Abril 16, 2024

Jesús, el Sanador Integral. Revolución en la Iglesia

 Jesús, el Sanador Integral. Revolución en la Iglesia

Comentario Evangelio 1 de julio 2018

                   “Aunque nada cambie, si yo cambio, todo cambiará” (Marcel Proust)
                                 “Pueden, porque creen que pueden” (Virgilio).

El pasaje del Evangelio de este domingo nos habla de dos hechos muy significativos de Jesús de Nazaret: la curación de una mujer que llevaba años enferma, y la de una niña que según el padre estaba muy enferma, según los familiares ya estaba muerta cuando llegó Jesús a su casa, pero que Jesús dice sencillamente que estaba dormida.

1.- Desigualdad: En los dos casos Jesús resuelve la situación, tanto de la mujer como de la niña, demostrando una sensibilidad exquisita hacia las necesidades de la gente: jamás acudió nadie a El sin que fuera atendido diligente y eficazmente. Hoy tenemos medios de sobra para atender así a todo el mundo. Pero los medios para hacerlo solo están en las manos de unos pocos avaros y ambiciosos que solo piensan en si mismos y cuyas ansias de poseer no tienen límites, hasta el punto de que el 1 % de la humanidad tiene tanto como el resto del mundo. Ya expresó maravillosamente esa ambición desmedida Pedro Calderón de la Barca cuando escribió:
Sueña el rico en su riqueza,
Que más cuidados le ofrece;
Sueña el pobre que padece
Su miseria y su pobreza.

Hoy vemos las ansias de riqueza causar una desigualdad tan grande en el mundo como nunca hubo en la historia de la humanidad: la renta por habitante en Mónaco es de 141.403 €, mientras que en la República Centroafricana es de tan solo 277 € (Fuente: Expansión, Datos Macro). El más rico de España pasa de ganar el millón de euros al día, mientras muchos que tienen trabajo firman cobrar 800 € en nómina, pero les pagan solamente 400, y eso lo hacen organizaciones que se proclaman ser de carácter social e inclusivo. El Ministerio de Trabajo debería ser mucho más diligente en sus inspecciones. Esperamos que el nuevo Ministro así lo haga. Nunca hubo tanto en el mundo para tan pocos, y tan poco para tantos.

2.- Hay que bajar a los potentados de sus tronos, o sea, grandes banqueros, políticos corruptos, paraísos fiscales, leyes que permiten tener más a los que más tienen y menos a los que cada vez tienen menos, gobernantes muy ricos de países muy pobres. Hay que desterrar a los traficantes de drogas y mujeres que deshacen personas y familias. Mientras no se ponga coto infranqueable a todas estas cosas iremos de mal en peor en desigualdad, injusticia y toda clase de sufrimientos injustos, alimentando la emigración forzada, la violencia, los ingresos en las cárceles y las guerras.

3.- Luchadores con fe: Necesitamos muchas personas dispuestas a luchar sin esperar nada cambio por un mundo mejor y más justo, con fe en sí mismas, seguras de que es posible conseguirlo. Jesús de Nazaret, todo el bien que hace a la gente, no se atribuye nada a sí mismo, sino que siempre les dice: “tu fe te ha salvado”. Necesitamos tener fe en nosotros mismos. Dios no falla nunca, nosotros somos los únicos responsables de nuestros fallos. El mundo no está en las manos de Dios, porque El lo puso en las nuestras: nos consideró personas adultas, capaces y responsables de hacernos cargo de él. Decir que está en las manos de Dios es evadirnos de nuestra propia responsabilidad. Debemos movilizarnos para acudir a todo tipo de actos, gestos y luchas que tengan por fin el bien común, la dignidad de las personas, la rehabilitación de las víctimas, el cuidado de la Madre Tierra. Debemos hacer nuestro el aforismo del poeta latino Virgilio: “pueden, porque creen que pueden”.

La misma humanidad necesita tener fe en sí misma, tener fe en que la liberación es posible, tener fe en que podemos unirnos, tener fe en que todos unidos podemos cambiar el mundo. Los poderosos son muy grandes, pero muy pocos. Si no les hacemos el juego y nos unimos para vencerlos, acabaremos cambiando este mundo para el bien de todos, porque “Aunque nada cambie, si yo cambio, todo cambiará” (Marcel Proust)

4.- Revolución en la Iglesia: Además para los cristianos es muy urgente hacer una revolución al interior de la Iglesia, que al hilo del Papa Francisco, acabe con sus riquezas, sus adherencias al poder, su dependencia económica, como en España, del brazo del Estado, retornando al compromiso liberador de los pobres unida a los pobres y necesitados, no con actos de misericordia económica y limosnas asistenciales, sino de justicia y solidaridad, pues toda la Biblia está atravesada de principio a fin por un mensaje de predilección de Dios por los pobres, que aparecen en ella 164 veces, y por el contrario rechazando a los ricos y sus riquezas otras 128 veces, a la vez que el término justicia con todas sus diferentes connotaciones aparece 213 veces, y que el significado del vocablo limosna que se repite 29 veces no es el de limosna como la entendemos hoy, sino de estricta justicia.

5.- Jesús, el Sanador Integral: en esta ocasión rompe, como lo hizo más veces, con prejuicios sin fundamento: para los judíos tocar a un enfermo o que él te tocara era contaminarse. Pues bien, Jesús deja que la mujer le toque y El toca a la niña cogiéndola de la mano, precisamente para que ambas queden curadas. Jesús era amigo de la vida, era un verdadero sanador integral de las personas. Su Dios no es un Dios de muertos, sino de vivos, porque para El todos están vivos y vivos para siempre: cuidar la vida, sanar la vida dañada, amar la vida digna para todos, incluidos los lirios del campo y los pájaros del cielo, es seguir a Jesús (Lucas 20,38 y 12,22-29). Cuidar la vida, y vida plena y felicitante de todos y de todo, para todos y para todo, es nuestra misión en este mundo como seres humanos y más como creyentes.

P. Faustino Vilabrille Linares

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