Diciembre 13, 2024

Ayuno, Resurreccción y Paz

 Ayuno, Resurreccción y Paz

Pascua – El ayuno es una práctica central de nuestra fe cristiana, porque imprime en nosotros la vida de Cristo en su pasión, muerte y resurrección y fortalece el camino del cristiano para vivir con Él y en Él. La Pascua nos hace penetrar en el misterio pascual; Por sí sola es capaz de cambiarlo todo dando esperanza y confianza, poniendo fin a las guerras y trayendo la paz.

Al principio de la creación todo transcurría con dócilidad hacia “Dios”, que es el centro; pero el hombre pronto se dejó arrastrar a tomar decisiones equivocadas. Así, aparecieron actitudes desviadas inesperadas, debido a las vicisitudes de su naturaleza de hombre, que le dio la espalda a Dios su Creador y quiso separarse de Él (comportamiento de Eva y Adán y del hijo pródigo, Lucas capítulo 15).

El resultado fue que no pudo dominar sus instintos, sus pasiones y ambiciones, su corazón se endureció y pasó lo que pasó (que Caín mató a su hermano Abel). Desde entonces, el mal se ha manifestado en todas sus formas: violencia, proliferación de acciones terroristas, guerra, asesinato, destrucción, corrupción, violación de los derechos humanos y desprecio de sus aspiraciones legítimas, según la regla: ¡o gobernamos o matamos!

Hoy el panorama se ha vuelto alarmantemente complicado y la situación está empeorando, especialmente en nuestra región. Debido al abandono de los valores humanos y religiosos, nuestro mundo se encuentra en un estado de caos, de desequilibrio, de inestabilidad del orden mundial y del equilibrio de poder: divisiones internas por dominación y dinero, intervenciones externas por intereses políticos y económicos, y guerras devastadoras aquí y allá, especialmente en la tierra de Jesús y en Ucrania.

Todo esto hace que los corazones de las personas estén destrozados y preocupados, y sus pensamientos estén agitados, llenos de ansiedad y miedo. Estas tormentas, que son una mancha de deshonra sobre el rostro de la humanidad, deben ser eliminadas. La Iglesia, en su noble misión, no debe contentarse con discursos tímidos o diplomáticos, sino que debe alzar su voz no menos que la de los profetas, y calificar estos actos de grandes pecados y crímenes contra la humanidad.

Cuaresma – Ayuno

En este corto período (este año del 12 de febrero al 30 de marzo), que precede a la pasión, muerte y resurrección de Cristo, el ayuno viene a darle a nuestra vida un nuevo horizonte, a distinguir el bien del mal, lo verdadero de lo falso, elegir lo que Dios quiere, vivir en armonía unos con otros, convertirnos y mejorarnos, en un espíritu de humildad, reconciliación y sabiduría.

El ayuno es un tiempo para renovarse, crecer y perfeccionarse, para que el hombre recupere su imagen, ya que Dios lo creó a su imagen y semejanza (Gen 1,26).

 El ayuno no es sólo ayunar de la comida, sino también del pecado. Es un tiempo de conversión-arrepentimiento a través del ambiente espiritual que genera.

Conversión – “metanoia” – es una palabra central en la predicación de Jesús y literalmente significa “volverse del pecado hacia Dios”. La conversión es una invitación a entrar en el Nuevo Testamento, en su lógica, y a dejar que el Espíritu Santo nos llene, nos cambie desde dentro, para que cambie nuestra mirada y nuestro modo de vida, y fortalezca verdaderamente nuestra relación con Dios y nuestra mutua relación para la recuperación espiritual, humana y eclesial, y trabajar juntos con valentía con el fin de difundir la cultura de la vida, la fraternidad, la paz y la convivencia armoniosa, para despertar la sociedad y lograr la estabilidad y el respeto de la dignidad y la libertad humanas.

El ayuno es un momento fuerte para confesar nuestros feos pecados, para abandonar los malos hábitos, para eliminar las raíces del egoísmo, de la indiferencia, del odio y la violencia, de la hipocresía, de la difamación, de la búsqueda del placer y del abandono a él, del deseo de poseer, incluso de maneras prohibidas, apoderándose y explotando los bienes ajenos…, para vivir en sinceridad e integridad moral. ¡El ayuno es como un lavado de autos a fondo, como lo hacemos con nuestros vehículos! Tenemos ejemplos en el Evangelio con Zaqueo, el recaudador de impuestos y Magdalena.

El ayuno es el momento de aplicar el mandamiento del amor y la misericordia. Jesucristo prefirió la misericordia al sacrificio. Eliminando los muros que nos separan de los demás, debemos gastar generosamente para ayudar a nuestros hermanos necesitados, como recomienda el profeta Isaías: «¿No es más bien éste el ayuno que quiero: soltar las cadenas injustas, quitar las ataduras del yugo, para posponer la libertad de los oprimidos y romper todo yugo? ¿No consiste en compartir el pan con los hambrientos, en acoger en tu casa a los pobres y a los desamparados, en vestir a quien ves desnudo, sin quitar los ojos de tu carne? (Is 58,6-7).

La zarza ardiente : “Yo estaré contigo” (Ex 3,12). «He aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo» (Mt 28,20).

Debemos volver a nuestra autenticidad, dar un maravilloso ejemplo a nuestras parroquias, a nuestras familias y a la sociedad, reconvirtiéndonos y combatiendo decididamente los malos comportamientos, antes de que llegue el desastre, y mejorando nuestra relación con Dios y con los demás, con altruismo de edificación mutua, alcanzar el resultado glorioso de Cristo: el paso a la resurrección, a la vida y a la renovación. Quelli es el lema de nuestra liturgia Caldea y alcanzar la paz en nuestro mundo envuelto en oscuridad.

¡Deseo un ayuno bendito, una resurrección gloriosa para todos y paz para nuestro país, Irak, nuestra región y nuestro mundo!

Louis Raphaël Sako

Editor