Abril 19, 2024

Se necesita una ‘economía del bien común’

 Se necesita una ‘economía del bien común’

En la audiencia a los participantes en el 27º Congreso Mundial de la Unión Internacional Cristiana de Empresarios que se está celebrando en Roma, el Papa Francisco llama a la valentía de “una nueva alianza” con la Economy of Francesco, que en Asís escribió y firmó “un Pacto para mejorar el sistema económico mundial”.

Es necesaria “una nueva alianza” entre los jóvenes de Economía de Francisco, que en Asís escribieron y firmaron un “Pacto para mejorar el sistema económico mundial” y “ustedes, líderes empresariales y emprendedores maduros y de éxito”, para dar forma juntos a “una nueva economía para el bien común”. Esta es la invitación del Papa Francisco a los 850 participantes en el 27º Congreso Mundial de Uniapac, la Unión Internacional Cristiana de Empresarios, en curso en Roma, que se han reunido, esta mañana, en el Aula Pablo VI.

Contemplando los elementos constitutivos de una “economía diferente”, el Pontífice reitera lo que dijo a los participantes en Economy of Francesco, en 2019, recordando que “da vida y no mata, incluye y no excluye, humaniza y no deshumaniza, cuida la creación y no la explota”. Además, como se afirma en el Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia, “toda persona tiene derecho a participar en la vida económica y el deber de contribuir, según sus capacidades, al progreso de su país y de toda la familia humana” y esto “es un deber de solidaridad y de justicia, pero también es la mejor manera de hacer progresar a toda la humanidad”.

Por lo tanto, cualquier “nueva economía para el bien común” debe ser inclusiva. Con demasiada frecuencia se pronuncia el eslogan “no dejar a nadie atrás” sin ninguna intención de ofrecer el sacrificio y el esfuerzo para convertir estas palabras en realidad.

 Inclusión de pobres y marginados

En este punto, el Papa Francisco se remite a la Encíclica Populorum Progressio de San Pablo VI, que define el desarrollo integral como el único posible, “orientado a la promoción de todo hombre y de todo el hombre”. Los empresarios y los emprendedores están, pues, “llamados a actuar como fermento para que el desarrollo llegue a todas las personas, pero especialmente a las más marginadas y necesitadas, de modo que la economía pueda contribuir siempre al crecimiento humano integral”.

El Papa pide así que no se olvide a los trabajadores informales, jornaleros, poco cualificados y, a menudo, en los “márgenes del mercado laboral”, a los que realizan trabajos “peligrosos, sucios y degradantes”, a menudo migrantes y refugiados, que durante la pandemia y los cierres “aseguraron el suministro y la entrega de bienes necesarios para la vida cotidiana y el cuidado de nuestros seres queridos más frágiles, y mantuvieron las actividades económicas básicas, a pesar de la interrupción de muchas actividades formales”.

“Porque la inclusión de los pobres y marginados, aclara Francisco, no puede ser satisfecha “con nuestros esfuerzos para proporcionar asistencia financiera y material”.  

Como está escrito en Laudato si’, “ayudar a los pobres con dinero debe ser siempre un remedio temporal para hacer frente a las emergencias. El verdadero objetivo debe ser permitirles llevar una vida digna a través del trabajo”. De hecho, la puerta de entrada a la dignidad del hombre es el trabajo.

El trabajo, que para el hombre es “parte del sentido de la vida en esta tierra, un camino hacia la madurez, el desarrollo humano y la realización personal”, debe estar bien integrado en una economía del cuidado, entendida como “el cuidado de las personas y de la naturaleza, ofreciendo productos y servicios para el crecimiento del bien común”

Una economía que se preocupe por el trabajo, creando oportunidades de empleo que no exploten al trabajador mediante condiciones laborales degradantes y horarios extenuantes”. “El cuidado va más allá, debe ser una dimensión de todo el trabajo. Un trabajo que no cuida, que destruye la creación, que pone en peligro la supervivencia de las generaciones futuras, no es respetuoso con la dignidad de los trabajadores y no puede considerarse decente.

Alessandro Di Bussolo – Ciudad del Vaticano

Vatican News  –  Reflexión y Liberación

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