‘El Fascismo es el desprecio por el otro’
Don Minzoni fue asesinado por la violencia fascista y por la cobarde complicidad de quienes no se opusieron a ella.
“El fascismo, que adopta diferentes colores, sistemas y burocracias de cada totalitarismo y diferentes aparatos, significa desprecio por el otro y por el diferente, intolerancia, prejuicio que aniquila al enemigo, racismo refinado o crudo que sea, violencia física que siempre comienza. en el verbal y en la incapacidad de dialogar con quienes piensan diferente”. Lo afirmó el cardenal Matteo Zuppi durante la misa celebrada en Argenta (Ferrara) con motivo del centenario del martirio de Don Giovanni Minzoni. “Minzoni lo afrontó sin compromisos, sin oportunismo ni conveniencia. Por eso fue y sigue siendo un centinela de la mañana que continúa haciéndonos creer en la luz de la noche”.
El cardenal de Bolonia y presidente de la CEI recordó en su homilía “tres episodios que probablemente decretaron la pena de muerte” de don Minzoni “y que nos muestran su pasión evangélica y sacerdotal”. “Celebró el funeral de un concejal socialista asesinado por los fascistas, durante el cual condenó el asesinato calificándolo de monstruoso cinismo, cobardía y sectarismo – recordó -. Escribió una carta muy firme después de que los fascistas impidieran una procesión de exploradores hacia el santuario de Celletta, en la que señalaba a los verdaderos enemigos de la Iglesia en los defensores del orden, en los moralistas de la disciplina que luchan ostentosamente contra la obra del párrocos”.
Finalmente, “el 9 de agosto, es decir, unos días antes del asesinato, mantuvo una discusión pública con el jerarca Balbo, que había amenazado con severas sanciones si no se disolvía la asociación de scouts por orden del Duce. Minzoni respondió que sólo recibía órdenes del Papa y que sus muchachos permanecerían unidos en nombre de Dios para su único y verdadero bien, que no era el de aprender a usar los rifles”.
Recordando el “bárbaro asesinato” de Don Minzoni, Zuppi subrayó “el odio y las consecuencias de nuestras elecciones”, subrayando que “el amor y el odio no pueden conciliarse”. Y “es sólo este amor el que explica las opciones y el testimonio de don Minzoni, sacerdote apasionado, amante de su patria, pastor creativo y fiel, hombre de oración y atento a los problemas concretos que había aprendido a afrontar en esa escuela de amor que fue la escuela social de Bérgamo, con atención preferencial a los pobres y a los pequeños.
“Fue asesinado precisamente por amor cristiano”, reiteró el presidente de la CEI. Y “para Don Minzoni, el amor significaba compromiso de anunciar el Evangelio, vínculo con su comunidad, ‘batallas’ sociales para proteger a las personas, empezando por los más pobres. Fue un mártir del amor a su comunidad, un párroco sin reservas que quería una comunidad parroquial abierta y desequilibrada en la caridad”.
“En la infamia de las sospechas y de las astutas acusaciones para aislarlo de la Iglesia y de todo el pueblo, se decía que ‘estaba metido en política’ y que por eso básicamente lo había pedido – concluyó Zuppi -. Si es así, el cristiano siempre lo busca porque está llamado a un amor encarnado, en la historia, sin límites; porque está llamado a un amor que el Papa Francisco llamaría político, libre de cualquier ideología y de esos ‘ismos’ que envenenan los corazones, empezando por el primero, el más banal y peligroso: el egoísmo”.
Fausto Gasparroni – Roma
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