El Vaticano distorsiona el Diaconado femenino
El Presidente de la Comisión de estudio sobre el Diaconado Femenino; Cardenal Giuseppe Petrocchi, presentó al Papa un resumen del trabajo de los últimos años. El texto contiene varias propuestas sometidas a votación, a menudo de carácter interlocutorio y engañoso. Sin embargo, una propuesta, que llegó al final del proceso y sobre la cual la Comisión se mostró dividida, ofrece la formulación sistemática más impresionante. He aquí el texto:
‘La masculinidad de Cristo, y por lo tanto la de quienes reciben las Sagradas Órdenes, no es accidental, sino parte integral de la identidad sacramental, preservando el orden divino de la salvación en Cristo. Alterar esta realidad no sería un simple ajuste del ministerio, sino una perturbación del significado nupcial de la salvación’.
Tras las proféticas palabras de Juan XXIII, escritas en su última encíclica, Pacem in Terris, nunca se había interpretado una expresión tan contundente, drástica y clara (aunque no definitiva) como una interpretación teológica de la ‘reserva masculina’.
Obviamente, debe considerarse que el documento publicado, como carta dirigida al Papa León XIV, carece de valor magisterial en sí mismo. Sería muy arriesgado atribuir el valor de un acto de magisterio papal a la carta de un cardenal al Papa. Sin embargo, el hecho de que esta propuesta se sometiera a votación y dividiera a la Comisión la hace significativa. De hecho, puede ser muy interesante buscar las articulaciones internas y las raíces en el magisterio reciente en la formulación sometida a votación. Esto es aún más cierto dado que algunas lecturas del texto parecen oscilar temerariamente entre el escándalo y el aplauso.
Me parece que esta vacilación y titubeo en el argumento revela una interpretación inadecuada y forzada de lo que llamamos la naturaleza ‘sacramental’ de la revelación y la ordenación. Considerar ‘sacramental’ el sexo masculino y derivar de la ‘nupcialidad’ la exclusión del sexo femenino de la ordenación es una distorsión imperdonable, sobre la cual debemos ser claros y directos. Por lo tanto, ofrezco mi reconstrucción del malentendido que surge en el texto ‘paramagisterial’, que no es en absoluto un ‘punto de no retorno’, sino el último eslabón de una cadena que ha sido problemática desde el principio.
La formulación misma
La primera frase se centra en el ‘sexo masculino’, definiéndolo como ‘no accidental’ ni en Cristo ni en el ministro. El por tanto crea una correlación supuestamente ‘lógica’ y que, como veremos, tiene raíces recientes. Decir ‘no accidental’ significa sostener que el sexo masculino es ‘sustancial’, parte de la sustancia del sacramento del Orden. Pero la tradición dista mucho de ser inequívoca en este punto. De hecho, es la ‘identidad sacramental’ la que se pondría en tela de juicio, con la consecuencia, expresada aquí con la mayor firmeza jamás expresada en ningún texto del Magisterio, de insinuar que, de lo contrario, ‘el orden divino de la salvación en Cristo’ no se preservaría. El razonamiento, brevemente expuesto, pretende secuenciar estas afirmaciones:
– si la salvación es mediada por Cristo
– si la mediación se produce a través de los ministros de Cristo
– si Cristo y los ministros son todos varones
– pero sólo se altera el sexo de un eslabón de la cadena
– entonces la salvación ya no llega a sus destinatarios.
– por lo tanto la masculinidad del ministro es esencial para evitar el infierno
De hecho, la segunda parte de la oración implica que una ‘alteración’ (es decir, la inserción de una Ministra en la cadena) no sería un acto de actualización del ministerio, sino una ‘ruptura del significado nupcial de la salvación’. Se desconoce qué significa esta expresión altisonante pero vacía, más allá de la amenaza que conlleva.
Es interesante ver cómo estos diferentes puntos de este razonamiento distorsionado y engañoso surgen de una serie de afirmaciones clave hechas por el Magisterio a lo largo de los últimos 50 años, desde la década de 1970 en adelante. Una cadena con varios eslabones.
Primer eslabón de la cadena: Inter insigniores (1976)
Segundo eslabón de la cadena: Mulieris dignitatem (1988)
Tercer eslabón de la cadena: Ordinatio sacerdotalis (1994)
Más aún que en los dos documentos anteriores, la solución que ofrece la Ordinatio Sacerdotalis renuncia completamente a la perspectiva de la Pacem in terris y se centra en una doble operación, menos explícita, pero con mayor pretensión de autoridad:
Por un lado, simplemente pretende reconocer una ‘doctrina definitiva’ con fundamento histórico, en la práctica uniforme de la vida de la Iglesia a lo largo de los siglos. Este testimonio de la vida eclesial, que atestigua la ‘reserva masculina’ respecto a la ordenación sacerdotal, constituiría una restricción que la Iglesia no tendría autoridad para derogar. Por otra parte, con una declaración explícita de esta doctrina definitiva, experimentada en la historia pero nunca formalmente establecida, la autoridad del Papa Juan Pablo II reconoció la reserva masculina, que se dice ‘pertenece a la constitución divina de la Iglesia’, mediante una sentencia que debe ser considerada como definitiva por todos los fieles.
Conclusiones: una intemperancia Paramagisterial
Ninguno de los textos que hemos citado expresa siquiera la mitad de lo que se sometió a votación para un discernimiento sobre el Diaconado abierto a las mujeres. Este parece ser el aspecto más sorprendente: ¿qué necesidad había de involucrarse en una teoría extremista y unilateral sobre los hombres, si no fuera porque el miedo hace perder el control y lleva a someter a votación un texto que, precisamente por su enfoque unilateral y desequilibrado, divide a una Comisión que es todo menos abierta?
Este es un indicador significativo: el recrudecimiento de una serie de distorsiones de la tradición reciente, llevadas al nivel de votación por un grupo de diez teólogos, exactamente divididos en este tema, es una buena señal de los tiempos. De una teología demasiado pequeña y de una arrogancia demasiado grande.
Andrea Grillo – Roma