Julio 27, 2024

La memoria agradecida de nuestro pueblo

 La memoria agradecida de nuestro pueblo

veces se usa la expresión “el pago de Chile” para indicar una especie de irremediable ingratitud de los chilenos y de ninguneo a quienes han realizado una acción en bien de todos. Como toda generalización, es una expresión injusta. No somos así, y para muestra un botón: el reconocimiento que ha realizado el gobierno a la acción de la Iglesia y otras comunidades de fe que, con su acción en momentos de mucha oscuridad en nuestro país, brillaron como una luz en la noche.

Este año se cumplen cincuenta años del quiebre de la democracia en Chile, con ocasión del golpe de Estado de 1973. Se trata de una conmemoración llena de controversias, principalmente en torno a las causas que condujeron a ese quiebre de la institucionalidad democrática. Lo que está fuera de toda discusión es que con el golpe de Estado comenzó en Chile un triste período de violaciones sistemáticas a los derechos humanos con un largo sufrimiento para todo el país y, especialmente, para los que padecían directamente la persecución por sus opciones políticas.

Es significativo que los actos conmemorativos de este cincuentenario hayan comenzado con el reconocimiento del gobierno a las Iglesias por la acción realizada en los años de dictadura en la defensa de los derechos humanos, porque ciertamente, la dignidad de la persona humana y sus derechos fundamentales es lo que siempre debe estar en primer lugar y porque, también, es lo primero que se pierde cuando se destruye la convivencia democrática.

Este reconocimiento agradecido -un claro mentís al “pago de Chile”- comenzó en Santiago, el 2 de abril, con el acto presidido por el presidente Boric en el Parque La Castrina, donde refiriéndose a la acción de las Iglesias cristianas señaló: “Como Presidente de la República, y consciente de la dignidad y la importancia del cargo, les quiero dar las gracias. Agradecerles por esa labor, por habérsela jugado, por haberse jugado hasta la vida y proteger a quienes en ese momento estaban siendo perseguidos por sus ideas”.

Acá, en nuestra ciudad de Punta Arenas, este acto de reconocimiento se realizó el 11 de abril en la Parroquia Nuestra Señora de Fátima, que fue destruida por un bombazo terrorista el 6 de octubre de 1984. El acto fue presidido por la delegada presidencial, Luz Bermúdez, quien agradeció la acción de la Iglesia y de otras comunidades de fe en defensa de los derechos humanos en nuestra región.

Muchas personas, en esos años de dictadura, no comprendían la misión de la Iglesia en la defensa de los perseguidos y de los derechos humanos de todos los chilenos. Pero para los pastores de la Iglesia no había ni dudas ni vacilaciones en la misión a realizar, porque la dignidad de toda persona es una dimensión constitutiva de la fe en el Señor Jesús, pues Él es Dios hecho hombre para restablecer a todo ser humano en su plena dignidad de hijo o hija de Dios.

En Punta Arenas, esta acción eclesial en defensa de la dignidad de la persona humana comenzó inmediatamente después del golpe de Estado, al conocerse los primeros casos de detenciones arbitrarias, torturas, y traslado de prisioneros políticos a la isla Dawson, constituyéndose en octubre de 1973 el Comité Pro Paz, presidido por el P. Alejandro Goic, junto al Pastor Esteban Fetis, de la Iglesia Metodista, y el Capitán Arnoldo Soto, del Ejército de Salvación. Luego, con el Padre Obispo Tomás González, esta acción eclesial se realizó a través del Departamento de Pastoral de Derechos Humanos del Obispado de Punta Arenas, a cargo de la Sra. Paulina Echeverría, junto a un importante equipo de hombres y mujeres que colaboraron en esta tarea eclesial y humanitaria.

Ciertamente, como Iglesia agradecemos este reconocimiento a la misión realizada, pero sabemos que, simplemente, hicimos lo que teníamos que hacer como discípulos del Señor Jesús, quien nos dice en su Evangelio: “Cuando hayan hecho todo lo que se les mandó, digan:Somos siervos inútiles que hemos hecho lo que debíamos hacer’ (Lc 17,10), y es así como los discípulos del Señor Jesús queremos seguir estando en medio de nuestro pueblo y al servicio de la sociedad, colaborando en crear y vivir una cultura de la dignidad de toda persona humana, para que nunca más vivamos situaciones de violaciones sistemáticas de la dignidad de los hombres y mujeres de nuestra tierra. 

Marcos Buvinic Martinic

La Prensa Austral de Punta Arenas  –  Reflexión y Liberación

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