No a los empresarios ‘mercenarios’
El Papa Francisco en la audiencia a los empresarios italianos de Confindustria advierte que “el sistema fiscal debe ser justo y no corrupto” y condena “toda forma de explotación y negligencia en la seguridad”, especialmente de los inmigrantes, y de las mujeres despedidas por estar embarazadas. También invita a los empresarios a crear puestos de trabajo para los jóvenes y a mantener salarios justos porque “si la brecha es demasiado grande, la sociedad se enferma”.
Los treinta denarios de Judas y los dos denarios del buen samaritano, es decir, el dinero utilizado para traicionar o para salvar. Luego, los empresarios “mercenarios” y los afines al “buen pastor“, el pacto fiscal y los impuestos como forma de compartir los bienes, la brecha salarial demasiado grande entre altos directivos y empleados, la creación de empleo. De nuevo, el papel de las empresas en la integración de los inmigrantes, la explotación y la negligencia en materia de seguridad, las mujeres despedidas por embarazo, el ejemplo de Alberto Balocco y Adriano Olivetti. Por último, una advertencia: “Sin nuevos emprendedores, la tierra no resistirá el impacto del capitalismo, y dejaremos a las próximas generaciones un planeta demasiado herido, quizás inhabitable”. El discurso del Papa a Confederación General de la Industria italiana (Confindustria) es amplio y abierto. Unos 4.600 miembros han sido recibidos esta mañana en el Aula Pablo VI para participar en la asamblea anual, que este año concluye de forma extraordinaria en el Vaticano.
Tras el saludo del presidente de la Confederación, Carlo Bonomi, que dio la voz de alarma sobre “un país perdido, dividido, injusto con muchos de sus hijos y con la mirada aplastada en las necesidades del presente”, el Papa Francisco en un largo discurso, donde se entrelazan pasajes del Evangelio con las enseñanzas de la Doctrina Social de la Iglesia y su magisterio sobre el tema del trabajo, se dirigió a los miembros de la Cofindustria pero quiso dirigir un mensaje a todo el mundo de los empresarios. Ustedes son, dice, “un componente esencial en la construcción del bien común, un motor primario de desarrollo y prosperidad”.
Francisco parte de un análisis de la difícil realidad actual que, entre la guerra y la pandemia, hace sufrir también al mundo empresarial:
“La pandemia ha puesto a prueba muchas actividades productivas, todo el sistema económico ha quedado herido. Y ahora se suma la guerra en Ucrania con la consiguiente crisis energética. En estas crisis, también sufre el buen empresario, que es responsable de su empresa, de los puestos de trabajo, que siente las incertidumbres y los riesgos sobre sí mismo”.
El Papa Francisco recuerda que ‘la Iglesia, desde el principio, también acogió en su seno a los comerciantes, precursores de los empresarios modernos’. A continuación, cita el Evangelio, primero los “dos denarios” que el buen samaritano adelanta al posadero para alojar al herido rescatado en la calle; luego los treinta denarios de Judas, por los que el apóstol vende a Cristo. Ayer como hoy, señala el Papa, el mismo dinero puede servir “para traicionar y vender a un amigo o para salvar a una víctima”.
Compartir es otro nombre para la pobreza evangélica
‘Lo vemos todos los días, cuando el dinero de Judas y el del buen samaritano conviven en los mismos mercados, en las mismas bolsas, en las mismas plazas. La economía crece y se humaniza cuando los denarios del samaritano son más numerosos que los de Judas…
La complica también porque la riqueza exige responsabilidad: una vez que poseo la riqueza, sobre mí recae la responsabilidad de hacerla fructificar, de no dispersarla, de utilizarla para el bien común. Entonces la riqueza crea envidia, malicia, no pocas veces violencia y maldad a su alrededor. Jesús mismo nos dice que es muy difícil que un rico entre en el Reino de Dios’.
Salvatore Cernuzio – Ciudad del Vaticano
Vatican News – Reflexión y Liberación