¿Servir a Dios y al dinero?

La expresión «No podéis servir a Dios y al dinero» se encuentra con esa literalidad tanto en el evangelio de Mateo (6, 24) como en el de Lucas (16, 13). Su sentido no debería poder ser tergiversado.
Se trata de una oposición radical en ambos textos entre el servicio a Dios y el servicio al dinero, literalmente Mammona, que es el dios de las riquezas o el dinero. Por tanto, servir, ser servidor, seguir o amar a Dios hace imposible lo mismo para la riqueza o el dinero. Nadie que sirva a Dios puede, a su vez, servir al dinero. Y viceversa, quien sirve al dinero, quien se somete a su poder, no puede servir a Dios.
En la tradición apócrifa hebrea tenemos el relato de la caída del más bello de los ángeles de Dios, el portador de la luz, que es lo que significa Lucifer. Siendo el más bello, el más luminoso, quedó ensimismado en su ser y eso le hizo rebelarse. Con él lo hicieron algunos querubines, entre ellos Mammona. Vencidos por el arcángel San Miguel, fueron arrojados a la Tierra, donde Lucifer es el gran demonio y el resto le sirven. Mammona es el demonio que está detrás de los pecados relacionados con la avaricia, las riquezas y la injusticia. Por eso tenemos esta expresión en los evangelios en labios de Jesús: no podéis servir a la vez al Dios verdadero, al Dios de vida, misericordia y justicia, y al dios falso de las riquezas. Esta expresión estaría relacionada con otras similares de Jesús contra las riquezas: «Es más fácil que entre un camello por el ojo de una aguja que un rico en el Reino de Dios» o «qué difícil es que los ricos entren en el Reino de Dios». Al joven rico le dijo: «Te falta una cosa: vende lo que tienes, entrégalo a los pobres y sígueme».
Bernardo Pérez – Teólogo