Müller en Turín: El Papa no es un Zar
Cada Papa debe distinguir precisamente entre su mandato divino y él mismo como individuo con todas sus limitaciones. No debe imponer sus opiniones privadas sobre política o economía y ciencias no teológicas a otros cristianos.
Tampoco puede un Papa, un obispo u otro superior eclesiástico abusar de la confianza que se deposita fácilmente en él en una atmósfera fraternal para proporcionar sinecuras eclesiásticas a “amigos” incompetentes o corruptos o, en contra del derecho divino, deponer arbitrariamente a obispos personalmente no bienvenidos o para interferir sin justa causa en el oficio pastoral ordinario del obispo diocesano.
Si hubo un traidor entre los apóstoles elegidos por Jesús, e incluso Pedro negó a Jesús durante la Pasión, entonces sabemos que incluso los representantes humanos de la Iglesia en la historia y en el presente pueden fallar y abusar de su oficio de manera egoísta o estrecha. .
“Todo Papa debe distinguir precisamente entre su mandato divino y él mismo como individuo con todas sus limitaciones. No debe imponer sus opiniones privadas sobre política o economía y ciencias no teológicas a otros cristianos”. El cardenal Müller, prefecto emérito del Dicasterio para la Doctrina de la Fe, habló en la presentación de su nuevo libro y usó palabras contundentes y dramáticas. Luego comentó:“El papado es, en su esencia más íntima, un servicio a la unidad de toda la Iglesia en la verdad del Evangelio. El ministerio de Pedro no es un oficio secular de gobernante a la manera de los reyes absolutistas y los zares autocráticos, sino un ministerio pastoral-espiritual”.
El cardenal se centró en la figura de Petrino y tomó una fotografía de la situación actual, cuanto menos dramática. Luego remarcó: “El papado es, en su esencia más íntima, un servicio a la unidad de toda la Iglesia en la verdad del Evangelio. El ministerio de Pedro no es un oficio secular de gobernante a la manera de los reyes absolutistas y los zares autocráticos, sino un ministerio pastoral-espiritual”.
Sin embargo, las elecciones de Francisco en los últimos años parecen manifestar cada vez más la idea de un monarca absoluto con muy poca esencia espiritual.
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