Julio 27, 2024

Una Iglesia más Evangélica

 Una Iglesia más Evangélica

Al  formular  las  bienaventuranzas,  Mateo,  a  diferencia  de  Lucas,  se preocupa de trazar los rasgos que han de caracterizar a los seguidores de Jesús.   De ahí la importancia que tienen para nosotros en estos tiempos en que la Iglesia  ha  de  ir  encontrando su propio estilo de vida  en  medio  de una sociedad secularizada.

No  es  posible  proponer  la  Buena  Noticia  de  Jesús  de  cualquier  forma.   El  Evangelio  solo  se  difunde  desde  actitudes  evangélicas.   Las bienaventuranzas nos indican el espíritu que ha de inspirar la actuación de la Iglesia mientras peregrina hacia el Padre.   Las hemos de escuchar en actitud de conversión personal  y  comunitaria.  Solo así hemos de caminar hacia el futuro.

Dichosa  la  Iglesia   «pobre de espíritu»   y  de  corazón sencillo,  que actúa sin prepotencia ni arrogancia,  sin riquezas ni esplendor,  sostenida por la autoridad humilde de Jesús.   De ella es el reino de Dios.

Dichosa  la  Iglesia que  «llora»  con los  que  lloran  y sufre al ser despojada de  privilegios  y  poder,  pues  podrá  compartir  mejor  la  suerte  de  los perdedores y también el destino de Jesús.   Un día será consolada por Dios.

Dichosa la Iglesia que renuncia a imponerse por la fuerza,  la coacción  o  el sometimiento,  practicando  siempre  la  mansedumbre  de  su  Maestro  y Señor.   Heredará un día la tierra prometida.

Dichosa la Iglesia que tiene  «hambre y sed de justicia»  dentro de sí misma y para el mundo entero,  pues buscará su propia conversión y trabajará por una vida más justa  y  digna para todos,  empezando por los últimos.   Su anhelo  será  saciado por Dios.

Dichosa  la  Iglesia  compasiva  que  renuncia  al  rigorismo  y  prefiere  la misericordia  antes que los sacrificios,  pues acogerá a los pecadores  y  no les ocultará la Buena Noticia de Jesús.   Ella alcanzará de Dios misericordia.

Dichosa  la  Iglesia de  «corazón limpio»  y  conducta transparente,  que no encubre sus pecados ni promueve el secretismo  o  la ambigüedad,  pues caminará en la verdad de Jesús.   Un día verá a Dios.

Dichosa la Iglesia que  «trabaja por la paz»  y lucha contra las guerras,  que aúna los corazones  y  siembra concordia,  pues contagiará la paz de Jesús que el mundo no puede dar.   Ella será hija de Dios.

Dichosa la Iglesia que sufre hostilidad  y  persecución a causa de la justicia sin rehuir el martirio,  pues sabrá llorar con las víctimas  y  conocerá la cruz de Jesús.   De ella es el reino de Dios.

La sociedad actual necesita conocer comunidades cristianas marcadas por este espíritu de las bienaventuranzas. Solo una Iglesia evangélica tiene autoridad y credibilidad para mostrar el rostro de Jesús a los hombres y mujeres de hoy.

José Antonio Pagola

 

Editor