretó los sentimientos de muchos de nosotros. La cuestión de los abusos sexuales de menores está en el “Instrumentum laboris”, en el punto 66, entonces no es algo que haya entrado por la ventada, era ya un tema presente. Es una experiencia que algunos jóvenes han hecho de la Iglesia, viendo ahombres de Iglesia que dicen una cosa y hacen otra. Tengo la impresiónd e que el tema se ha afrontado también en todos los círculos lingüísticos, que es un tema general que tendrá que encontrar mayor espacio en el documento final. Sabemos que la mayor parte de las víctimas son jóvenes, hay que hablar de las heridas infingidas precisamente por quienes habrían debido cuidarlos: es mucho más que trágico, es tremendamente trágico.

Y el Papa Francisco, rodeado de obispos de todo el mundo, tiene el mismo deseo de pasar de las palabras bellas a las acciones, para que la Iglesia sea un lugar más seguro y conducir a las diferentes culturas a que apliquen la carta circular que la Congregación para la Doctrina de la Fe envió a las conferencias episcopales de todo el mundo en 2011, para proponer líneas guía que después fueron revisadas por la misma congregación. Hay que ir a la raíz de los abusos, aumentar la responsabilización. Y no solo por lo que hacemos, sino también por todo lo que no hacemos, como ha aclarado el Santo padre con el “motu proprio” sobre los obispos negligentes, que fue un mensaje muy fuerte. Nosotros los obispos que somos responsables frente a Dios o a nuestra conciencia, pero también frente a nuestro pueblo».

«Pero el Sínodo no es sobre los abusos. Tenemos un encuentro importante en febrero, con los presidentes de las Conferencias Episcopales de todo el mundo —recordó Scicluna— y creo que ese será el momento en donde tendremos que plantear la cuestión no solo de la prevención, sino también de la responsabilización: creo que ese es el mejor lugar. No espero respuestas veloces en este Sínodo, hay muchas otras cuestiones en discusión, pero el encuentro de febrero es el encuentro justo para estas cuestiones». 

Iacopo Scaramuzzi   –   Ciudad del Vaticano

Vatican Insider   –   Reflexión y Liberación

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