Octubre 7, 2024

Los deseos y la realidad

 Los deseos y la realidad

Esta semana ha estado marcada por los saludos y los buenos deseos en las felicitaciones navideñas, aunque muchos no saben ni se den cuenta de lo que significa eso de desear “feliz navidad”, pues la palabra “Navidad” significa “nacimiento” y a muchos no les importa el nacimiento del Señor Jesús, pero sí les importa que haya fiesta. En realidad, es muy bueno que haya tanto gusto de compartir con otros y que haya tantos buenos deseos repartidos con generosidad, pero hay algo que no funciona.

Ahora, comienza otra semana llena de saludos y buenos deseos en que cada uno repetirá a muchas personas el saludo de “Feliz Año Nuevo” en medio de apretones de mano, abrazos y brindis, saludos por correo electrónico y las redes sociales. Así, pareciera que en nuestro mundo no hay más que buenos deseos que se reparten con abundante generosidad; pero, también, hay algo que no funciona.

Ciertamente, está bien que haya tantos buenos deseos, porque -en el fondo- ponen de manifiesto la bondad y el anhelo de generosidad tantas veces muy bien escondido, camuflado y enmascarado en algunas personas. Sin embargo, en medio de tantos deseos de felicidad y prosperidad, hay algo que no funciona, porque se acaba la fiesta y todo sigue como antes, nos dimos los saludos y todo quedó en los buenos deseos prontamente olvidados para que la vida siga igual.

Parece que es necesario tomar en serio que tantos saludos y abrazos generosamente repartidos, así como los buenos deseos para el nuevo año no funcionan y resultan inútiles sin algunos necesarios cambios de actitudes. El problema es que olvidamos prontamente los buenos deseos y lindas intenciones, y con mayor rapidez de lo que quisiéramos volvemos a lo de siempre, a lo que nos resulta cómodo, a las mediocridades acostumbradas o a las inercias de siempre.

Así, rápidamente, todo vuelve a ser como era en el año pasado: las pensiones de la mayoría de los jubilados continúan igual de miserables, siguen igual las incomunicaciones familiares y la violencia en muchos hogares, se mantienen tal cual muchos enemigos irreconciliables, los corruptos siguen con sus pillerías y chanchullos, la injusta pobreza de los pobres sigue siendo tan injusta y tan pobre, la soledad de los que se sienten abandonados y sin cariño sigue siendo muy sola…

No se trata, para nada, de ser un aguafiestas, sino de tomar en serio que la distancia entre los deseos y la realidad no desaparece con los saludos y abrazos. Nuestros buenos deseos -si se quedan sólo en eso- no producen nada más que una ingenua ilusión que rápidamente se desvanece, a no ser que estemos dispuestos a introducir cambios en nuestra vida y comprometernos a buscar una vida mejor para todos. Definitivamente, los buenos deseos de felicidad, prosperidad, éxito, amor y paz, etc., no funcionan por sí solos, sino que los cambios necesarios en la vida se hacen con buenos deseos, por cierto, pero que requieren compromiso y esfuerzo por realizar lo deseado.

Un nuevo año es una oferta de tiempo para decisiones que expresen algo nuevo, es una ocasión para una actitud nueva ante la vida, ante sí mismo, ante Dios, ante los demás, y ante los proyectos que tengo; así mismo, es una ocasión para saber acoger lo que se me ofrece, para vivir lo inesperado y darse cuenta que la vida se juega en todo eso.

Cada año, en estas fechas me gusta recordar unas palabras las palabras de Mamerto Menapace, un monje argentino, cuando dice: “mi percepción a medida que envejezco es que no hay años malos. Hay años de fuertes aprendizajes y otros que son como un recreo, pero malos no son. Creo firmemente que la forma en que se debería evaluar un año tendría más que ver con cuánto fuimos capaces de amar, de perdonar, de reír, de aprender cosas nuevas, de haber desafiado nuestros egos y nuestros apegos. Por eso, no debiéramos tenerle miedo al sufrimiento ni al tan temido fracaso, porque ambos son sólo instancias de aprendizaje”. Entonces, agradezcamos lo vivido y acojamos con esperanza los desafíos de este tiempo nuevo.

Marcos Buvinic Martinic

La Prensa Austral de Punta Arenas  –  Reflexión y Liberación

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