Diciembre 13, 2024

“Sigo ilusionado, y creyendo de verdad que un mundo mejor es posible”

 “Sigo ilusionado, y creyendo de verdad que un mundo mejor es posible”

El fundador de Mensajeros de la Paz, en su 80 cumpleaños: “Me sigo sintiendo querido”.

“Sigo ilusionado, y creyendo de verdad que un mundo mejor es posible”. A sus 80 años, el Padre Ángel, fundador y presidente de Mensajeros de la Paz, quiere seguir soñando, acompañando a la gente y luchando, para que se respete la dignidad de los más pobres. “Estoy feliz de la vida”, dice, mientras reconoce que se siente querido y, al echar la vista atrás, asegura que “ha merecido la pena”.

Tras 80 años, ¿sigue usted al frente de su obra con la misma ilusión de los comienzos?

Yo creo que con más ilusión. Cuanto más mayor eres, más niño eres, y yo sigo siendo inocente y creyendo en Dios y en los hombres. Una obra como ésta no podría funcionar, si no se basase en ese tándem. Sigo ilusionado y creyendo de verdad que un mundo mejor es posible. Y es posible gracias a gente como la que trabaja con nosotros, a la que me gustaría felicitar y darle las gracias. Hay muchas ‘madres teresas de Calcuta’ y muchos ‘vicentes Ferrer’ entre nosotros.

Vamos, que tenemos padre Ángel para rato

Tenemos padre Ángel, mientras Dios quiera y uno tenga fuerzas para seguir. Pero lo importante en Mensajeros de la Paz no creo que sea el padre Ángel. Lo importante, repito, son los miles de personas, de trabajadores y de colaboradores de Mensajeros. Toda la gente que de verdad ha creído y sigue creyendo en este proyecto.

Es verdad que, a veces, se personaliza Mensajeros en mí (tanto para lo bueno como para lo malo), pero Mensajeros de la Paz no es el padre Ángel, somos todos los que formamos parte de esta gran familia. Esta obra seguirá existiendo, mientras haya personas que crean en el proyecto de hacer felices a los demás.

Se le nota muy orgulloso de la gente que lo rodea: trabajadores, usuarios, colaboradores y voluntarios.

Sí, muy orgulloso. Por ejemplo, acaba de aparecer una familia, que son ocho hermanos y que se apellidan Torazo: Ya son abuelos y  estuvieron conmigo en una de nuestras primeras casas aquí, en la calle La Puebla de Madrid. Y van a estar conmigo el día de la celebración de mi cumpleaños. ¿No es una gozada y una felicidad para un padre, encontrarse con ocho hermanos, ya casados y con sus nietos? ¡Que venga Dios y lo vea! Hoy mismo, acabo de encontrar a otra persona, un tal Luis Escobar, que fue seminarista y que tiene 85 años. Nos hemos vuelto e encontrar setenta años después.

Todo un ‘gracias a la vida’

Doy gracias a Dios por tantos beneficios y bendiciones que me ha concedido. Durante todos estos años he respirado solidaridad y he experimentado lo buena que es la gente. Estamos rodeados de gente buena.

No es verdad que en este mundo todo sea corrupción ni Sodoma y Gomorra. Por eso, tengo muchas más razones para estar feliz y sonriendo que para estar triste y llorando. Aunque a veces hay que llorar, también.

Como le decía, hace poco, el Gran Wyoming: Se sigue sintiendo usted muy querido ¿no?

Yo me sigo sintiendo querido y quiero mucho a la gente. Esto lo aprendí de mi obispo, don Gabino, al que tanto quiero. Siempre que celebro misa en Madrid, nombro a mi obispo, Carlos Osoro, pero siempre añado: ‘Y por mi obispo don Gabino’. De él aprendí a querer y a dejarme querer por la gente.

¿Después de todos estos años, su obra goza de buena salud?

De muy buena salud, quizás de la mejor salud posible, porque seguimos teniendo ganas de sonar y de creer en la gente. Lo más importante en la vida es creer. Creer en lo que uno hace. Y, cuando uno cree, no solamente es capaz de cambiar montañas, como dice el Evangelio, sino incluso voluntades políticas.

¿En la política, como en la vida es usted de todos?

A veces me acusan de que estoy con unos y con otros. Pero los políticos saben que estoy con todos. Y casi todos están con nosotros. Defiendo el ejercicio de la política como una de las profesiones desde la que mejor se puede servir al bien común.

Con usted, están especialmente el Papa, que le ha recibido hace poco en audiencia privada, y el cardenal Osoro, que lo mima.

Sí. Admiro al Papa Francisco, por ser el Papa de los pobres y de la misericordia. Empecé en Oviedo, hace muchos años, con el cardenal Tarancón y casi termino con el cardenal Osoro, en Madrid. De cardenal a cardenal. Con el primero me lancé al mar y con el segundo remo hacia el puerto.

Tarancón, Gabino, Osoro, Sanz y otros muchos obispos. Porque me atrevo a decir que hay muchos obispos que me quieren. Y yo les quiero también a ellos. Por eso, me gustaría proponer algo que me parece precioso: que, en las misas, cuando se pide por el obispo del lugar, se pida también por el obispo emérito. No sé, por qué no se hace. Y quiero proponerlo, porque, incluso en el Misal nuevo, se nombra al obispo titular y a los auxiliares, si los hubiere, pero se sigue olvidando a los eméritos. ¡Qué falta de delicadeza!

Quiero mucho a los obispos mayores y ellos lo saben. Y también me siento muy querido por ellos. Tantos obispos con los que he peleado, he gozado y a los que he acompañado. Y ahora, cuando ya somos mayores, nos queremos todavía más.

También quiere proponer a monseñor Gabino Díaz Merchán como cardenal

Creo que eso está cantado. Estoy convencido de que el próximo cardenal emérito que este Papa haga, va a ser él. Un cardenal por aclamación clerical y popular. Si se lo preguntásemos a los obispos españoles, a los curas y a la gente, todos estaríamos de acuerdo con la idea de que a don Gabino le hicieran cardenal. Una idea que acaricio desde hace mucho tiempo. De hecho, cuando Juan Pablo II fue a Oviedo, le regalé una pluma estilográfica y le dije: “Santudad, para que usted haga cardenal a don Gabino”. Y ya ha llovido desde entonces.

¿Y, ahora, cree que, con Francisco, tiene posibilidades de que le conceda el birrete a Don Gabino?

Si llega a su conocimiento, sí. Igual que hizo cardenal a un sacerdote muy mayor de Bulgaria. Si alguien le habla al Papa Francisco de don Gabino, seguro que le hará cardenal. Aunque también sé que, sólo por decir esto públicamente, Don Gabino me puede llamar y decirme: ‘Ángel, mejor te callas la boca’.

Ya puestos, Francisco también le podría hacer cardenal a usted

Sí. Pero lo importante no son los títulos. Ojalá haya muchos cardenales que sean simples curas. Pero no es ésa mi misión, ni nunca he pensado en eso. Lo tomo siempre como una cosa cariñosa de algunos. Es una señal de cómo te quiere la gente.

Incluso, en algún momento, usted sostuvo la posibilidad de mujeres cardenales

Sí. No sé, si jurídicamente puede ser factible. Aunque me dijeron que incluso un seglar puede ser cardenal. Pero sí, claro que me gustaría que las mujeres pudieran ser también cardenales. Aunque ya hay muchas mujeres, superioras generales y madres provinciales, que mandan más que los cardenales. Con lo cual, no hace falta ser cardenal para mandar más en la Iglesia. Este Papa lo dice continuamente.

Yo siempre me pronunciaba a favor de las mujeres sacerdotes. A mí, se me ha quitado ya ese prurito, porque el problema de la Iglesia no es que las mujeres puedan ser sacerdotes o que los curas podamos casarnos.

¿Cuál es, pues?

Creo que el problema de la Iglesia es el que dijo el Papa desde primer día: que quiere una Iglesia pobre para los pobres y de los pobres. De todas formas, creo que lo de las mujeres sacerdotes llegará  en algún momento. Hace años, nadie pensaba que las mujeres llegaran a ser presidentas del gobierno, diputadas o senadoras. Y lo son.

¿Qué regalo le haría especial ilusión en su 80 cumpleaños?

Creo que ese regalo ya lo tengo: El haber encontrado un niño como Josué, que te diga ‘papi’, que te diga que te quiere y al que le pueda seguir queriendo.  O el haber encontrado, hace cuatro días, a estos ocho hermanos, los hermanos Torazo. Lo que más ilusión le hace a cualquier padre es encontrar a tus hijos, mientras echas la vista atrás y dices: ‘Ha merecido la pena’.

Hubiera merecido la pena solo por el hecho de salvar a un niño. Con uno me hubiera bastado, y Dios ha sido tan bueno que no me dio uno, me dio muchísimos hijos. Y, entre ellos, uno muy especial: mi Josué.

Un recuerdo emocionado a tantos niños como han pasado por las casas de Mensajeros

Sí, sobre todo a tantos que me han querido, que los he querido, que he sufrido, que he llorado, que he gozado, que los he casado, que los he bautizado, que los he ayudado. Que me han ayudado cuando, a veces, me ven con mal color y cansado, y me traen enseguida algo para comer.

Yo estoy feliz de la vida. Creo que soy un privilegiado. Privilegiado, por ejemplo, por haber encontrado un cura, a mi don Dimas, cuando tenía 12 años.

Si no hubiera sido por la Iglesia en la que he crecido y por los obispos que he tenido en mi diócesis (desde Tarancón hasta el actual, pasando por don Gabino, o por don Carlos Osoro, que estuvo también allí), no hubiera salido a flote.

¿Por qué?

Porque hice muchas cosas que, después, me tenían que perdonar. Muchas cosas sin pedir permiso y que molestaban. Pero he tenido unos obispos que creían en ssu curas. El compañero Ángel Silva (al que recuerdo con un cariño especial y junto al que fundé la Cruz de los Ángeles hace 55 años), y yo no hubiéramos salido adelante ,si no hubiéramos tenido a estos obispos detrás. Y a unos Papas, desde Pablo VI hasta el actual, que no te digo nada.

¿Espera que el cardenal Osoro esté presente en la fiesta de su cumpleaños?

Él está presente todos los días y a todas las horas. Tanto que, a veces, se complica la vida por defenderme a mí. Pero sí, me ha dicho que, si puede, va a estar en el cumpleaños. Ha estado en varios cumpleaños míos. Incluso cuando estaba en Oviedo, venían a celebrarlo él y el arzobispo don Gabino. Y ahora, siendo obispo de Madrid, vendrá con el obispo anterior, que no había venido nunca, pero le sigo queriendo mucho.

¿Cuando dice ‘obispo anterior’, se refiere al cardenal Rouco?

Sí. Creo que la distancia que dicen que hubo entre el cardenal Rouco y yo es un mito. Él sabe que yo le quiero y yo sé que él me quiere. Cada vez que nos vemos, nos abrazamos y nos tomamos el pelo uno al otro.

O sea, que estaría dispuesto a invitarle a que pase por su parroquia en Cuaresma o en Semana santa.

Sí. Aunque no me atrevo a invitarle, porque la iglesia es suya. Si la iglesia de San Antón es una iglesia abierta las 24 horas para todos, cuánto más va a ser para el cardenal Rouco. O para otros obispos.

Piensa que por la iglesia de San Antón han pasado ya más de siete cardenales, un montón de obispos y de sacerdotes. Muchos de fuera. Pero si él viene, sería una alegría. Y saldría a recibirle con el hisopo.

¿Se siente especialmente orgulloso de la Iglesia de San Antón?

Sí. Cuando me preguntabas por los regalos, ése ha sido uno de los regalos de Dios y del cardenal Osoro, desde que llegó a Madrid como obispo y le pedí poder tener una iglesia abierta las 24 horas. Eso me revivió.

Piensa que yo llevaba muchos años trabajando y siendo sacerdote, pero sin tener una iglesia donde ejercer, de alguna forma, la pastoral directa. Y, aunque tenemos más de 70 iglesias en las residencias de Mensajeros, en las que puedo celebrar y celebro, tener una iglesia en el centro de Madrid significa poder bautizar, dar la comunión, hacer funerales.

Es poder acariciar y hacer los ritos de Semana Santa, besar los pies a la gente, hacer procesiones y sacar una borrica por medio de Madrid, como la vamos a sacar el domingo de Ramos y ya sacamos el año pasado. No es como el autobús de Hazteoír; a la borrica no la va a detener nadie, aunque no tenga permiso para pasear por los alrededores de la iglesia de San Antón.

Todo eso, es una gozada porque los curas tenemos esa aspiración de ejercer el ministerio y de bendecir.

Al final, el sueño de un cura es ser párroco

El sueño de un cura es ser párroco, como el sueño de un obispo o un Papa…, que al final, lo que quiere, es ser un párroco.

Yo he oído a algunos obispos, entre ellos algunos de los que me quieren mucho, que les gustaría ser párrocos. Pienso que es más bonito ser párroco que ser obispo. Al ser obispo, tienes que aguantar a tantos curas y tantas cosas.

Y ser párroco es ser pastor. Por eso no entiendo, a veces, que cuando se jubilan los obispos, que podían ser párrocos, no lo sean. El ejercicio de párroco sabe a gloria, y cuando tienes muchos años, sabe mucho más.

Celebrar los bautizos, la ceniza, la Navidades, todo eso es una vida preciosa para los que desde niños hemos estado en el seminario. Yo no he tenido oportunidad de celebrar Navidades ni las Semanas Santas. Ahora, alguna vez me llaman para hacer pregones de Semana Santa.

El próximo pregón, en Medina del Campo.

Sí, y lo estoy madurando. Voy a pregonar a Jesús y al vicario de Jesús, que es el Papa, y a los vicarios de Cristo en la tierra, que son los pobres. Es lo que voy a hacer, aunque alguien me diga que eso no es un pregón de Semana Santa.

Entrevista de José Manuel Vidal  –  Director de Religón Digital

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