Marzo 29, 2024

Oratorios Privados y Curas Privados

 Oratorios Privados y Curas Privados

En los palacios, con escudos de armas y escaleras imperiales, de los reyes y de los Grandes de España, no faltaba la Capilla, Oratorio Privado, en el que su Cura Privado, su capellán, bautizaba a sus hijos. No tenían necesidad de mezclarse con los hijos de la plebe. Su dios y su religión tenían un plus de privacidad y de fastuosidad que la plebe sospechaba pero nunca presenciaba.

En esos palacios, hoy, sólo quedan imágenes, escayolas doradas, y cuadros religiosos más de museo que de piedad. Los rezos se apagaron para siempre y las devociones quedaron encerradas en los Libros de Horas.

La aristocracia, en América, es la del dinero no la de los apellidos. Los ricos pagaban un banco en la iglesia de Grace Church or Trinity Church…era el banco de su propiedad y tenían que mancharse los zapatos para sentarse en él. En algunas iglesias episcopalianas aún se puede leer el nombre,grabado en bronce, de sus propietarios. No existían los oratorios privados.

Los superricos de nuestra sociedad, “Material Girl” canta Madonna, en sus mansiones de muchos metros cuadrados, tienen piscinas, saunas, gimnasios, sala de cine, garajes para guardar sus coches de alta gama, jardines Versallescos… todo es material,tangible y fungible, la dimensiòn trascendente, cuento de hadas, se ha evaporado.

Bien lo dice el libro de Job que se asombra y pregunta: ¿”Por qué siguen vivos los malvados que envejecen y aumenta su poder?

Y eso que dicen a Dios: !Déjanos en paz!, no nos interesa para nada conocer tus caminos. ¿Qué sacamos con invocar al Todopoderoso? Job 21,14

Lo que en los palacios y fincas de los nobles fue un privilegio en los conventos es una necesidad.

Las comunidades de monjas y de Hermanos, y las de los frailes, en los años de fertilidad y de pobreza, las boca-ciones surgían de debajo de las piedras, tiempos de austeridad y de estricta clausura, todo se tenía y se hacía en casa. Dios en casa, Misa en casa, Rosario en casa, Devociones y Novenas en casa…y un cuarto para el cura privado en casa.

El Oratorio privado. La Capilla, libraba a sus moradores de mancharse los zapatos y de mezclarse con la massa damnata.

Me cuentan que un religioso si le falla su cura privado no se molesta en bajar veinte escalones para asistir a la misa de la parroquia y los domingos, para no pecar mortalmente, se planta en el coro de la iglesia desde donde cuenta pelucas y lee calvas y cree, ignorante y mal educado y peor catequizado él, que ha cumplido con Dios.

Hoy, tiempos de fertilidad programada y de bocas satisfechas, los Oratorios privados se cierran, los curas privados difìciles de encontrar, las monjas han descubierto por fin el camino que lleva al Templo y han aprendido que la Liturgia es más hermosa y más rica y que el NOSOTROS es más grande que el nosotros de tres o cuatro monjas perdidas en su laberinto. Las monjas, despertadas tras siglos de piadosa sumisión a una obediencia que Dios no quiere, hoy, aspiran, en la Iglesia de Jesús, a TODO.

En su Oratorio son mero número, en la Gran Asamblea son protagonistas y servidoras de la comunidad.

En los palacios episcopales el Obispo, el primer evangelizador, tiene su Oratorio Privado y es el que menos lo necesita, su Oratorio es la diòcesis entera.

Los curas diocesanos no tienen Oratorio privado en su apartamento y las familias cristianas, iglesias domésticas, no tienen Oratorio privado en sus apartamentos, todos tienen que ir al Templo y formar asamblea santa y todos pueden convertir su casa en un Templo sin necesidad de tener el Sagrario, llamado por los niños de Primera Comunión “El Joyero”.

En las comunidade religiosas hay mucho Oratorio y poca oración.

El Oratorio Privado, refugio atómico, se convierte en Oratorio si está entronizado el Sagrario.

No sagrario, lugar profano.

Me encantan los Oratorios de los Neocatecumenales, con cuatro símbolos desmontables y transportables transforman el salón de cualquier hotel en un Gran Templo donde dan culto a Dios con muchas palabras, con gran música, con hermosas flores y con castos besos.

Amén. 

P. Félix Jiménez Tutor, Escolapio

Editor