Abril 26, 2024

Democracia real en la Iglesia / Faustino Vilabrille

 Democracia real en la Iglesia / Faustino Vilabrille

Silencio insoportable

Una vez que Jesús estaba orando solo, en presencia de sus discípulos, les preguntó: «¿Quién dice la gente que soy yo?». Ellos contestaron: «Unos que Juan Bautista, otros que Elías, otros dicen que ha vuelto a la vida uno de los antiguos profetas». El les preguntó: «Y vosotros ¿quién decís que soy yo?». Pedro tomó la palabra y dijo: «El Mesías de Dios». El les prohibió terminantemente decírselo a nadie y añadió: “El Hijo del Hombre tiene que padecer mucho, ser desechado por los ancianos, sumos sacerdotes y letrados, ser ejecutado y resucitar al tercer día”. Y, dirigiéndose a todos, dijo: «El que quiera seguirme, que se niegue a sí mismo, cargue con su cruz cada día y se venga conmigo. Pues el que quiera salvar su vida, la perderá; pero el que pierda su vida por mi causa, la salvará».

 1.- No contestan ni por cortesía: Jesús pregunta y acepta la respuesta de los discípulos. Quiere saber qué piensa la gente de El, qué piensan aquellos que lo están siguiendo de cerca. No preguntar, no escuchar, no aceptar las respuestas del pueblo es uno de los grandes fallos que tiene la iglesia oficial, sobre todo hoy, en que todos aspiramos a ser consultados, escuchados y tenidos en cuenta. El hermano Papa Francisco empieza ser una afortunada excepción, pero lo peor de la gran mayoría de la Iglesia oficial actual, es que no solo no pregunta, sino que tampoco contesta, y a veces ni se entera de lo que realmente pasa. Lo sabemos bien lo ex-voluntarios, expulsados sin saber por qué, de Pastoral Penitenciaria porque les hemos preguntado a muchos, desde el Delegado de Pastoral Penitenciaria, pasando por el Arzobispo, por la Conferencia Episcopal y hasta el Nuncio, pero salvo alguna breve y evasiva respuesta, no hemos recibido más que silencio, un silencio insoportable. Es que ni siquiera por cortesía contestan, y lo que es peor aun, tratándose de temas muy serios e importantes como es el caso de atención a las personas encarceladas. Una iglesia así en el mundo actual, más desarrollado y democrático, no tiene cabida.

 2.- Jesús denunciaba públicamente a los opresores del pueblo: Jesús denunciaba a cada momento a los sumos sacerdotes del templo de Jerusalén que eran la jerarquía religiosa de entonces, a los letrados, a los fariseos, a los senadores por ser unos opresores del pueblo, tanto política como sobre todo religiosamente. Jesús no pertenecía a ninguna jerarquía, no oficiaba en el templo. Jesús estuvo siempre de parte del pueblo, al lado del pueblo y con el pueblo. Sabe muy bien que esto lo va a llevar a ser ejecutado. No se lo oculta a los discípulos, solo les pide que no divulguen que El es el Mesías o enviado de Dios, porque esto precipitaría antes de tiempo su muerte. Pero tampoco es un anuncio ciego, con destino trágico y sin esperanza, pues siempre que les habla de su destino de muerte por persecución y asesinato, les anuncia siempre que resucitará. Jesús tiene un claro proyecto de vida para este mundo y quiere personas dispuestas a comprometerse con él hasta dar la vida si hace falta: esta entrega tampoco es ciega, pues perderla por esta causa conduce a salvarla. Esta es la esperanza que daba Jesús a cuantos sufrían en aquella Palestina la brutal opresión política de los legionarios romanos, o religiosa de los sumos sacerdotes, letrados, etc. Jesús tuvo que elegir entre la fidelidad al pueblo o a la religión oficial.No dudó un instante en elegir lo primero. ¿No estamos hoy muchas veces en el mismo dilema de elegir estar a bien con una iglesia oficial poderosa, rica, piramidal, asimétrica, conservadora, nepotista, adherida al poder, o ponernos de parte de Jesús y su mensaje de liberación del pueblo empobrecido, explotado y maltratado?

 3.- hoy respuesta: ¿Qué respuesta damos hoy los que nos decimos seguidores de Jesús, a una gran parte de la humanidad que sufre espantosamente víctima de enormes injusticias, opresiones, malos tratos, explotación, miseria, muerte injusta y prematura, sobre todo en el Tercer y Cuarto Mundo, perpetrados por los grandes y poderosos de la tierra? El Papa Francisco no para de denunciar esta situación. ¿Nosotros lo hacemos? ¿O acaso pensamos ingenuamente que esto siempre fue así, que esto no hay quien lo arregle, que esto no tiene solución?

 4.- El opresor, político o religioso, quiere ingenuos, no críticos: Sin duda los opresores quieren y hacen todo lo posible para que seamos unos ingenuos, no críticos, y pensemos que es así y que no puede ser de ora manera, para que no nos impliquemos la lucha para cambiarlo, una lucha que empieza por ser denuncia de las injusticias y los injustos, y por tanto con clara incidencia sociopolítica, conscientes de que no siempre fue así, ni tiene por qué ser así.

 5.- No vale el asistencialismo: No vale ni basta con dar ayuda a los empobrecidos desde asociaciones asistenciales, caritativas, etc., (aunque de momento haya que hacerlo) porque esto no erradica la causa de esas multitudinarias situaciones de injusticia, que seguirán produciendo indefinidamente personas empobrecidas y desgraciadas.En un mundo en que sobra de todo para todos, el asistencialismo no tendría que existir, sencillamente por no ser necesario.

 6.- Que luzca a pleno sol la luz de Jesús: Llevábamos décadas de un frío invierno en la Iglesia. Con el Papa Francisco parece que llega algo de buen tiempo, una primavera de esperanza, y que vamos a poder tomar un poco el sol, al menos de momento, si es que los lobbies del integrismo, incluso de algunos cardenales y no pocos obispos no nos vuelven a envolver en negros nubarrones. Despejar el cielo de la Iglesia para que luzca a pleno sol la luz de Jesús de Nazaret es la enorme tarea que le espera al hermano Papa Francisco, y a todos nosotros con él. Solo no lo puede hacer. Tenemos que ayudarle empezando por restablecer, como entre los primeros cristianos, la democracia real en la Iglesia, desde la más elemental parroquia o comunidad cristiana, hasta llegar a abarcarla a toda ella, para que todos de verdad nos impliquemos en participar y reconstruirla desde sus mismos cimientos: el Evangelio de Jesús, que hará que la vida sea más digna, feliz y gratificante para todos los seres humanos y toda la creación.

P. Faustino Vilabrille Linares

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