Diciembre 14, 2024

“La Iglesia va a evolucionar”

 “La Iglesia va a evolucionar”

La hermana no para, tiene una energía increíble”. Es lo primero que dice el encargado de comunicaciones mientras explica que Karoline Mayer viene en metro un poco atrasada. La esperamos en la sede de Recoleta de Cristo Vive, la fundación que creó en 1990 y que hoy atiende a más de 28.000 personas de escasos recursos en las áreas de salud, educación infantil, formación de oficios para jóvenes y rehabilitación de drogodependientes.

Cuando llega, su presencia se siente. Su frágil apariencia y dulzura extrema se contradicen absolutamente con su motor incombustible y su determinación. Camina a paso firme y acelerado, siempre con una gran sonrisa, y saludando y abrazando a todos los funcionarios y auxiliares que trabajan ahí.

-Hermana, ¡¿cómo estuvo la inauguración de su calle?!
-Sabe que no me gustan mucho esas cosas… pero bueno, a veces hay que aceptarlas -dice sonriendo con vergüenza, en un español bien alemán.
-¡Tiene que aceptar el cariño!

El sábado anterior la comunidad junto al alcalde de Recoleta, Daniel Jadue, celebraron el cambio de nombre de la calle Las Violetas, en la población Quinta Bella, por “Hermana Karoline Mayer”. Un reconocimiento que los mismos pobladores levantaron y que la Municipalidad acogió, por los 50 años que lleva en nuestro país trabajando por los más postergados y desprotegidos.

MADRE TERESA DE LATINOAMÉRICA 

Karoline nació en 1943 en Eichstätt, un pequeño poblado al sur de Alemania, y desde que tenía 11 años supo que dedicaría su vida a las misiones. A pesar de que su mamá en un comienzo no estaba de acuerdo, entró como novicia en la Congregación Misionera de las Siervas del Espíritu Santo. Su sueño era irse a China a misionar, pero sus superioras decidieron enviarla a Chile.

Reconoce que una gran desilusión se apoderó de ella, nunca se había planteado venir a Latinoamérica, y al llegar su pesar fue mayor porque el convento de la congregación estaba en Las Condes. “Tenía miedo de no encontrar ahí lo que andaba buscando, de no poder realizar ese sueño que tenía tan profundo en el corazón, que era evangelizar en los lugares más pobres, anunciar la ‘buena noticia’ y sanar a los enfermos”, recuerda sentada en su sencilla oficina llena de libros y adornada con varias mantas altiplánicas.

La oportunidad llegó cuando entró a estudiar enfermería a la Universidad de Chile en el año 1969, un año después de su llegada. “Ahí, en el encuentro con los estudiantes conocí que había pobreza en este país”. Sus primeras idas a los campamentos no fueron fáciles, reconoce que la miraban con recelo, y la miseria era gigante, pero ella estaba feliz. Estuvo dos años trabajando como voluntaria y finalmente logró que su superiora la dejara irse a vivir a la población. El 12 de octubre de 1971, junto a dos hermanas más, se instalaron en la mediagua que se habían construido. “Fue el día más feliz de mi vida”, recuerda.

Pero la felicidad no duró tanto, a los dos años, previo al golpe de Estado, Karoline fue expulsada de la congregación por considerarla “un problema” para la orden de Chile y fue enviada de vuelta a Alemania. En marzo del ‘73 iba arriba del avión gritando y llorando de pena e impotencia. “Lo que más me dolía era no cumplir la promesa a los pobladores de que no los iba a abandonar”.

Pero su determinación por volver era tan grande que finalmente no hizo los votos perpetuos, que justamente ese año debía hacer, y se salió de la congregación. En diciembre de 1973 volvió y con el permiso del cardenal Raúl Silva Enríquez formó la comunidad Cristo Vive junto a su gran amiga Maruja -con quien había creado el jardín infantil- y dos hermanas más. Durante los años de la dictadura su jardín infantil fue allanado varias veces, las vigilaban y las hostigaban, incluso una vez la detuvieron y la interrogaron durante toda la noche. Pero esa experiencia le sirvió para nunca más tener miedo. Con el regreso de la democracia en 1990, Karoline creó la Fundación Cristo Vive, que hoy, además de las cinco sedes en la Región Metropolitana, tiene una en La Paz, Bolivia, y otra en Cusco, Perú.

CAMBIO (S) DE HÁBITO 

Karoline recuerda con nostalgia la Iglesia que desde mediados de los 60 se empezaba a forjar. Una Iglesia que estaba viviendo un profundo cambio impulsado por Juan XXIII y luego con el Concilio Vaticano II de 1965. “En toda América Latina aparecieron obispos y sacerdotes que trabajaban con y para el pueblo. Aquí en Chile yo me formé como misionera con una Teología de la Liberación encarnada y vivida por grandes obispos, teólogos, sacerdotes y religiosas como Enrique Alvear, Jorge Hourton, Fernando Ariztía, José Aldunate, Mariano Puga y tantos otros…

¿Y cuándo cambió el panorama?

Juan Pablo II lamentablemente, siendo tan buena persona y carismático, no conocía el mundo. Era polaco y tenía el trauma del comunismo. Y aquí en Chile, en plena Guerra Fría, estábamos en una situación bien difícil, y estaba el señor nuncio Angelo Sodano que era muy cercano a Pinochet y a Juan Pablo II. Y con los nombramientos de nuevos obispos se retrocedió.

Me da mucha pena porque los que son nombrados no tienen la culpa, todos respondemos a nuestras visiones y miedos, y para ellos esta Iglesia ‘popular’ les producía mucho temor. Igual entró ahí Raúl Silva Enríquez, que siempre será considerado en el mundo como uno de los grandes defensores de los derechos humanos.

¿Cuál es su visión de la actual crisis que está viviendo la Iglesia Católica a raíz de los abusos, tanto de poder como sexuales?

Viviendo con la gente, una de las cosas más dolorosas que te toca ver es el sufrimiento de los que han sido abusados, y no solo los que se han cometido en la Iglesia. Con esto no es que quiera defender, pero siempre ha sido parte de nuestra cultura. Y los abusos son actos gravísimos que afectan mucho a las víctimas, dejan una marca muy profunda en el alma. Ahora, cuando se trata de la jerarquía de la Iglesia o en la vida religiosa, es muy doloroso.

Lamentablemente hemos sido formados en el secretismo, uno jamás va a hablar fuera de la congregación, jamás vas a criticar a la superiora (…) Cuando nuestros amigos Cruz, Murillo y Hamilton hablaron por primera vez, solo querían ir contra el mal, que se acabara el ítem Karadima, y lamentablemente no fueron escuchados; de eso no puedo decir nada, porque la falta de capacidad de acogida fue muy triste, como lo dice el mismo Papa.

Pero el Papa también cometió un gran error en el caso del obispo Barros al negar las acusaciones de encubrimiento.

Es cierto, pero es que es tan difícil liquidar a una persona con una acusación. Pero con esto, sin planificarlo, puso punto final a la idea de que los Papas son infalibles. Demostró que como todo ser humano pudo haber cometido un error al no escuchar como corresponde y no haber creído que la situación era tan grave. Ahora, quien no ha entendido nada, y quien le hizo un muy mal favor, es mi querido hermano Juan Barros, ¡cómo no darse cuenta de que esta no es una acusación cualquiera! Aunque no hubiese encubierto nada, viendo lo dividida que estaba su comunidad de Osorno, cómo no da un paso al lado, por humildad.

Pero será de Dios, porque gracias a esa testarudez el Papa se pudo mostrar como ese hombre frágil, y pudo pedir perdón humildemente por sus dichos, y eso llevó a que por primera vez en la historia un Papa invitara a las víctimas a Roma para escucharlas, y que todos los obispos pusieran sus cargos a disposición.

¿Cree que es posible salir de esta crisis?

Absolutamente. Creo que estamos saliendo. En la última carta del Papa, él nos exhorta a nosotros, al pueblo de Dios, a que participemos en la transformación de la Iglesia chilena. Todos somos responsables de esta transformación.

¿Qué opina sobre los trascendidos que dicen que el Papa habría aconsejado que frente a la duda de si una persona es homosexual, mejor no dejarla entrar al seminario?

No estoy de acuerdo. No he escuchado esto, pero si me preguntas a mí, te puedo decir que a lo largo de la historia humana muchos homosexuales han llegado a ser excelentes monjes y han vivido una vida intachable. ¿Por qué van a ser discriminados? Y lo digo por mujeres lesbianas también que entran a las congregaciones. No todos los homosexuales y lesbianas acosan a otros, ellos pueden vivir en castidad igual que una persona heterosexual, eso no debería ser tema.

¿O sea, usted reconoce que no es pecado ser homosexual?

¡Por supuesto! Ellos son hechos así por Dios y son como son. No me tienen que preguntar nada a mí, ni a nadie. Igualmente los trans, para ellos ¡pucha que ha sido difícil! Para mí todos somos iguales, y en esto necesitamos borrar de una vez por toda esa mentalidad de que es pecado o una falla de la naturaleza. Uno nace con una identidad, no se la hace.

¿Pero por qué cree que a la Iglesia le cuesta tanto aceptar eso?

Por ignorancia, y la ignorancia produce miedo. Es necesario que demos un paso adelante y que tengamos una apertura de corazón. Me da mucha pena porque hay muchas personas ignorantes que mientras no tengan a un cercano o una persona querida que sea homosexual, lesbiana o trans les va a costar muchísimo.

¿Cree, entonces, también en el matrimonio igualitario?

Por supuesto, ¿por qué no? Personalmente, me indigna que se impida que otros puedan asociarse a su pareja. Quizás hay curas que sienten que no lo pueden hacer, pero yo no, yo bendije un matrimonio entre lesbianas y no siento que alguien pueda impedirme que haga una oración y confirmar su compromiso. En todo caso, en la doctrina de la Iglesia, en el sacramento del matrimonio el signo se da entre los esposos, el cura es solamente un testigo. Pero yo creo que vamos a evolucionar.

¿Su mirada más progresista incomoda a la Iglesia chilena?

Yo nunca voy a dejar de decir lo que pienso, y con todo el amor. Todos somos hijos de Dios.

¿Qué opina del movimiento feminista?

Volvemos nuevamente a la historia. Aquí también quedamos atrapados en una forma de patriarcado, y hoy día estamos viviendo el despertar de las mujeres. Pero creo que además del movimiento que hoy existe, que me parece muy bien, necesitamos poner especial atención en la educación de los niños. Hoy día es tremendamente importante que los papás eduquen a sus hijos como iguales, y que también lo demuestren en el ejemplo.

¿O sea, se siente feminista?

Yo me siento mujer, y en plenitud. Frente a los obispos, los sacerdotes y quien sea, yo me siento a la par, los veo como compañeros. Y estoy dispuesta a jugármela para que otras mujeres se sientan plenas en la sociedad.

¿La Iglesia Católica es machista?

Sí, absolutamente -entendiendo por machismo la dominación del hombre-, y creo que no le ha hecho bien a la Iglesia. También tiene que ver con la evolución de la historia de la humanidad, pero en la Iglesia original María Magdalena, por ejemplo, era la apóstola de los apóstoles, y fue así hasta el siglo III, eso nadie lo puede cuestionar.

¿Le gustaría que en la Iglesia las mujeres asumieran un rol más protagónico?

Es que no es que quiera, va a ser así. Cuesta muchísimo soltar, pero el mensaje de Jesús también invita a las mujeres, y a las comunidades en general, a asumir mucha más responsabilidad, como era en los primeros tiempos.

¿Cree que el celibato es necesario para una vida consagrada?

Primero, toda vida es consagrada. Ahora, hay personas que quieren dedicar su vida exclusivamente a la construcción del reino de Dios. Yo, por ejemplo, estuve en un momento realmente reflexionando si casarme con una persona muy linda que también trabajaba con los pobres. ¡Lo pensé muchísimo! De verdad que pensé que sería lindo entregar un testimonio de a dos, pero en lo profundo de mi ser sabía que yo no lo haría feliz porque soy demasiado loca. No tengo horarios ni vacaciones. Me costó mucho tomar la decisión, estaba muy enamorada, pero ya le había prometido a Jesús estar siempre con él, ya tenía mi compromiso interior.

¿Entonces, cree que es posible que los sacerdotes y religiosas se casen?

Sí, por supuesto, los que tienen la vocación para eso. Me gustaría mucho que se pudieran casar si así lo quieren, así como me gustaría que los que en el camino decidieron hacerlo y se tuvieron que salir del sacerdocio, se pudieran reintegrar (…) Me da mucha pena ver, también, que curas tienen hijos ‘por fuera’, y que las mujeres no pueden decir que ellos son los padres, eso no está bien, va en contra de la dignidad del hijo de Dios; y te digo con mucha pena, no son pocos. Hasta ahora eso es un secreto en la Iglesia, pero no podemos mantenerlo.

Una última pregunta. Usted parte su jornada a las 8 de la mañana, ¿a qué hora termina su día?

Cuando la última persona toca mi puerta.

Revista Paula  /  Foto Portada Revista Reflexión y Liberación

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